17 de marzo de 2018     Número 126

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Entrevista a Irma Méndez de Hoyos

Conservador, corporativo, el menos libre
de todos: luces y sombras del voto rural


La decisión electoral –es decir, cómo la gente decide a quién darle su voto– está influida
por factores de corto y largo plazo. FOTO: Enrique Pérez S. / ANEC

Cecilia Navarro

¿Cuál ha sido el papel del voto rural en México y por qué? La doctora Irma Méndez de Hoyos, profesora investigadora de la Flacso México y coordinadora Nacional de la Red de Investigación de la Calidad de la Democracia en México, analiza en esta entrevista cómo se ha comportado el llamado “voto verde” (voto rural) en los procesos electorales de las pasadas décadas y explica a qué se debe el rol que esos votos han desempeñado en las elecciones más polémicas del México reciente.

¿Qué consideran los votantes rurales al momento de votar?

La decisión electoral –es decir, cómo la gente decide a quién darle su voto– está influida por factores de largo plazo y de corto plazo. Los de largo plazo tienen que ver con la identificación partidista: ¿con qué partido se identifican, tienen lealtad? ¿Cuál es su situación geográfica, económica y su ideología?  Esos factores serían el piso desde el cual uno vota y a partir de eso influyen los factores de corto plazo: las campañas, los candidatos, la evaluación del desempeño del gobierno. ¿Qué tanto piensas que el gobierno estatal lo ha hecho bien o mal? Si son del mismo partido, ¿qué tanto sientes que el presidente lo ha hecho bien o mal? La economía, ¿cómo va? La economía importa cada vez más.

 ¿Qué es lo que hace único al voto del campo?

En el largo plazo, que es la identificación partidista, ese voto ha sido siempre para el PRI. El PRI nace siendo hegemónico, es el único partido que tiene una representación del campo, la CNC. La identificación entre partidos y ciudadanos, en este caso entre el PRI y los campesinos, siempre ha sido muy fuerte. Por muchos años el campo votaba en bloque por el PRI. Con el proceso de transición a la democracia, esto empieza a cambiar. Cuando realmente vemos un cambio es con Fox, en 2000.

A ese voto muy leal al PRI se le llama voto verde, está muy vinculado a ese priismo de los años 50, 60, que antes de cada elección daba fertilizantes, aseguraba cosechas, repartía tierra, legalizaba parcelas. Es un voto corporativo y clientelar muy importante, pero se empieza a fragmentar a partir del 2000. Y empieza a favorecer al PAN.  Uno tendería a pensar que, si una de las características del campo es la pobreza, por qué ese voto nunca ha sido por la izquierda.

¿A qué atribuyes ese cambio en el 2000?


Irma Méndez de Hoyos. FOTO: Cecilia Navarro

Básicamente, a que el partido en el gobierno era el PAN.  Hay un vínculo muy fuerte entre el sector campesino y el gobierno, por los beneficios y programas sociales. Cuando cambia el partido en el gobierno, cambian sus lealtades. De hecho, en 2012 y en 2017, uno de los sectores que más votos le aportó al PRI, fue el campo. El campo tiene varias características: por un lado, es un voto que es muy leal, el vínculo con el PRI ha sido siempre muy fuerte y aunque se ha debilitado no deja de ser voto duro. Pero además es un voto poco informado, la gente se informa por la televisión. En algunos estudios se ha encontrado que la televisión favoreció de manera desproporcionada a Enrique Peña Nieto y que eso le ayudó también en el voto rural. Porque los campesinos obtienen la información de dos formas:  de manera directa, en el mitin o con sus líderes, y a través de la televisión. Y la televisión favoreció a Peña Nieto. Y otra característica es la pobreza, vinculada con los programas sociales y el papel del gobierno en la política social. Estos elementos de largo plazo fortalecen al PRI. Son dos fenómenos que nos permiten ver más continuidad que cambio.

Mientras eso sucede en el campo, ¿qué pasa en las zonas urbanas?

El proceso de incorporación a la educación, la tecnología, la información hacen que estas lealtades se vayan rompiendo. A lo mejor, por muchos años la familia fue priista, pero en cuanto el muchacho se va a la capital y empieza a estudiar, rompe con los partidos.

Regresando, en el 2012, nuestro antecedente más claro para una elección presidencial, el voto de los campesinos se volcó hacia el PRI, en primer lugar, en los estados gobernados por el PRI. Pero en segundo lugar se volcó al PAN. Y esto te habla de la ideología de estos segmentos de la población, muy conservadora. Uno piensa que el ingreso determinaría su opción partidista pero no, los pobres en México no votan por la izquierda, de hecho, el campo le ha aportado muy pocos votos a López Obrador en las dos últimas elecciones.

