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Obispos se oponen a la militarización de la frontera
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de abril de 2018, p. 4

Obispos de la frontera norte y el Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se pronunciaron por la dignidad de los migrantes. En un texto dirigido a la población y a los presidentes de México, Enrique Peña Nieto, y de Estados Unidos, Donald Trump, expusieron que el único futuro posible para la región es el edificado con puentes de confianza y desarrollo compartido, no con muros de indignidad y de violencia.

Rechazaron también que la frontera sea zona de guerra, como expresaron obispos estadunidenses. Al contrario, está llamada a ser ejemplo de vinculación y corresponsabilidad.

Los obispos resaltaron que por primera vez en la historia de la Iglesia católica en México se dirigen a las dos naciones, independientemente de sus convicciones religiosas, con motivo del despliegue de tropas de la Guardia Nacional estadunidense en el límite territorial con el país.

Los migrantes no son criminales, sino seres humanos vulnerables que tienen auténtico derecho al desarrollo personal y comunitario, expresaron.

La Iglesia católica no puede pasar de largo ante el sufrimiento de nuestros hermanos migrantes que buscan mejores condiciones de vida al cruzar la frontera para trabajar y contribuir al bien común, no sólo de sus familias, sino del país hermano que los recibe.

Señalaron que no toda decisión política o militar, por el mero hecho de promulgarse o definirse, es de suyo justa y conforme a los derechos humanos.

Por ello deseamos repetir lo que dijimos hace un año: el grito de los migrantes es nuestro grito. ¡Su dolor es nuestro dolor!

Responsabilidad de gobiernos

Destacaron que tanto la presente administración como las pasadas tienen una grave responsabilidad al no haber creado las oportunidades suficientes de desarrollo para nuestro pueblo pobre y marginado.

Frente al proceso electoral, expusieron que nuestra incipiente democracia tiene un enorme reto en el futuro próximo: escoger a quienes deben de realizar de manera honesta, sin corrupción e impunidad, un cambio histórico que ayude a que el pueblo de México realmente sea el protagonista de su desarrollo, con paz, justicia y respeto irrestricto a los derechos humanos.

El pronunciamiento fue firmado por obispos de Monterrey, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Baja California Norte y Sur, entre otros.