Cultura
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Los sortilegios de Leonora
R

ecordaba Octavio Paz en uno de sus ensayos, que él hablaba con Remedios Varo de la alquimia, con Alice Rahon de Merlin, con Wolfgang Paalen de los canales secretos que unen al hermetismo con la física contemporánea y con Leonora Carrington de los druidas.

Leonora y Octavio fueron muy cercanos. Coincidieron muchas veces en la legendaria experiencia de Poesía en voz alta, que congregó, a finales de los años 50, a un grupo de artistas que buscaban con la fuerza del teatro animar la mesa de la cultura.

Allí estaban Juan Soriano, Juan José Arreola, Margit Frenk, Héctor Mendoza, Antonio Alatorre y entre otros Juan José Gurrola.

Leonora Carrington era bien conocida en el mundo artístico y cultural. Su vida parecía estar llena de sortilegios, de encantamientos. Su ruptura con la aristocracia inglesa, su huida del fascismo con Max Ernst y después su periplo con el poeta Renato Leduc de España a Nueva York y de allí a la Ciudad de México habían iniciado su leyenda.

A su paso por nuestro país la visitaron Julio Cortázar, Aldous Huxley y André Breton. Y algunos de sus visitantes frecuentes fueron Elena Poniatowska y Remedios Varo, a quien rencontró en la Ciudad de México después de que las dos huyeron de la guerra.

La encontró mientras cruzaba un terreno baldío de la colonia San Rafael.

Remedios Varo la llevó a su casa de Gabino Barreda 18, donde, pegados con chinches, adornaban las paredes dibujos de Picasso, Tanguy y Max Ernst.

Imposible no mencionar a María Felix en este recuento, quien la visitaba para que le leyera las cartas.

Constancia de esos encuentros con María, es el retrato La maja del Tarot que le pintó a La Doña, así como una estupenda araña negra, con una mancha roja en el lomo donde se lee: A María con todo mi cariño.

Carrington, a decir de Paz, pertenece a la mitología celta y a la mexicana, a la del surrealismo y la de Alicia en el país de los espejos. No es una poeta: es un poema que camina, sonríe, abre un paraguas que se vuelve un pájaro, un pájaro que se vuelve un pescado y desaparece en el fondo del lago. Para él los cuadros de Leonora son enigmas: debemos oír sus colores y bailar con sus formas sin nunca tratar de descifrarlos. No son cuadros misteriosos sino maravillosos.

Hoy se inaugura el Museo Leonora Carrington en SLP; contará con un centro de estudios del surrealismo, biblioteca y se exhibirán 60 piezas donadas en comodato por su familia. Pero hay más de Leonora: en abril el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México inaugurará la exposición Leonora Carrington: cuentos mágicos, gran retrospectiva multidisciplinaria con más de 200 obras, entre pintura de caballete, gráfica, dibujo, escultura, diseños escenográficos, tapetes, máscaras, fotografías, documentos, libros y objetos personales.

Leonora decía que no sabía si inventaba el mundo de sus obras o si éste la inventaba a ella. El oleaje de su centenario que se cumplió en 2017, nos deja dos magníficas oportunidades para abrir la puerta a ese mundo de Leonora que sigue enriqueciendo al nuestro.