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Elecciones 2018

Quien tenga amor al partido, es hora de demostrarlo, exhortan los dirigentes

Relanzamiento de la campaña priísta, llamado a dar la pelea; es ahora o nunca
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Los dirigentes del tricolor hicieron un llamado a sus militantes a no arrugarse y apoyar a su candidatoFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de mayo de 2018, p. 4

En el principio fueron el candidato sin partido, su discreta ropa oscura y una súplica: Háganme suyo. Todo eso quedó atrás. Ayer, en un pequeño acto en la sede nacional del PRI, José Antonio Meade vistió una chamarra roja y lo acompañó de la retórica fúnebre que no entiende de tormentas en las redes sociales. Así sonó su llamado a la militancia para ponerse del lado correcto de la historia y jugársela a muerte para defender lo que queremos en este país.

A muerte, sí, aunque las huestes de los sectores no estaban para discursos. Lo suyo eran las porras, los tambores y las matracas. Las arengas del candidato y del flamante presidente del PRI, René Juárez Cisneros, se perdían a ratos en el duelo de porras de la CROC contra la CTM, de los cenecistas contra los petroleros.

El acto era, dijeron, para relanzar su campaña y retener la Presidencia de la República, misión para la que no les falta tiempo, según el candidato, porque en los 56 días que restan ¡vamos a demostrar de qué está hecho el PRI!

¿Alguien pidió anticipos? El primero: el aplauso que el candidato solicita para Enrique Ochoa Reza, defenestrado presidente del partido pese a que, dice Meade, encabezó una dirigencia marcada por el triunfo. Y el segundo, obvio: se veían difíciles las elecciones en Coahuila y el estado de México, pero el PRI se hizo del triunfo. ¿Cómo fue posible? En clave de libro de autoayuda, el ex secretario de Hacienda dice que sus candidatos ganaron porque estaban, y están, convencidos de que somos los mejores.

Los discursos de Juárez Cisneros y de Meade son, se supone, piezas que dibujan un golpe de timón, una nueva estrategia en el último trecho de la contienda. Y aquí está el viraje, en el candidato que al fin se viste de rojo y en los llamados a pasar de una campaña vertical a otra horizontal.

Ya no será José Antonio Meade quien, con su fama de honesto y capaz, arrastre al partido, sino justo al revés: los candidatos a regidores, diputados, senadores y gobernadores serán los que jalen, en una lucha metro a metro, puerta por puerta, a su candidato presidencial. Ahí quedaron para dar constancia las frases de Juárez Cisneros: El PRI nos necesita a todos, Quien tenga amor al partido, es hora de demostrarlo, Que se entienda bien: es ahora o nunca.

La campaña horizontal tiene sus límites, claro. Detrás del candidato, para la foto, toman lugar cuadros medios del partido. Aunque están ahí, abajo y según el recuento que hace Juárez Cisneros, ex presidentes del partido, el gabinete legal y ampliado, los gobernadores y los candidatos. La intención primera de Meade (háganme suyo), no es suficiente para que el aspirante a la Presidencia acepte una foto donde la nomenklatura haga de escenografía. El estado mayor está abajo, en la primera fila, donde los lugares de honor al lado del candidato son ocupados por Aurelio Nuño, Emilio Gamboa, Juana Cuevas y el jefe Meade, es decir, Dionisio, el padre del candidato.

René Juárez, alguna vez desbancado como el único gobernador negro por Ernesto Zedillo, es el encargado de última hora de una campaña que, en la opinión general, nunca entusiasmó a un país que le debe al PRI, si uno se atiene al discurso del candidato, prácticamente todo: la educación pública, la seguridad social, la seguridad.

A diferencia de Enrique Ochoa, Juárez sabe hablar a la militancia, aunque a estas alturas es difícil que la mera retórica mitinera del viejo partido consiga un repunte capaz de poner al candidato en la pelea real.

Juárez será el hacedor del milagro o el enterrador de las intenciones de continuidad del PRI mexiquense, el único verdaderamente existente, a fuerza de avasallar a los demás, durante el sexenio que corre.

El candidato intelectualmente formidable aparece de nuevo en la sede nacional del partido al que nunca quiso afiliarse. Hace dos meses, en el acto de aniversario, fue orador único. Ayer, generoso, compartió el micrófono con Juárez Cisneros, quien se despidió como gobernador de Guerrero tras inaugurar los bustos de Rubén Figueroa, padre e hijo.

La llegada del guerrerense se acompañó de la nueva frase de campaña, una suerte de confesión: Avanzando juntos, porque hasta ahora han caminado por su lado el candidato ciudadano, los vapuleados militantes de siempre avasallados por los groseros desplantes de Ochoa (ni Zedillo nos trató así, dijo un viejo priísta), la pretendida rudeza de Vanessa Rubio en las redes sociales y las obsesiones educativas (lo de educativas es un decir) de Aurelio Nuño.

En medio del desastre tira línea el viejo PRI, en voz de Juárez Cisneros: No nos enganchemos en discusiones inútiles. No perdamos el tiempo cuando el adversario nos quiere distraer. Hay que utilizarlo hablando bien de los nuestros, de la confianza que inspira nuestro candidato.

Y para no perder tiempo, el acto de relanzamiento de la campaña se consuma en 42 minutos, sin interrumpir nunca la circulación de vehículos en la avenida de los Insurgentes.

Para decir lo que había que decir no hacía falta más tiempo: Avanzando juntos, reza el lema del relanzamiento. La otra lectura caminará casa por casa, voto a voto, lo que resta de la campaña: Vencemos o nos hundimos juntos.