Opinión
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Ciudad Perdida

El debate: primero de tres

Sesión de propuestas y ataques

Reconocen males y ofrecen curas

L

a Ciudad de México bien vale un debate, pero lo de ayer advierte que será desde el trabajo de los habitantes de la capital desde donde tendrá que orientarse el rumbo que deberá tomar la capital del país.

Como estaba previsto, las propuestas se salpicaron de ataques de quienes menos oportunidad tienen en contra de los más favorecidos por las encuestas, hasta el momento, y además no faltó, como debería, la andanada en contra de Andrés Manuel López Obrador, que rondó el debate, en los temas que se tocaron, a veces con falsedades, a veces con críticas certeras.

Pero desde luego, sin mayor sorpresa seguramente, las acusaciones en contra de Claudia Sheinbaum que se lanzaron desde las trincheras del PRI y de la alianza PRD-PAN no se fueron sin respuesta porque la candidata de Morena fue muy bien preparada y pudo responder con tranquilidad y firmeza a cada uno de los ataques vertidos.

Desde luego, a partir de la imposibilidad de triunfo que hoy les muestran las mediciones, casi todos los debatientes se lanzaron a prometer imposibles o a provocar con falsedades un enfrentamiento que se evitó con serenidad, y que permitió que las propuestas fluyeran.

Al término del evento, las caras de los debatientes decían mucho. Arriola parecía desconcertado; sus argumentos, dichos y redichos de los días recientes eran, entonces, previsibles, y por tanto inocuos. No dieron en el blanco.

Alejandra Barrales, la de mayor experiencia política entre los asistentes, tampoco logró mellar el ánimo de Sheinbaum, y eso porque desde el PRI, Mikel Arriola se encargó de menoscabar su credibilidad, acusándola de haber logrado bienes que no se podrían conseguir con los dineros que ella ha ganado en su carrera, discurso que sin tener una respuesta contundente no ha evitado el daño.

La candidata de Morena parecía contenta, seguramente porque esperaba sorpresas que no se dieron, y tomó una confianza que no le es muy común. Se le atacó con los mismos argumentos que desde hace un par de meses, y ella se preparó para repelerlos, sin despeinarse.

El ejercicio es bueno, pero de pronto era como un laberinto de ideas que se iban pareciendo, que se traslapaban y sólo marcaban leves diferencias. Fue curioso ver y oír a la representante del Partido Verde, Mariana Boy, quien seguramente se equivocó de partido y fantaseó sobre lo que ella podría hacer como jefa de Gobierno ¿desde el Partido Verde?

Total, el primer debate entre quienes quieren gobernar la ciudad más importante del país, la capital de México, nos dejó la idea de que todos saben cuáles son los males que aquejan a la ciudad y cómo se pueden resolver, y cada uno tiene, con sus matices, una respuesta para ello.

Lo malo es que de pronto la necesidad de sobresalir hizo que se lanzaran ideas y más ideas que aparentemente no tienen pista de aterrizaje, y como ya dijimos, eso sirve para crear un mundo de confusión que es veneno para la elección, pero hay algo que debe pensarse como lo más importante de este encuentro: retomar el control del gobierno.

De pasadita

De verdad, una de las cosas que fueron de llamar la atención fue la conducción de Javier Solórzano, quien supo mandar, dar a cada uno, con firmeza, el turno y el tiempo que requirieron; lo único que debería revisarse es si al conductor le tendrían que poner también un reloj para que midiera sus intervenciones, que en ciertos momentos parecieron inútiles, aunque debemos decirlo, es de lo mejor que se ha visto en este tipo de ejercicios.