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México SA

Inflación sin control

Se les fue de las manos

Morena: otro autogol

C

ero y van tres. Como en los procesos electorales de 2006 y 2012, en el actual crecen las advertencias y el ruido sobre el peligro de cambiar de caballo a la mitad del río (el jinete sin cabeza Vicente Fox dixit, en sus tiempos como inquilino de Los Pinos), y se repite el desgastado guion: si ya saben quién gana los comicios, el tipo de cambio se irá a las nubes, la deuda pública se incrementará velozmente, la economía crecerá muy poco, se perderá todo lo que hemos ganado, la fuga de capitales no se detendrá, la crisis estallará y, en fin, el nivel de vida de los mexicanos se irá a pique. El caos, pues.

Es la misma gata, pero más que revolcada. El problema es que esa desgastada campaña de miedo esconde el hecho de que en las elecciones de 2006 y 2012, haiga sido como haiga sido los candidatos oficiales (léase los prianistas) terminaron en Los Pinos, y que pese a ello todos los pésimos augurios en materia económica se materializaron, y de qué forma: devaluación, deuda en niveles inmanejables, economía estancada, fuga de capitales, crisis y caída libre en el bienestar de los mexicanos, entre otras gracias, sin olvidar la corrupción galopante y el creciente grado de inseguridad y violencia, con más de 240 mil muertos y 30 mil desaparecidos, de tal suerte que el verdadero peligro para México fue la dupla Felipe Calderón-Enrique Peña Nieto.

A pesar de los desastrosos resultados de la parejita presidencial (Fox y Martita), en junio de 2006, a escasos días de los comicios presidenciales y pasándose la ley electoral por el arco del triunfo, el Consejo Coordinador Empresarial (en ese entonces con José Luis Barraza como cabeza visible) gritaba histéricamente para evitar el riesgo de cambiar de rumbo, porque apostarle a algo distinto implicaría retroceso.

Pero no sólo la citada cúpula empresarial mexicana atizaba la campaña (organismo que nació inyectando miedo a la sociedad: Vienen los comunistas). Coincidentemente otro análisis advertía sobre el peligro electoral. Dos semanas antes de los comicios de 2006, la trasnacional financiera española BBVA (cuyo presidente recién fue condecorado con la Orden del Águila Azteca por el gobierno de Peña Nieto) subrayaba que el nerviosismo por el resultado comicial puede tener impacto en las decisiones de consumo e inversión y frenar la recuperación que ha mostrado la economía mexicana (por cierto, ésta creció a una tasa anual promedio de 2.3 por ciento con el ahora ex presidente mariguanero, es decir, 35 por ciento menos que en el sexenio zedillista); la situación política interna constituye un factor de riesgo para la economía mexicana similar al efecto negativo que tendría un menor crecimiento y un repunte de la inflación en Estados Unidos.

A la campaña del miedo se sumaron la televisión (Fox recién había palomeado la ley Televisa y tocaba pagar), las cadenas de radio y la mayoría de los medios, subrayando aquellos del caos económico si a Los Pinos llegaba ya saben quién. Y la pandilla lo logró: en la residencia oficial se instaló el repugnante Felipe Calderón y gentuza que lo acompañaba (uno de esos elementos hoy se presenta como candidato independiente).

Y lo dicho: se materializaron todas las tenebrosas predicciones que cubrirían de negro a México, pero con Felipe Calderón en Los Pinos. Sexenio de muerte, inseguridad, impunidad, corrupción, crisis, devaluación, economía raquítica (prometió 5 por ciento de crecimiento, pero en los hechos a duras penas registró 1.9 por ciento), saqueo de los bienes nacionales… La plaga, pues. Pero, según decían, el peligro para México era otro.

Eso fue en 2006, pero el numerito se repitió seis años después, en el proceso electoral de 2012, cuando de nueva cuenta los organismos cúpula del sector privado se metieron hasta la cocina para inyectar miedo, lo mismo que las trasnacionales financieras y demás empresarios marca Forbes quienes, cual viles plañideras, repetían hasta la ignominia lo del peligro para México.

Allá por junio de 2012, a escasas dos semanas de los comicios, el Consejo Coordinador Empresarial (en ese entonces con Gerardo Gutiérrez Candiani como cabeza visible; por cierto, en julio de 2016 este personaje fue designado por Peña Nieto como titular de la autoridad federal para el desarrollo de las zonas económicas especiales, órgano desconcentrado de la Secretaría de Hacienda) se pronunció en contra de la reducción salarial de la alta burocracia, porque “si se pagan menores sueldos se tendrán funcionarios de menor calidad; disminuir los ingresos de los burócratas que más ganan también podría generar más corrupción (lo mismo dice Javier Lozano Alarcón, y ya ven: recibe regalos de los huachicoleros); si hacemos un ejercicio donde cada vez les paguemos menos a los que más responsabilidad tienen, al rato vamos a tener gente de acuerdo con los niveles que pagamos y no de las responsabilidades que tienen”. ¿Quién proponía tal reducción? Pues ya saben quién, el mismo que en aquel entonces calculó un ahorro cercano a 300 mil millones de pesos si los sueldos de la burocracia dorada se reducían a la mitad.

Todo ello aderezado con los apocalípticos estudios serios de las trasnacionales financieras y demás botanas rancias. El hecho es que a Los Pinos arribó Enrique Peña Nieto, quien entre tantas otras cosas prometió que con sus reformas la economía crecería 5 por ciento anual en el último bienio de su mandato. Lo cierto es que a duras penas el sexenio cerrará con una tasa promedio anual de 2.1 por ciento, en medio de la corrupción galopante, impunidad garantizada para los cuates, negocios jugosos para la famiglia, y más muerte e inseguridad que en tiempos de Calderón, lo que ya es decir. Pero, otra vez, insistían que el peligro era otro.

Y llegó el proceso electoral de 2018, con más de lo mismo: novedosa campaña de tengo miedo, los mismos pronunciamientos de la cúpula empresarial, idéntica propaganda negra y ya saben quién otra vez de candidato, sin faltar el ya tradicional estudio serio de una trasnacional financiera, Citibanamex en esta ocasión: Un triunfo de Andrés Manuel López Obrador es el resultado más probable en este momento; los cambios por él propuestos eventualmente generarían inconsistencias macroeconómicas en términos de las políticas monetarias, fiscales y comerciales, distorsiones a escala microeconómico y deterioro del escenario macroeconómico.

Las rebanadas del pastel

Entonces, ¿quieres que te lo cuenten otra vez?

Twitter: @cafevega