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México, diplomacia de oropel

Trump: cada día más salvaje

EPN: ¿silencio o entreguismo?

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iez días atrás, con una sonrisa de oreja a oreja, la secretaria estadunidense de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen, visitó nuestro país para dejar en claro –según dijo– que nadie debe subestimar la fuerza y el compromiso de mi gobierno con la alianza entre Estados Unidos y México; somos vecinos, aliados y amigos, con una relación fuerte y sana.

Y en aquella ocasión el aprendiz Luis Videgaray se deshizo en elogios para la funcionaria gringa: Gracias por venir a México con una actitud tan constructiva, tan abierta al diálogo y, sobre todo, de trabajar y dar pasos concretos para acercar más a México y Estados Unidos, para hacer más fuerte la relación en beneficio de los estadunidenses y, por supuesto, de los mexicanos, está usted en su casa. Muchas cosas buenas están ocurriendo en la relación de trabajo entre México y Estados Unidos y se seguirá avanzando por esa ruta.

Diplomacia de oropel, desde luego, porque ayer la misma Nielsen anunció que el esquizoide de la Casa Blanca ordenó la movilización de la Guardia Nacional en la frontera con México para evitar el ingreso de inmigrantes clandestinos, decisión que, si bien forma parte del ejercicio soberano de Estados Unidos, ni lejanamente corresponde a su azucarada declaración del pasado 26 de marzo.

De hecho, Nielsen fue más allá y detalló que los departamentos de Defensa y de Seguridad Interna recibieron la orden de trabajar con los gobernadores para desplegar la Guardia Nacional y ayudar a la patrulla fronteriza; los planes están siendo finalizados y tomará tiempo para que el despliegue ocurra, pero estamos moviéndonos rápidamente para definir el cómo, quién, dónde y cuándo. No vamos a permitir que niveles anteriores de inmigración ilegal se conviertan en la norma; más de mil personas por día, 300 mil al año violan la soberanía del país al ingresar clandestinamente.

De ese tamaño es el compromiso real del gobierno de Donald Trump, quien los pasados dos años y pico (desde los tiempos de su campaña electoral) se la ha pasado denostando y chantajeando a su aliado y amigo.

Y como era de esperarse, la respuesta de Enrique Peña Nieto fue evasiva, prácticamente silenciosa: Vamos a esperar los términos para dar una posición muy clara; la fijaremos con toda claridad a partir del esclarecimiento por el gobierno de Estados Unidos; esperemos que llegue el momento; será a través de la cancillería que el gobierno mexicano esté fijando una posición clara frente a cualquier determinación que tome el gobierno de Estados Unidos, y todavía no ha ocurrido; el esclarecimiento solicitado por el gobierno mexicano dará la pauta para fijar posición.

Lamentablemente, esa ha sido la norma del inquilino de Los Pinos a la hora de responder los insultos y ataques del salvaje de la Casa Blanca. “Después… veremos… lo analizamos…”, sólo evasivas. En este sentido, cómo olvidar la invitación y trato de jefe de Estado que la pareja presidencial (Peña Nieto y Videgaray) le brindó al salvaje candidato gringo en agosto de 2016, en medio de una catarata de insultos y agresiones en contra de los mexicanos.

Y en este tenor, cómo estará el ambiente que hasta los sempiternamente evasivos integrantes del Senado ayer se dieron el lujo de consensuar un pronunciamiento, en el sentido de exigir a Peña Nieto suspender la colaboración con Estados Unidos en materia migratoria y de lucha contra el crimen organizado, mientras no cese el trato hostil e irrespetuoso que ha prevalecido del mandatario estadunidense hacia México y los mexicanos.

De acuerdo con la crónica parlamentaria de La Jornada (Andrea Becerril y Víctor Ballinas), todas las fuerzas políticas (representadas en el Senado) avalaron ese pronunciamiento, que incluyó también un llamado a los congresistas estadunidenses para que pidan a Trump cambiar la forma ofensiva como se ha conducido con México, ya que impide la construcción de una relación bilateral eficaz para resolver los retos comunes.

La presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, Laura Angélica Rojas, leyó el pronunciamiento en el que el Senado rechaza, de manera contundente y firme, la forma en la que el presidente Trump se ha conducido con México y con los mexicanos desde que era candidato y, ahora, a lo largo de lo que lleva en el gobierno. Derivados de nuestra vecindad, trabajamos en la solución de los retos comunes de manera coordinada con Estados Unidos y, por ejemplo en los temas de combate al crimen organizado, a pesar de lo importante que es para ambos países no sólo a nivel de gobierno, sino sobre todo a escala de los pueblos, la importancia de esta relación, de todo lo que está en juego, el mandatario Trump se ha comportado permanente y sistemáticamente de una manera que para el Senado es inaceptable e intolerable. Su conducta ha sido no sólo irrespetuosa, sino insultante. Ha estado basada en prejuicios y desinformación y ha hecho uso frecuen-te de la amenaza y el chantaje.

Lo que se registra en la materia descrita se reproduce en el ámbito comercial. La falta de respeto y el chantaje permanente ha sido la política negociadora de Trump en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y el gobierno peñanietista agacha la cabeza, permanece en silencio y acepta lo que le pongan en enfrente con tal de no perder su participación en el mecanismo hasta ahora trilateral.

Una cosa es el intercambio de piropos en público (Nielsen-Videgaray, por ejemplo) y otra muy distinta la realidad. A golpe de insultos y amenazas, el esquizoide de la Casa Blanca pretende modernizar el TLCAN y desde el inicio la administración peñanietista se ha visto flojita y cooperando, en el entendido de que la actualización del acuerdo comercial será al gusto de Trump, de tal suerte que los gobiernos mexicano y canadiense prefirieron ceder antes de que les dieran un portazo en la cara. Lo dejaron pasar y él arrasó.

De hecho, ayer desde Ottawa, se informó que Estados Unidos, Canadá y México podrían anunciar en breve un acuerdo para actualizar el TLCAN. Los tres países habían avanzado en la demanda de Washington de que el contenido estadunidense de los vehículos fabricados en las naciones que integran el tratado se incrementara de 62.5 a 85 por ciento, algo que, por cierto, México aseguró que de ninguna manera aceptaría (Ildefonso Guajardo dixit).

Las rebanadas del pastel

Gracias al apoyo y constancia de todos ustedes, hoy le ponemos la velita número 17 a México SA. ¡Salud!

Twitter: @cafevega