Opinión
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Pasión teatral
Y

a hemos hablado de la pasión que ha existido por el teatro en México, que se remonta a la época prehispánica cuando se celebraban grandes representaciones de carácter ritual, en las que participaba la población. Después de la Conquista, esto fue aprovechado por los frailes para la evangelización y por empresarios que instalaban carpas en las plazas, que al paso del tiempo se convirtieron en teatros.

Una buena muestra de que ese gusto continúa vivo es el Centro Cultural del Bosque (CCB), que ya tiene cerca de 60 años de ofrecer en sus ocho teatros, uno dedicado a la danza y un foro al aire libre, una variada oferta artística que suele ser de gran calidad.

Increíblemente, su origen fueron unas instalaciones hípicas que mandó construir el presidente Miguel Alemán, a raíz de que el coronel Humberto Mariles ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948. El equipo obtuvo dos preseas doradas, una de plata y otra de bronce. El entusiasmo por el gran triunfo de México llevó al mandatario a ceder una parte del campo Marte en Chapultepec a la práctica y exhibición ecuestre.

Se inició un ambicioso proyecto, vino el cambio de gobierno y el nuevo decidió detenerlo al aducir que era demasiado ambicioso y de alto costo. Optaron por reconvertir lo que se había comenzado y transformarlo en un centro cultural dedicado a las artes escénicas.

El coliseo ya comenzado se convirtió en el Auditorio Nacional, las caballeri- zas, en el teatro del Bosque, que hace unos años se nombró Julio Castillo, y el granero para el forraje se transformó en el acogedor espacio que lleva ese apelativo.

Poco a poco se fueron construyendo los otros teatros, oficinas, un espacio infantil que tiene una fuente con esculturas, obra del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, uno de los autores de la magna obra y la escultura Las artes escénicas, de Luis Ortiz Monasterio.

Así comenzó lo que ahora conocemos como Centro Cultural del Bosque (CCB), el complejo más grande de México, único en el mundo en su género, con el cometido social de promover, producir y difundir teatro, danza y música.

En sus instalaciones también se encuentran las oficinas de la Coordinación Nacional de Teatro, la de Danza, el área artística de la Compañía Nacional de Danza, la Escuela Nacional de Danza Folklórica, el salón de ensayos de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes y las oficinas de la dirección general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). El remate es una luminosa y bien surtida librería de arte, Educal, y una grata cafetería con terraza.

Un buen plan para el fin de semana es ir al CCB, darse una vuelta por la librería, tomar un buen café y disfrutar una obra de teatro.

Hasta el 3 de junio hay la oportunidad de ver El sueño de la mantarraya, la isla de Clipperton, una obra excelente basada en una historia real que llevó a diversos escritores, entre otros, Laura Restrepo a novelarla. En La isla de la pasión se cuenta la trágica historia que vivió un grupo de mexicanos al intentar que no dejara de pertenecer a México, lo que finalmente sucedió.

Inspirado en la novela, Alejandro Ainslie escribió, dirige y actúa, junto con un grupo de excelentes actores, una obra de enorme interés. Se presenta en El Granero, pequeño espacio íntimo, cuyas butacas prácticamente abrazan el escenario, lo que convierte al espectador en parte de la obra. La utilización de medios audiovisuales mediante una amplia pantalla, le imprime realismo y emoción.

El CCB es un oasis cultural en la Ciudad de México que debemos aprovechar; después de una semana extenuante de traslados, trabajo y problemas cotidianos, venir a gozar este espacio, creánme que es la mejor terapia que pueden tener.

A unas cuadras está la zona conocida como Polanquito, enfrente del precioso parque de Los Espejos o Lincoln, donde se encuentran decenas de sitios para tomar un tentempié o una copita. Los hay de postín hasta taquerías, es cuestión de gusto y... presupuesto.