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Miroslava Breach, un año de impunidad
Miroslava, pluma crítica y vocación humanista
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Durante más de 30 años, Miroslava Breach investigó temas del narcotráfico y la relación entre grupos criminales y algunos políticos y funcionarios públicos; escribió acerca de los abusos contra las comunidades rarámuri; la tala ilegal de bosques; la explotación y el desplazamiento de cientos de personas por la presencia del crimen organizado, así como de los asesinatos de defensores de derechos humanos y ecologistasFoto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de marzo de 2018, p. 3

Fue una periodista incómoda, de las que hacían bien su trabajo. Los protagonistas de muchas de sus entregas fueron esas víctimas a las que, de una u otra forma, los grupos de poder violentaron sus derechos. Documentó, por citar sólo algunos, casos de corrupción política, agresiones a comunidades indígenas, desplazamientos forzados por la presencia del crimen organizado, violencia contra la mujer y protección del medio ambiente.

La mañana del 23 de marzo de 2017 ocho disparos truncaron su larga y destacada trayectoria periodística. El asesinato de Miroslava Breach Velducea causó conmoción tanto en la entidad en la que desde 1997 reportaba como corresponsal para La Jornada como a escalas nacional e internacional.

Una pluma crítica y una posición humanista convirtieron a Miros, como se le conocía en Chihuahua entre el gremio que la quería y admiraba, en uno de los símbolos del periodismo en aquella entidad. A lo largo de sus más de 30 años como profesional del periodismo, Breach Velducea (Chínipas, 7 de agosto de 1963–Chihuahua, 23 de marzo de 2017) siempre se preocupó por dar voz a los sin voz.

En un foro recién celebrado en Casa Lamm acerca de la trayectoria de Breach Velducea y de Javier Valdez Cárdenas (corresponsal de este diario en Sinaloa, también asesinado el año pasado, el 15 de mayo), la periodista Blanche Petrich recordó que Miros era una mujer aguerrida, valiente y digna, que no aceptaba acudir a las fiestas de fin de año para reporteros organizadas por la clase política de aquel estado, y mucho menos, enfatizó, se atrevía a recibir un obsequio.

Sin falta, cada vez que el nombre de una mujer víctima de la violencia en la entidad se inscribía en la Cruz de Clavos –erigida frente al palacio de gobierno de Chihuahua–, Miroslava lo reportaba en sus notas. Y desde hace un año, el suyo también forma parte de esa emblemática figura de protesta y demanda de justicia.

Sus investigaciones periodísticas profundizaron en temas del narcotráfico y la relación entre los grupos criminales y algunos funcionarios públicos.

Desde el sexenio de Felipe Calderón comenzó a dar cuenta del incremento de la violencia en el estado debido a la llamada guerra contra las drogas. Documentó la cercana relación de algunos candidatos del PRI a las presidencias de varios municipios de la sierra con el crimen organizado. Lo cual pudo ser la principal causa de su asesinato.

Los actos de corrupción durante el gobierno de César Duarte Jáquez también fueron motivo de innumerables notas, reportajes y columnas de Miros, quien colaboraba en el periódico Norte de Ciudad Juárez. Quizás por ello cada vez que la reportera increpaba con alguna pregunta al ex mandatario, éste evadía la respuesta, recuerdan algunos de sus colegas.

Agregan que a finales de la década de los 90 y principios de los 2000, Breach Velducea era todo un mito para el gremio del estado, particularmente entre los estudiantes de periodismo. Se le veía como la mejor reportera de la entidad.

Los frecuentes abusos contra las comunidades rarámuri; la tala ilegal de bosques en territorios indígenas; la explotación y el desplazamiento de cientos de personas (sobre todo de pueblos originarios) por la presencia de grupos del narcotráfico; los asesinatos de los defensores de derechos humanos y ecologistas; el descubrimiento de fosas clandestinas en la sierra, y la defensa del agua y la tierra, fueron otros de los temas que Miros reportó en sus textos.

El día en que fue asesinada, activistas como Luz Estela Castro, directora del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, demandaron justicia, recordaron que Miroslava fue por siempre nuestra voz y destacaron su alto valor ético.

A un año de su asesinato, éste sigue impune. Hay muchas preguntas pendientes de resolver. Sólo una persona está en prisión y se acumulan las críticas por la actuación de las autoridades estatales en las indagatorias y en la comunicación con familiares y sus representantes.