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La muestra incluye La buenaventura, óleo en el que por primera vez el artista acerca la cotidianidad a la pintura: experta

Casi 52 mil personas han visto Caravaggio
Foto
Aspectos de la exposición montada en el Museo Nacional de Arte (Tacuba 8, Centro Histórico), cuya obra estelar es La buenaventura, 1596, óleo de Caravaggio (en las imágenes el original y reproducciones en multimedia), acompañada de varios cuadros de pintores que reflejan la influencia del artista milanésFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Jueves 29 de marzo de 2018, p. 3

El óleo La buenaventura (1596) es la estrella de la exposición Caravaggio: una obra, un legado, montada en el Museo Nacional de Arte (Munal), que en 27 días ha recibido 51 mil 879 visitantes.

¿Por qué vino un solo cuadro del artista milanés?, el cual se complementa con otros 16 de colegas posteriores que muestran su influencia respecto del claroscuro o tenebrismo, el naturalismo (mostrar las arrugas y la desigualdad de la piel), y un dramatismo teatralizado por el contraste de luz.

Alivé Piliado, curadora –junto con Abraham Villavicencio– de la muestra, explica lo complicado que resulta mover una obra de Caravaggio, pues la mayoría están en iglesias y museos dispersos en el mundo y muchas sujetas a cláusulas que prohíben desplazarlas.

El pasado 28 de enero concluyó la exposición Dentro Caravaggio, que reunió 18 obras maestras en el Palazzo Reale, de Milán, acompañadas por su respectiva radiografía. La buenaventura está pintado sobre la imagen de una Virgen, sin que sea percibida por el espectador. Piliado lo atribuye a la buena preparación de la tela. Los pigmentos están molidos con arena de río que, como ese material tiene sílice, permite que se peguen bien los nuevos pigmentos y no emerjan los viejos.

Lo más curioso es que La buenaventura no es un cuadro del todo representativo del estilo característico del artista y que se ve reflejada en las obras de colegas como Sebastián López de Arteaga, José de Ribera El Españoleto, Francisco de Zurbarán, Juan Cordero, Baltasar de Echave Rioja y Felipe Santiago Gutiérrez.

En ese óleo Caravaggio (1571-1610) creó los primeros juegos de luces y sombras que más tarde culminarán con el surgimiento del tenebrismo. Una gitana lee la mano a un joven de la alta sociedad romana y aprovecha el momento para robarle el anillo matrimonial. Es un tema nuevo, estima la curadora, pues nadie había acercado la realidad de la calle a la pintura, incluso a una zona prohibida de la ciudad. Las uñas de la gitana están sucias.

Es un cuadro atrevido porque el Papa había expulsado a los gitanos de Roma un lustro antes de su realización. Caravaggio lo pintó a los 25 años, cuando pasaba por un periodo difícil de su vida. Aprendiz del taller de Simone Peterzano, cayó enfermo y su maestro, en vez de ayudarlo a recuperarse, lo dejó en hospicio para que muriera.

Instalación multisensorial

Caravaggio pintó La buenaventura casi en calidad de calle, sostiene Alivé Piliado en charla con La Jornada. Fue adquirido por un coleccionista que lo exhibió en su galería, donde lo vio el cardenal Francesco María Del Monte, quien no sólo lo compró, sino que ofreció casa, comida y materiales a Caravaggio para que pintara para él y el artista aceptó. Gracias a esa situación privilegiada su carrera despegó. Obtuvo encargos de iglesias públicas y coleccionistas.

La exposición en el Munal se planteó desde 2016 con un despacho de cultura italiana que también se acercó a la Coordinación Nacional de Artes Visuales del Instituto Nacional de Bellas Artes para hablar de un proyecto que pudiera hacerse en colaboración de ambos países. Según Piliado se habló de una muestra de Bernini, sin embargo, “cuando salió el nombre de Caravaggio todo mundo quería ver su obra, porque la última vez que vino un cuadro suyo, El laudista (ca. 1596), fue hace 42 años en el Museo de Arte Moderno.

La institución Museos Capitolinos de Roma, sin embargo, sólo cuenta con dos obras del artista. La única en posibilidades de viajar por cuestiones de restauración era La buenaventura. Después hubo que vincular el cuadro al legado, directo e indirecto en pintores novohispanos, españoles, italianos y mexicanos, como el sevillano Sebastián de Arteaga, discípulo de Zurbarán, que llegó a la Nueva España en 1640. Muchas de las obras, poco vistas, provienen del acervo del Munal.

La exposición se complementa con la instalación mutisensorial Caravaggio experience, de los videoartistas The Fake Factory, con música original de Claudio Striati, que durante 48 minutos presenta 57 obras del artista, dividida en cuatro episodios con el fin de deconstruir las piezas para que el visitante entienda cómo era el manejo de la luz y la composición en sus obras, explica Alivé Piliado.