Opinión
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México SA

¿Quieren NAICM?

Barones: a pagar

Dólar, a 20.03 pesos

A

terrorizados ante la posibilidad de perder uno de sus muy rentables negocios a costillas del erario, los –hasta ahora– beneficiarios de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) pusieron el grito en el cielo ante la posibilidad de que ya saben quién sea el próximo presidente del país y, como anunció, revise los jugosos contratos otorgados de dicha terminal.

Desde marzo pasado López Obrador fue muy claro, y reviró en abril: de ganar las elecciones revisaré los contratos del aeropuerto y llamaré a los involucrados para convencerlos de que no es un buen negocio para la nación ni para los mexicanos, (pero sí) para un pequeño grupo. Voy a buscar a los empresarios contratistas para convencerlos de que podemos resolver el problema de la saturación del actual aeropuerto con mucho menos dinero, haciendo dos pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucía.

De inmediato, Carlos Slim –uno de los beneficiarios– salió en defensa de la nueva terminal aérea y, en nombre de otros empresarios ligados –directa o indirectamente– a la megaobra, aseguró que cancelar el proyecto sería frenar el desarrollo, y autoritariamente sentenció que los candidatos a Los Pinos no tienen por qué meterse en ese asunto.

Y tras conocer el pronunciamiento de Slim, López Obrador contestó: El empresario está en su derecho de opinar lo que quiera, porque es parte de los contratistas que edifican el NAICM. Si es, como dice él (Slim), un buen negocio, que lo haga con su dinero. Si lo hace así, se le puede dar la concesión. Revisaremos los contratos del aeropuerto y llamaré a los involucrados para convencerlos de que no es un buen negocio para la nación ni para los mexicanos.

Sirva lo anterior de contexto para entender cómo, en tiempos electorales, se ha desarrollado el asunto del NAICM. Ello, porque a raíz de las más recientes declaraciones temáticas del candidato moreno (lunes pasado) algunos medios lo acusan de echarse para atrás, de modificar su postura, de contradecirse, de doblarse ante los barones y de tantas otras cosas.

Pues bien, resulta que durante los trabajos del 16 Foro Nacional de Turismo, López Obrador declaró que no está cerrado a dialogar con los empresarios sobre la construcción del NAICM, a cuya concesión, dijo, no se opone. A los dos días de la elección voy a estar tocando las puertas de Los Pinos, porque quiero hablar con el presidente (Enrique) Peña Nieto y un tema que llevaré para tratar es el del aeropuerto, para que de inmediato se conformen los equipos para la revisión y el análisis de lo que más conviene (La Jornada, Alma Muñoz).

No quiero cancelar la posibilidad de resolver el problema de la saturación del actual aeropuerto, pero sin inversión excesiva y sin corrupción. No destinaré la mitad de la inversión pública, que este año fue de 600 mil millones de pesos, sólo para una obra, cuando se requiere desarrollo en el país. No es cerrarnos (al diálogo), de ninguna manera. Es buscar lo que más conviene a México, y hablar con los empresarios. Cuando salió Carlos Slim a decir que era un gran negocio, nosotros dijimos adelante, por qué no lo hace con su dinero, si es un gran negocio, y la verdad, por qué no se concesiona. Yo no tendría ningún problema (ídem).

Así de sencillo: no hay contradicción alguna, pues lo que dijo en marzo y abril lo repite en mayo. Y tiene razón en el tema de la concesión del NAICM: si es tan buen negocio para el país, como dice Carlos Slim (“esta obra tal vez sólo sea comparable con el Canal de Panamá, no por la inversión, sino por sus efectos económicos y sociales), entonces que lo construya con su dinero (no con los del erario ni con los ahorros de los trabajadores) y el de sus amigos que han obtenido contratos para la construcción de la nueva terminal.

De llevarse a la práctica esa opción (de concesionarse, pues), de inmediato veríamos cómo se reducen los presupuestos, cómo rápidamente se desinfla el monto destinado a la construcción del NAICM, porque los dineros involucrados serán de los propios empresarios participantes y no los del Estado. Y si los privados en algo han sido más que eficientes a la hora de recibir paraestatales, concesiones y conexos, ha sido en sacar el machete y recortar absolutamente todo para ahorrar recursos y maximizar ganancias.

¿Quieren un aeropuerto con severos problemas de hundimiento? Bien, adelante, pero corresponderá a los concesionarios atender y pagar, a un precio elevadísimo, la bronca de reflotar la terminal aérea todos los años. ¿Quieren un nuevo aeropuerto de superlujo? Paguen por él y asuman los riesgos con su dinero y aténganse a las consecuencias, porque no tendrán derecho de cargar al erario abusos, errores o agandalles.

Por el lado de la concesión no habría mayor problema, y Carlos Slim es especialista en obtenerlas. Todos los aeropuertos del país están en esa condición (la primera cortesía fue de Ernesto Zedillo), salvo el de Ciudad de México, que a partir de 2015 es una empresa de participación estatal mayoritaria, de tal suerte que ya tiene participación privada.

Grupo Aeroportuario del Sureste (Asur) controla nueve terminales aéreas en México (Cancún es la más rentable de ellas) y alrededor de siete en Puerto Rico y Colombia. La cabeza visible es Fernando Chico Pardo, de siempre ligado a Carlos Slim y sus empresas.

También está el Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP, otra cortesía de Ernesto Zedillo), que controla 12 terminales aéreas (la de Guadalajara como joya de la corona, aunque tienen otras como Tijuana, Los Cabos, Puerto Vallarta y Manzanillo). La cabeza visible es Laura Díez Barroso Azcárraga, pariente del ex mandamás de Televisa.

Y el Grupo Aeroportuario Centro Norte (conocido como OMA, 13 terminales aéreas, con las de Acapulco, Monterrey, Ciudad Juárez y Culiacán entre las más jugosas), en donde la cabeza visible es Diego Quintana Kawage, aunque tras bambalinas aparece el tóxico barón Germán Larrea, propietario de 30 por ciento de las acciones. Esta concesión también fue un detallito de Ernesto Zedillo para el gran capital.

Las rebanadas del pastel

Temblad, mexicanos deudores, que de nueva cuenta George Washington abrazó a Benito Juárez: ayer el dólar se vendió a 20.03 micropesitos en Bancomer… Y a la hora de ir a las urnas, no olviden que votar por el candidato que sólo habla de López Obrador y que no sabe cómo se titula su libro es lo mismo que votar por Luis Videgaray.

Twitter: @cafevega