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Conmoción en España por el deceso de Pitol, erudito infatigable

Orfandad en la lengua española
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José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, cuando el primero cumplió 70 añosFoto archivo Sergio Pitol
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 13 de abril de 2018, p. 9

Madrid.

El escritor mexicano Sergio Pitol dejó honda huella en España, país con el que no sólo mantuvo estrecha relación intelectual y creativa, sino también un sitio en el que vivió y se sintió reconocido, leído y celebrado.

Algunos de sus galardones más importantes, como el Premio Cervantes de 2005, se los dieron en tierras ibéricas, donde se recibió la noticia de su fallecimiento con conmoción. Sus colegas y amigos recordaron a ese erudito infatigable que leía y escribía sin parar, que lo mismo traducía las obras más complejas y curiosas de Anton Chéjov, William Faulkner o Malcolm Lowry que narraba sus bitácoras de viajes y las convertía con su mirada singular en obras literarias que hoy son su gran legado.

Minutos después de terminar un pleno en la Real Academia Española (RAE), su director, Dario Villanueva, explicó a La Jornada que el mundo académico y literario de la lengua se había quedado huérfano de uno de sus grandes creadores.

Estoy muy afectado por la pérdida de una figura tan destacada. Pitol, al que conocí el día de la entrega del Premio Cervantes, es un escritor que en mi opinión representa las esencias de la vocación literaria y un lector curioso y mordaz de los grandes autores del siglo XX.

El máximo representante de la RAE reconoció que la obra de Pitol que más le atrae son sus textos de autoficción, como El arte de la fuga o El mago de Viena. Sergio es un escritor de profundas raíces mexicanas, pero al mismo tiempo ha viajado mucho, ha tenido una serie de contactos con otras lenguas, y por tanto tiene esa dimensión enraizada en su patria y en su tierra pero con una visión cosmopolita. Así que lo mejor que podemos hacer desde la RAE es promover la continuidad de la lectura de un autor tan crucial para la literatura del siglo XX y XXI, quien además fue un promotor y traductor de otros universos literarios de otras lenguas. Así que hay que leerlo y difundirlo porque un autor desaparece sólo cuando deja de ser leído, así que ahora hay que leerlo más que nunca y consagrarlo a través de sus libros, a pesar de que todos estemos abatidos y tristes por su muerte.

Buscador de incunables

Pitol, antes de que sus dolencias lo obligaran a refugiarse en su casa de Xalapa, era visitante asiduo de Madrid y Barcelona. Siempre iba los anaqueles de literatura iberoamericana en las librerías, donde se perdía durante horas en sus curiosidades. También hurgaba en los libros antiguos, siempre en la búsqueda de alguna obra incunable para llevarse a México como una preciada reliquia.

En uno de sus viajes, en entrevista con La Jornada, explicó esa fascinación por el mundo editorial, al que estuvo tan ligado como traductor, autor y lector: “Hay libros y cuentos que en el momento de escribirlos me han producido una felicidad enorme. Es el momento de la escritura, cuando llega el tema y los detalles y ves que la literatura lo capta bien. Lo que hago en mi vida es escribir, igual que un buen carpintero pule la madera para hacer bien el mueble… Escribo sobre una serie de escritores, que son como una liga de mi obra completa. No escribo sobre ellos desde una forma académica, sino desde mi relación más íntima con los que más me han gustado. Yo, por ejemplo, no podría escribir sobre un libro que no me gustara o que me aburriese, siempre he escrito sobre lo que me ha gustado. Entonces cada libro es más una crónica de felicidad, de la felicidad vital que da la buena lectura, los amigos, los amores, los viajes y los momentos de vida que son privilegiados.”

El ministro de Educación y Cultura del gobierno español, Íñigo Méndez de Vigo, dijo: Es muy triste recibir la noticia de la muerte de Sergio Pitol. Con su desaparición se pierde uno de los grandes escritores que han contribuido a enriquecer el legado literario en español. Un escritor que ha ejemplificado un modelo singular de personalidad, en el que la letra y la vida se encuentran perfectamente imbricadas.

El prestigioso crítico literario del diario La Vanguardia y amigo de Pitol, Juan Antonio Masoliver, también reconoció su profundo pesar, pero sobre todo su frustración en los últimos años en los que le resultaba difícil, cuando no imposible, comunicarse con el fallecido: “Mi relación empezó hace más de 30 años, a través de Tito Monterroso y de Margo Glantz. Pero aparte del amigo, me interesaba el escritor y el cuentista. Domar a la divina garza o Trilogía de la memoria y El arte de la fuga lo convierten en uno de los más grandes escritores en la historia de México.”

Vuelta de tuerca al boom

El crítico literario Fernando Rodríguez Lafuente, quien dirigió durante varios lustros el prestigioso suplemento cultural del diario ABC y fue durante varios años jurado del premio Cervantes, exaltó la figura de Pitol.

“Él significó una vuelta de tuerca a la generación del mal llamado boom latinoamericano. Él es la sofisticación literaria a través de un vasto conocimiento y de un viajar constante a través de países y literaturas. De su libro El arte de la fuga recuerdo una frase de Cardoza y Aragón que rezuma su carácter borgiano y exquisito, que decía: ‘Quien no relee a Alfonso Reyes es que no lo ha leído’. Ahí está la metáfora de su propia vida. La fuga de su propia realidad para crear a su propia realidad. En el fondo creo que era un adelantando a la posmodernidad y de la novela dialógica.”

Rodríguez Lafuente no dudó en afirmar que los tres grandes escritores del siglo XX mexicano son Juan Rulfo, Juan José Arreola y Sergio Pitol. “Por la singularidad y diversidad de su literatura, los tres complementan la riqueza literaria del siglo XX mexicano.

Es difícil encontrar algo así en otros países, que haya aspectos tan diversos y tan singulares en una misma época y región. Pero además Pitol es irrepetible e inimitable; por eso su influencia en la literatura española del siglo XX es fundamental.