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Economía moral

2018, año de elecciones y de importantes aniversarios. Bicentenario de Marx

1. Marx, científico creativo y revolucionario pasional y tenaz

E

ste año, además de decisivo en la vida de México por las elecciones presidenciales, es de muy importantes aniversarios en la vida del país y el mundo. Se cumplieron, el sábado 5 de mayo, 200 años del nacimiento de Karl Marx en Tréveris, Alemania; en mayo de 1968 empezó el movimiento estudiantil-obrero en Francia, que conmovió a esa nación europea y al planeta. Según Pablo Gómez (La historia también está hecha de derrotas, Porrúa, 2008), en 1968 hubo levantamientos de estudiantes en 65 países, incluido el de México, que comenzó a finales de julio. También tuvo lugar en Checoslovaquia un experimento político central para construir un socialismo con rostro humano, que se conoce como la Primavera de Praga. En Estados Unidos el movimiento por los derechos civiles de la población afroestadunidense, las protestas contra la guerra de Vietnam y las inconformidades de universitarios llegaron a su punto más alto. Las respuestas de los defensores del statu quo no se hicieron esperar: en abril de 1969 Martin Luther King fue asesinado; en agosto, la URSS y sus aliados invadieron Checoslovaquia, y en octubre el Estado mexicano masacró estudiantes y a otros manifestantes en Tlatelolco. Hoy me refiero a Karl Marx (KM), quien para mí ha sido el pensador social más importante de la historia humana. Su amigo, benefactor y coautor, Friedrich Engels (FE), ante su tumba (el 17 de marzo de 1883, en el cementerio Highgate, Londres) caracterizó así a Marx:

“El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días (…) Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado militante de Europa y América y la ciencia histórica han perdido con este hombre. Harto pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca. Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales y, por consiguiente, la correspondiente fase económica de de sarrollo (…) es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres, y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse; y no al revés, como hasta entonces se venía haciendo. Pero no es sólo esto. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas (…) Dos descubrimientos como éstos debían bastar para una vida (…) Pero no hubo un solo campo que Marx sometiese a investigación… en que no hiciese descubrimientos originales. Tal era el hombre de ciencia. Pero esto no era, ni con mucho, la mitad del hombre (…) Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar (…) al derrocamiento de la sociedad capitalista (…) contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quien él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones para su emancipación: tal era la verdadera misión en su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos (…) Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo (…) Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América (…) Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra,” (FE, “Discurso ante la tumba de Marx” en Marx y Engels, Obras escogidas en dos tomos, Moscú, vol. II, pp. 155-156).

Su nombre y su obra está viviendo a través de los siglos, en efecto. FE minimiza su propio papel en el desarrollo de la teoría materialista de la historia y en la lucha política. Está de moda entre muchos marxistas actuales ignorar a FE e incluso citar obras importantes de ambos como si hubiesen sido escritas sólo por Marx, como La ideología alemana (IA). Esto es injusto e incorrecto. En la Nota a la edición alemana, incluida en la versión en español de la IA publicada por Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, queda claro que FE había llegado, según él mismo, por su cuenta a las conclusiones fundantes del materialismo histórico de Marx, y cuenta porqué escribieron la IA:

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Portada de una de las muchas ediciones del Manifiesto comunista

En su trabajo Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas, dice FE: “En Manchester me había yo dado de bruces contra el hecho de que los fenómenos económicos, que hasta ahora no desempeñan ningún papel o solamente un papel desdeñable en la historiografía, constituyen una potencia histórica decisiva, por lo menos en la historia moderna; de que forman la base sobre al que surgen las actuales contradicciones de clase; y de que estas contradicciones de clase (…) sirven, a su vez, de fundamento de los partidos políticos, a las luchas entre los partidos y, por consiguiente, a toda la historia política. Marx no sólo había llegado a la misma concepción, sino que ya para entonces (…) (en 1844) la había generalizados en el sentido de que, en términos generales, no es el Estado el que condiciona y regula la sociedad civil, sino ésta la que condiciona y regula el Estado; de que, por tanto, la política y su historia deben explicarse partiendo de las relaciones económicas y no a la inversa. Cuando, en el verano de 1844 visité a Marx en París, se puso de manifiesto nuestra total coincidencia en todos los campos teóricos, y de entonces data nuestra colaboración.”

Lenin señaló, en algún escrito, que las tres fuentes del pensamiento de Marx, fueron la filosofía alemana (en particular Hegel), el socialismo francés y la economía política inglesa. Marx materializó la dialéctica hegeliana, le dio carácter científico al socialismo utópico francés y revolucionó la economía política inglesa. En el profundo y brillante capítulo 1 de su libro Karl Marx’s: theory of history. A defence (Oxford University Press, hay edición en español de Siglo XXI editores), Gerald A. Cohen muestra las similitudes y diferencias entre Hegel y Marx (pp. 26-27).

“Dijimos que la concepción de la historia de Marx preserva la estructura de la de Hegel, pero la dota de un nuevo contenido. Para Hegel (…) la historia muestra una expansión de la conciencia que se va dando forma en culturas, que se auto-subvierten a través de su éxito en hacer avanzar el nivel de conciencia. La estructura de su concepción de la historia está dada por las palabras en itálicas en la siguiente exposición sintética de ella:

‘La historia es la historia del espíritu universal (…) que experimenta crecimiento del autoconocimiento, cuyo estímulo y vehículo es una cultura, que perece cuando ha estimulado más crecimiento que el que puede contener.’

Para Marx (…) las formas importantes no son culturas, sino estructuras, y el rol de la conciencia [autoconocimiento] lo asumen las fuerzas productivas en expansión. La siguiente frase, cuando se lee conjuntamente con la de Hegel exhibe la identidad estructural de ambas doctrinas a través de su diversidad de contenidos:

‘La historia es la historia de la actividad humana, que experimenta crecimiento de las fuerzas productivas, cuyo estímulo y vehículo es una estructura económica, que perece cuando ha estimulado más crecimiento que el que puede contener.’

Los órdenes sociales (construidos con base en estructuras económicas) remplazan formas culturales, y el desarrollo de las fuerzas productivas suplanta el de la conciencia [autoconocimiento], pero la relación entre el primer y el segundo miembro de cada par es la misma. Pero también es diferente, pues podemos atribuir a Marx, pero no a Hegel, no sólo una filosofía de la historia, sino también lo que merece llamarse una teoría de la historia, que no es una construcción reflexiva, distante, de lo que ocurre, sino una contribución al entendimiento de su dinámica interna.”

En próximas entregas abordaré tres aspectos del pensamiento de Marx que, en mi opinión, pueden y deben desarrollarse: a) la teoría del valor para que sea válida no sólo para procesos de trabajo continuos, sino también discontinuos; b) la antropología filosófica de Marx para profundizar en lo que él llamaba el ser humano rico, apoyándome en diversas escuelas de sicología contemporáneas, y c) su concepción del límite objetivo del capitalismo al cual nos va acercando la automatización creciente; y qué hacer al respecto.

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