¿Cuál es el escenario para el 2018?

Ahí vienen los factores de corto plazo. Este 2018 casi la mitad del país ya no está gobernado por el PRI. ¿Qué va a pasar con el voto verde en los estados no gobernados por el PRI? Puede ser que las lealtades se modifiquen y los campesinos prefieran beneficiar al partido del gobernador. ¿Y por qué? Porque los programas sociales son muy importantes. Hoy hay cerca de 5 mil programas sociales, federales y locales. Y ahí se dividen las lealtades. Lo primero que te dicen los campesinos es, ¿qué nos va dar? En una reunión que tuvimos en Zacatecas nos decían: en todos los programas federales el monto ha disminuido.  Y también el monto de los programas estatales. Por supuesto que están enojados y están pensando votar. Y mucho se va a dirimir en qué tanto los gobiernos son capaces de usar los recursos públicos. No tanto la compra del voto directo, sino para los programas sociales. Seguramente el gobierno federal va a destinar mucho más de los programas federales para el campo, para mantener ese voto verde.

¿Qué otros temas tomarán en cuenta para decidir su voto en las áreas rurales?

El desempeño del presidente y el del gobernador son muy importantes. Si un campesino piensa que el presidente está haciendo un mal papel y el gobernador también, va a castigar con su voto y eso quiere decir, votar por otra opción.

Otro factor es el candidato, la cara de un partido.  El partido puede decir muchas cosas, pero se concreta con un candidato. Aquí es la primera elección en la que tenemos a un no priista como candidato del PRI. Y no parece muy claro cómo se va a comportar un electorado frente a un candidato con un lenguaje absolutamente distinto al suyo. 

¿Qué tan capaces serán de hacer penetrar a Meade en el campo? Está por verse. Es difícil prever hacia dónde se va a inclinar el voto de los campesinos.

¿Qué tan decisivo es el voto rural para valorar las elecciones?

Como es un voto muy corporativo es muy seguro.  El voto libre es el de la clase media, urbano. Libre en el sentido de que no necesariamente estás comprometido en ir a votar.  Gran parte de la movilización que hacen los partidos es para garantizar que la gente vaya a votar.  El voto en el campo es muy corporativo, la asistencia a las urnas es casi obligada, es como mandar a los hijos a la escuela, por eso puede ser decisivo. La tasa de participación en los sectores rurales muy controlados puede llegar a más del 70% porque son muy disciplinados.

La elección en 2006 se dirimió por menos de un punto porcentual, yo creo que la elección del 2018 va a ser así, muy competida. En la medida en que se cierre la diferencia entre el primero y el segundo lugar, los puntos que puede aportar el campo pueden ser decisivos.

Otra de las novedades, que no permite tener claridad sobre cómo se va a comportar el electorado campesino, es la alianza extraña de izquierda con derecha, del PRD con el PAN, porque el sector campesino es muy conservador.

¿Cómo documentar las malas prácticas alrededor del voto rural?

Las malas prácticas electorales son difíciles de perseguir, castigar, documentar. La coacción prácticamente, la compra del voto y la parte de programas sociales es imposible de comprobar.


La pobreza es un problema multidimensional: a la pobreza de ingresos se suma la educativa, de
salud y de habitación. FOTO: Laura Rojas Paredes / CONABIO

Tendría que haber un acuerdo, casi nacional, para que los partidos políticos impidan –desde el legislativo– que se utilice el dinero de los programas sociales porque son básicamente distribución de bienes de manera particular y es un privilegio que le dan a uno y no a todos, eso hace un voto muy comprometido. Por muchos años se pensaba que la gente podía recibir algo y votar y que la campaña tendría que ir en el sentido de que “tú acepta lo que te dan y vota por quien quieras”, pero no se había reflexionado sobre la teoría de la de reciprocidad. Se ha estudiado en varios países, este sentimiento de reciprocidad existe y es muy fuerte. En México hubo un estudio en 2012 y 2015 que mostró que los mexicanos que reciben beneficios son los favoritos para sentirse obligados a votar por el partido que les dio ese beneficio. Entonces dentro del menú de malas prácticas electorales estas son las más difíciles: la coacción, compra de votos y clientelismo a través de programas sociales; es muy difícil detectarlo, castigarlo y probarlo, prácticamente es imposible, aunque todo está penado.  La ley general de delitos electorales castiga con cárcel a quien venda su voto, a quien use con fines electorales programas sociales. 

