Opinión
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¿Y la reforma educativa?

Mucho ruido, pocas nueces

México-PISA: escalón 60/72

C

erca está el cierre del sexenio peñanietista y entre tantas otras asignaturas pendientes y promesas incumplidas se cuenta la tan cacareada reforma educativa, cuya efectividad propagandística resulta inversamente proporcional al resultado concreto, toda vez que México (evaluación de la OCDE) se mantiene entre los países que menos invierten en educación (siempre víctima del recorte presupuestal), al tiempo que, dados los resultados, no ha subsanado el rezago educativo y sus competencias.

De hecho, como advierte el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados (Calidad educativa y evolución de los recursos presupuestales en educación 2013-2018, del que se toman los siguientes pasajes), en el sexenio de la reforma educativa los recursos destinados a tal actividad (como porcentaje del producto interno bruto) registran una caída de 0.7 puntos porcentuales, lo que en resumen resulta en una disminución del gasto para esta función.

Es un hecho que, dada la restricción presupuestaria y la política de moderación y austeridad, los recursos canalizados a este sector han sido restringidos, impidiendo de alguna forma cumplir con las metas del Ejecutivo de mejorar la calidad de la enseñanza en todos los aspectos. Indudablemente la reforma educativa, el cambio de los programas de estudio y los esfuerzos que se realizan por mejorar la infraestructura y el equipamiento de los centros escolares no se han materializado, habiendo sido insuficientes para reducir el rezago en la materia.

La primera observación de la relación entre el comportamiento del gasto educativo y los indicadores de resultados sugieren una posible causalidad entre ambos: la falta de recursos suficientes asignados y ejercidos en la enseñanza inciden negativamente en el logro o mejoría de la calidad y la recuperación del rezago educativos.

Las cifras oficiales de la SEP señalan que el gasto por alumno de los matriculados en escuelas públicas es de 26 mil 900 pesos en 2016 a precios corrientes, esto es, 2 mil 241.7 pesos por mes; en dólares equivale a mil 494.4 anuales, cuando la media de la OCDE es 11 mil dólares por alumno.

Para 2017 las cifras no cambian. El gasto por estudiante es de 27 mil 700 pesos corrientes por año, 2 mil 308.3 al mes y traducido a dólar, tomando como paridad cambiaria 18 pesos por uno, equivale a mil 538.8 anuales por alumno. Los resultados sugieren que este sector debería estar exento de la restricción presupuestaria, si queremos ver avances efectivos en materia educativa en el mediano plazo.

El gasto programable destinado a la función educativa en el periodo 2013-2018 muestra una tendencia declinante, registrando una tasa real de -1.2 por ciento como promedio anual. Las cifras allí consideradas toman en cuenta el gasto ejercido en 2013 y el presupuesto aprobado para 2018. El presupuesto aprobado ha permanecido prácticamente estancado en los pasados seis años.

Si se consideran sólo los montos de gasto ejercido de 2013 a 2016, la conclusión anterior permanece, pues el gasto aumentó apenas en 1.3 por ciento real anual, en tanto que el presupuesto aprobado para educación entre 2017-2018 registra una contracción de 0.6 por ciento real. Esto es resultado de la política de restricción presupuestaria del Ejecutivo.

En conclusión, las cifras preliminares de la SEP muestran avances mínimos en sus principales indicadores: cobertura, absorción, eficiencia terminal, índice de reprobación, etcétera. Sin embargo, no son suficientes para afirmar que se han tomado las medidas pertinentes para abatir el rezago en la calidad educativa. El único indicador que arroja resultados alentadores es el de absorción, el cual está garantizando que se ha ampliado la cobertura en los diferentes niveles educativos, salvo para el caso de la educación superior, nivel en el cual aún quedan muchos jóvenes fuera de la universidad o educación terciaria.

En cifras de la OCDE, México ocupa el lugar 16 de 35 países, registrando en 2014 un monto de 5.4 por ciento del producto interno bruto destinado a la educación, 0.2 puntos porcentuales por arriba de la media de la OCDE, que es de 5.2 por ciento del PIB (Estados Unidos, 6.2; Corea, 6.3, y Finlandia, 5.7). Sin embargo, este monto incluye el gasto público (federal, estatal y municipal) y el gasto privado. En el gasto per cápita (cifra en dólares) nuestro país ocupa el lugar 24 de 35 países, registrando un monto de 3 mil 703 dólares per cápita al año, mientras la media per cápita de los países miembros de la OCDE es de 11 mil dólares. Es importante destacar que, del gasto per cápita, 21 por ciento de recursos proviene del gasto privado.

En las evaluaciones recientes aplicadas a los estudiantes mexicanos, como parte del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), los resultados obtenidos no han sido del todo satisfactorios, de donde se deduce una baja calidad educativa. La explicación atiende factores diversos, que comprenden desde la desigualdad socioeconómica, una elevada proporción de pobreza entre la población, bajo nivel de escolaridad promedio generacional, deficiente infraestructura educativa y cultural, insuficiencia del modelo educativo vigente, patrones culturales que poco favorecen el desarrollo educativo, deficiente desarrollo docente, políticas educativas de corta duración, entre otras. En suma, es un problema complejo, donde el gasto público educativo cobra relevancia para su atención.

En la Evaluación PISA 2015, si bien en los exámenes de matemáticas y lectura aplicados en 2003 y 2015 se registra una mejoría, se muestra un desempeño pobre y por debajo de los promedios de dicha organización. De 72 países considerados, México ocupó el escalón número 60.

Dentro del país se observan diferencias importantes en cuanto a la calidad e infraestructura educativa, dependiendo de la región o entidad de origen de los estudiantes examinados. En algunos municipios se encontraron condiciones precarias, el personal docente no alcanza los estándares nacionales en los resultados de las evaluaciones realizadas y los recursos asignados a la enseñanza son insuficientes (por debajo de la media de la OCDE). Una conclusión destacada fue que en México la relación entre la escasez de materiales educacionales y el rendimiento de los estudiantes es muy fuerte.

Las rebanadas del pastel

Entonces, hay que ler más (Aurelio Nuño dixit) y olvidarse de las tijeras presupuestales (te hablan Meade).

Twitter: @cafevega