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AMLO, con la puntería y astucia de un gallo de pelea campeón

Estar siempre en favor de la paz lo hace un personaje relevante

Es el primer dirigente importante, significativo, que encabeza una aspiración de cambio nacional, que se ha mantenido en los márgenes del sistema legal y nunca ha permitido que estalle la violencia... hace conexión con las personas al decirles lo que ellas en el fondo de su alma creen

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José Agustín Ortiz Pinchetti habla en entrevista con La Jornada sobre su libro AMLO. Con los pies en la tierra, que presenta hoy en la Casa del Poeta, ubicada en Álvaro Obregón 73, colonia Roma, en Ciudad de MéxicoFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de mayo de 2018, p. 14

El abogado invoca teósofos y chamanes para decir que Andrés Manuel López Obrador se parece a un gallo de pelea.

–¿Que quiere vivir venciendo/ o si ha de morir, matando, como dice la pieza de Chabuca Granda?

–Sobre todo por sus movimientos de cabeza, porque le gusta el combate. Tiene la puntería y la astucia de un gallo de pelea campeón, y otra cosa que tiene es la terquedad. Este hombre va a vencer o a morir; bueno, esperemos que no se muera en ninguno de los casos, pero parece que su carrera política concluye en una especie de apogeo fantástico, llegando a ser presidente, o se margina y se va –responde José Agustín Ortiz Pinchetti, abogado, consejero del entonces mítico Instituto Federal Electoral ciudadano y secretario de Gobierno del Distrito Federal con López Obrador.

Para Ortiz Pinchetti, autor de AMLO. Con los pies en la tierra, una biografía autorizada del candidato de la Coalición Juntos Haremos Historia, López Obrador es un hombre tenaz, decidido, y que no se doblega. No es cierto eso de la ambición de poder. Si hubiera querido nada más el poder por el poder, habría negociado ser gobernador de Tabasco u otro puesto relevante.

Enseguida, extractos de la entrevista:

“AMLO es un hombre que ha caminado el desierto: es el primer líder importante, significativo, que encabeza una aspiración de cambio nacional, que se ha mantenido en los márgenes del sistema legal y nunca ha permitido que estalle la violencia. Esa es la clave para entender el plantón de Reforma… Porque había grupos que estaban dispuestos a morirse”.

–Fue la cadena que amarró al tigre.

–Exactamente. Muchos compañeros de Andrés, a los que nos escuchaba, estábamos en contra del plantón. Estar siempre en favor de la paz lo hace un personaje muy relevante; porque además está expresando que una actitud pacifista ya puede ser posible en México.

–Usted habla de que en AMLO ve una poderosa vinculación entre creencias religiosas y gestión política.

–No es algo que él me haya dicho en conversaciones. Lo percibo. La cosa vibrante que tiene su impulso se debe a una convicción religiosa. Es creyente y está seguro de que el camino es el cristianismo. Es católico, pero no está en el catolicismo histórico de México, sino está en una cosa que es una misión. Una misión que es un combustible interno que lo mantiene en la lucha, que lo hace que no renuncie a ella.

Además de que su madre, Manuela Obrador, era muy religiosa, Ortiz Pinchetti encuentra las raíces de las convicciones de AMLO en la cercanía con Carlos Pellicer, quien además de tener una poesía maravillosa era un hombre decidido y convencido de la reforma social, del cambio y de la causa de los indígenas.

–¿Se puede entender la conexión que López Obrador logra con la gente sin su paso por la Chontalpa, sin su relación con los indígenas de Tabasco?

–No, ahí está su núcleo. Redefinió su vocación verdadera e identificó el método con el que debía hablar con la gente en términos muy sencillos. Si lo comparamos con grandes oradores políticos, Andrés Manuel habla lentamente, piensa cada frase y lo que va a decir. ¿Por qué entusiasma?, ¿por qué la gente lo sigue? Cuando yo iba en las giras con él, aquí entre nos, yo me aburría, porque era el mismo rollo, reiterativo. Entonces me bajaba del templete y me iba a observar a la gente. No perdían palabra. Yo me lo imaginaba como a un maestro, una gente respetable que llega a una casa, se sienta frente a una mesa y está platicando con ellos y les está contando las cosas como él las ve, en forma en que ellos lo pueden perfectamente comprender. Nunca los subestima, no los imita, habla como lo que es: un intelectual clasemediero de origen rural, pero ya universitario, lector y escritor. Hace una conexión emocional con las personas al decirles lo que ellas en el fondo de su alma creen.

