Opinión
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La Muestra

La maestra

U

na de las virtudes más interesantes de buena parte del cine producido ahora en los países del antiguo bloque comunista de Europa oriental es su mirada crítica al autoritarismo padecido en su pasado reciente. Algo más interesante aún es la manera en que el público occidental no puede ya dejar de advertir las similitudes cada vez más inquietantes entre los abusos de poder en aquellos regímenes autocráticos y el actual resurgimiento del autoritarismo en muchos países supuestamente democráticos. Sin ser éste de manera explícita el tema de La maestra (Ucitelka, 2016), la película más reciente del director Jan Hrebejk, y su guionista Petr Jarchovsky (ambos responsables de la notable cinta El amor en tiempos de odio /Divided We Fall, 2000), la deriva autoritaria antes mencionada sí se concentra en el microcosmos social de una escuela en los suburbios de Bratislava, a principios de los años 80, una época en la que el férreo control del régimen político aliado al poder soviético seguía aún inquebrantable.

La maestra y camarada Mária Drazdechová (Zuzana Mauréry) representa a la perfección el tipo de burócrata funcional, con fuertes vínculos con el partido comunista, que en aquella Checoslovaquia se servía de su pequeño coto de poder para imponer su voluntad en una escuela, intimidar por igual a directores, alumnos y padres de familia, y establecer una dinámica de intercambio de privilegios y favores apenas distinta de lo que comúnmente solía practicarse en otras esferas sociales. Desde las primeras escenas en que la maestra camarada interroga a cada alumno sobre la profesión de sus padres, y otros aspectos de sus vidas íntimas, queda clara su intención de aprovechar esa información en beneficio propio, así como en su estrategia poco sutil para controlar y amedrentar cualquier conducta heterodoxa.

De modo muy hábil el realizador maneja los dos espacios y los dos tiempos en que se desarrolla la trama: el salón de clases, donde la autoridad de la profesora sigue incuestionada, y el salón de reuniones, donde los padres de familia buscan la manera de frenar los abusos de poder cada vez más inocultables. Lo más inquietante, sin embargo, es el conflicto de interés entre quienes buscan sacudirse de los chantajes y del yugo autoritario, y quienes, por pasividad, oportunismo o miedo, eligen someterse a ellos. De nueva cuenta, el interior de la escuela es un espejo fiel de la organización burocrática que en el exterior preside el destino de millones de existencias. Y la ubicación temporal, tanto como la espacial, se vuelven a su vez muy relativas. Lo que sugieren el director checo y su guionista en esta cinta notable, es cómo el autoritarismo de ayer se reproduce hoy, con maquillaje apenas disimulado, y cómo la maestra de aquellos tiempos, lejos de ser derrotada, se aclimata perfectamente a una época poscomunista donde el poder, la intimidación y el control de las vidas, ensaya ahora las estrategias de la posverdad y la manipulación mediática.

Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional, a las 12:15 y 18 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1