Un México mas democrático implicaría libertad del voto. Que los individuos decidan ellos mismos, por quién votar por su ideología, por lo que plantean partidos y candidatos, por la trayectoria del candidato, su preparación, etc. Y no por este tipo de intercambios de bienes y servicios por el voto.

Los programas de combate a la pobreza en el mundo en general enfrentan grandes retos, la pobreza es un problema multidimensional, la pobreza de ingresos se suma a la pobreza educativa, de salud, de habitación.  Esas carencias, en conjunto, hacen muy difícil salir de la pobreza y con una movilidad social casi nula. La movilidad social es la capacidad que tienen los individuos de tener oportunidades que les permitan subir en la escala socioeconómica, por educación, ingreso o ambas y vivir mejor que sus padres. En México es baja, pero en el campo es más baja.

Bajo las condiciones actuales de problemas estructurales muy fuertes para crecer económicamente y generar empleos y más riqueza, lo que opera y lo que domina son los programas sociales para la sobrevivencia. Y la oferta de los partidos políticos es casi nula.  No hay una oferta de cómo repensar al campo. El campo es un problema en todos los países.  En todos los países hay un subsidio muy fuerte y un voto muy conservador. Fue el voto que le dio el triunfo a Trump, al Brexit, y a Lepen en Francia, que por suerte no ganó. Es un problema que enfrenta el mundo en general: ¿qué papel debe jugar el campo y hasta dónde depende de los gobiernos? En todos los países están subsidiados. El gran problema es que si ese subsidio es clientelar o no. Si habláramos de voto libre vs no voto libre diríamos que en el campo el voto es menos libre que en el resto del país, por las condiciones de dependencia respecto a los programas sociales y los apoyos gubernamentales.

¿Qué otras malas prácticas electorales se dan en el ámbito rural?

En general en México la primera mala práctica es la compra de votos. La segunda es el condicionamiento de programas sociales.  Hay otros no tan visibles, que tienen que ver con la corrupción política, el flujo de dinero público a las campañas, el dinero ilícito: del narco, de lavado de dinero, de corporaciones. Esa corrupción está en la base de todo, es uno de los problemas más graves. Otra mala práctica tiene que ver con los medios de comunicación que tienden a favorecer al partido del gobierno. La televisión impacta y más en este sector. En las zonas urbanas compite con las redes sociales, el internet y las nuevas tecnologías, pero en el campo es la fuente principal de información. Prácticas menos usuales: la violencia contra los candidatos, la amenaza de sacarte de los programas sociales. Y en los órganos electorales, el sesgo en las decisiones, no hacen ganar a alguien, pero sí puede sesgar la contienda: multando a unos partidos y a otros no, dejando que unos utilicen cierta propaganda y otros no. Por ejemplo, el uso de tarjetas, el tribunal ya dijo que sí son válidas, pero es casi un soborno, es una mala práctica, aunque la ley no lo prohíba, es un mecanismo para ejercer presión y alterar las condiciones de libertad en que vota un sujeto. Esas malas prácticas van erosionando la condición de libertad.

¿Cómo influye la migración y la delincuencia organizada en el otro voto rural?

En términos generales, los estudios han encontrado que la violencia disminuye la participación electoral en primer lugar, pero además ha favorecido a López Obrador y a la oposición. En las zonas donde ha habido más violencia se ha beneficiado la oposición, en particular AMLO. En las zonas rurales, la alta violencia beneficia al PAN. Respecto del narcotráfico, no existen datos duros de qué tanto influye. En Flacso tenemos una encuesta de integridad electoral que hacemos cada vez que hay elecciones. Esta encuesta incluye preguntas sobre el crimen organizado y lo que encontramos en 2016-2017, a diferencia del 2015, es que el crimen organizado no solamente está financiando candidatos, sino que ya elige candidatos. Altera el proceso, elige candidatos en varios partidos, de tal manera que con el que gane, gana. Este problema no lo está atendiendo nadie.

El contexto de violencia afecta al voto priista en el campo, favorece a la oposición y la presencia del narcotráfico también.

¿Y tenemos algún escenario?

Pues si el candidato del PRI se queda en el tercer lugar, el voto priista se va a dividir. Y el voto más duro se va a quedar con el PRI, pero el menos duro, capaz de votar por otro partido, como en el 2000 (parte del voto priista favoreció a Fox), lo hará. Si el candidato Meade se coloca en la recta final en tercer lugar y se cierra la contienda entre López Obrador y algún otro candidato, el priismo, desde el tercer lugar, puede decidir quién va ganar.

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