–Dicen los clásicos que el poder elige a sus opositores. En ese sentido, ¿Ernesto Zedillo eligió a López Obrador cuando fue presidente del PRD?

–Que lo estaban observando no me cabe duda. Tengo amigos en el PRI, y les pregunté cuándo comenzaron a observarlo. Creo que cuando quiso ser un reformista en el PRI, entonces empezaron a darse cuenta no sólo de que era un agitador, un caudillo, sino que tenía capacidad política. Al grado tal de que Carlos Salinas lo invita a su gabinete, siendo muy joven. El que porta el ofrecimiento fue Ignacio Ovalle, su primer jefe.

–Como opositor, otra fue su historia.

–Cuando se pasa a la oposición lo consideraron desde muy pronto un enemigo verdadero, no una gente que podrían anular, amansar, cooptar. Yo creo que vencer la resistencia de los tabasqueños a la oposición es una hazaña, es una de las cosas más importantes que hizo en su vida.

–Usted vio en 2012 como una campaña gris.

–Sí. No tuvo la vibración ni el colorido de la campaña de 2006. Ni hubo la respuesta popular… aunque al final, paradójicamente, con el movimiento de los estudiantes de la Ibero y después de que se generalizó, en mayo Andrés Manuel vuelve a tomar impulso y queda muy cerca de Peña. A pesar de las encuestas y de la compra masiva de votos.

–Y la estrategia del voto del miedo que hoy se recicla.

–Alguien dijo: La reacción ni aprende nada ni olvida nada. No pueden olvidar la buena época que han tenido por generaciones y tampoco han aprendido a hacer política en un tono distinto al de siempre. No se han modernizado y han ido dilapidando su capital político y negándose al cambio; no se han ajustado a la enorme evolución de la sociedad mexicana.

–¿Qué ve distinto en esta campaña?

–Para empezar, la situación del país, que es terrible, y eso cambia las cosas. O sea, el nivel de gente que está harta, que está dispuesta a hacer el cambio o a cooperar o a vivir el cambio es mucho mayor que nunca. Y mucho mayor que en 2012 y 2006.

El título de su libro, Con los pies en la tierra, es de alguna forma una respuesta a los detractores de AMLO.

–Recopilo muchas experiencias, notas, cosas que he escrito, para dar un testimonio veraz. Probablemente, como él dice, no soy objetivo; es mi amigo y lo admiro, pero hablo con la verdad sistemáticamente, no hay una reserva mental ni esquivo un tema doloroso o vergonzoso por favorecer a Andrés Manuel. Hablo de todo como lo siento. Creo que podría ser una aportación sobre todo para los jóvenes. No es un libro erudito lleno de notas de pie de página, es un relato, una crónica, como se la haría a mis nietos.

–En el espectro ideológico, ¿dónde está AMLO?

–Andrés es un liberal, pero un liberal con conciencia social. Y, por supuesto, esa convicción lo lleva a dar pasos en favor de las mayorías, pero no quiere tampoco debilitar o destruir a la clase pudiente, a los empresarios, se lleva bien con ellos. No hay nada más injusto que los escritores liberales le digan que es un conservador. Él se ve mucho en el espejo de don Daniel Cosío Villegas, porque es el único político que yo recuerde que ha estudiado a fondo a don Daniel, ha leído todas sus obras históricas, sus trabajos periodísticos, está imbuido en su pensamiento.

AMLO. Con los pies en la tierra (Ed. Harper Collins) se presenta este miércoles en la Casa del Poeta, Álvaro Obregón 73, colonia Roma. Participarán, entre otros, Tatiana Clouthier y el autor.