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El Teatro Real monta en Madrid Street Scene, obra que firmó Kurt Weill cuando arribó a EU

Jazz y blues frente al drama social
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Escena de la ópera de Kurt Weill que se estrenó en 1946, en Estados Unidos, la cual recupera la raíz del desencanto por un modelo que va a la deriva, donde campean el hacinamiento, la violencia intrafamiliar, la desesperación económica y la explotación capitalistaFoto © Javier del Real/ Teatro Real
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 22 de mayo de 2018, p. 4

Madrid.

Un enjambre de casas minúsculas abarrotadas, con el hambre, la violencia intrafamiliar, la desesperación económica, la explotación capitalista y el desencanto por un modelo de civilización que va a la deriva como telón de fondo.

Un drama social y humano contado desde una música que se sale de la ortodoxia de la ópera, incluso la contemporánea; hay jazz, blues y un sinfín de referencias a los musicales de Broadway.

Street Scene, la ópera que firmó el compositor alemán Kurt Weill cuando emigró a Estados Unidos huyendo de la persecución nazi, se monta en el Teatro Real de Madrid, que desde hace unos años intenta ampliar su repertorio e incursionar en obras poco habituales en los círculos operísticos.

Explotación laboral y racismo

En los años 40 del siglo pasado en Estados Unidos, sobre todo en ciudades como Nueva York, había miles de personas que venían huyendo del desastre de la Segunda Guerra Mundial, de la depresión económica que asolaba Europa y de la persecución de los regímenes totalitarios que persistieron después de la caída de Hitler.

Eso provocó que un edificio de un barrio pobre de la ciudad de los rascacielos, el East Side Manhattan, se convirtiera en el escenario de la obra que firmó el escritor Elmer Rice, por la que ganó el Pulitzer en 1929.

En esa colmena convivían lacras y virtudes de la sociedad: violencia familiar, casi siempre tolerada; machismo recalcitrante, alcoholismo desaforado y brutalidad soterrada generada por el sistema capitalista al que habían arribado todos esos inmigrantes.

La explotación laboral era brutal, el desahucio por el impago del alquiler, implacable, sin piedad ni salida a familias con niños, así como un racismo creciente.

Rice y Weill se convirtieron en luchadores contra el fanatismo racial y religioso de su época; el primero denunció sistemáticamente los esfuerzos reformistas del siglo XIX, con imágenes literarias devastadoras sobre las condiciones de sobrevivencia de los inmigrantes y refugiados de Nueva York, de finales de los años 20: hacinamiento en viviendas sin servicios públicos y sin capacidad de reacción ante los incendios, y la propagación de enfermedades.

Cuando Weill leyó el libró entendió que ahí tenía una historia para enlazar las dos grandes escuelas por la que pretendía desarrollar su trabajo en Estados Unidos: continuar con su noción del teatro como lo había concebido y creado con su amigo Bertolt Brecht, y al mismo tiempo, introducir en su música reminiscencias de los géneros y ritmos del país al que llegaba y que explicaban mejor el drama social, como el jazz o el blues.

Cuando Weill la estrenó en 1946, la escribió para que se representará en los grandes teatros de Broadway, aunque la seguía considerando una ópera y hasta dijo que era su mejor obra.

A pesar de eso, el público de la época no entendía ese mestizaje y fue retirada de cartelera con tan sólo 148 representaciones.

Andar a la greña en los hogares

El director del Teatro Real, Joan Matabosch, la considera una ópera con todos los ingredientes y una obra maestra. Desde el punto de vista musical se trata de una partitura magistral, tremendamente heterogénea, que permite al compositor demostrar su dominio de todos los estilos, desde los más sofisticados hasta los más populares.

Esa obra adquiere vigencia y una lectura contemporánea, sobre todo a raíz del nuevo discurso supremacista en Estados Unidos.

La protagonista y soprano estadunidense Patricia Racette –en el papel de Anna Maurrant– advirtió sobre la deriva de su país, con un personaje como Donald Trump en el poder: No es tanto Trump el que me inquieta, con todo lo desagradable que me resulta. Actúa a la vez como un cerdo, un niño malcriado y un narcisista. Pero encuentro peores a los que lo han votado. Y provoca la división. Se las arregla para romper el clima de relaciones familiares. Polarizar la situación, que andemos a la greña dentro de nuestros propios hogares, como sucede en Street Scene.

(Funciones del 26 de mayo al primero de junio.)