Opinión
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Los de abajo

Oportunidad perdida

M

éxico perdió la oportunidad de que una mujer indígena aparezca en la boleta electoral, en un proceso que desnudó, aun sin proponérselo, la desfachatez de quienes organizan las elecciones venideras. Marichuy, el Concejo Indígena de Gobierno (CGI) y los 10 mil auxiliares que la acompañaron no fueron derrotados al no alcanzar el delirante número de firmas impuesto por el Instituto Nacional Electoral (INE) a los aspirantes a una candidatura independiente. Todo lo contrario. Triunfaron su honestidad y su ética frente a los actos delictivos del resto de los aspirantes, quienes hicieron trampa flagrantemente y, como en el caso de Margarita Zavala, aún así su nombre será una opción para un país en desgracia.

El Congreso Nacional Indígena (CNI), red de pueblos de la que surgió el CGI y su vocera Marichuy, con el apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el acompañamiento de la asociación civil Llegó la Hora del Florecimiento de los Pueblos, se colocaron en un tinglado ajeno a su práctica política y, aunque denunciaron las múltiples irregularidades de un proceso elitista y racista, no se victimizaron y trabajaron hasta el último minuto del pasado 19 de febrero, fecha límite para la entrega de las más de 800 mil firmas solicitadas por el INE para validar su candidatura. Con cerca de 300 mil apoyos lograron el reconocimiento, incluso oficial, de haber protagonizado la única campaña honesta y, al mismo tiempo, la de menos recursos económicos.

Desde que anunciaron su participación en esta etapa preelectoral, se propusieron como objetivo visibilizar las luchas de abajo y llamar a la organización. Y así lo hicieron. Caminaron sin descanso por el México empobrecido y olvidado. No privilegiaron los actos masivos, sino el encuentro cercano, y con paciencia fueron hilvanando y explicando su propuesta. Mientras Marichuy e integrantes del CGI recorrieron pueblos y rancherías, los miles de auxiliares colocaron mesas de recolección de firmas en diversos rincones del país, desde los más concurridos hasta los más inhóspitos, y ahí recibieron las firmas, pero también las agresiones de la policía, e insultos de simpatizantes de un candidato que los acusaba de dividir a la izquierda. Sin respuesta se quedaron las majaderías de quienes hoy se deben estar tragando sus palabras. Hoy por hoy el CGI continúa representando la única propuesta anticapitalista que existe en el país, al menos en el tinglado electoral, pues es sabido que no son pocos los pueblos que dentro y fuera del CNI libran sus propias luchas contra el despojo neoliberal.

La reflexión colectiva encaminará los siguientes pasos de quienes protagonizaron un proceso que, de cualquier forma, ya tiene un lugar en la historia. Y lo que falta.

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