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Denuncia el mandatario estadunidense que la FBI infiltró a un espía en su campaña

Inapropiada una reunión, ante la ira del régimen norcoreano: Trump

El magnate presume sus poderosas capacidades nucleares y dice que reza para no utilizarlas

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El presidente estadunidense, Donald Trump, y el líder norcoreano Kim Jong-un, aparecen en una pantalla de televisión en Seúl, Corea del Sur, al transmitir la noticia de la cancelación de la cumbre que sostendrían ambos gobernantes el próximo junio en SingapurFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 25 de mayo de 2018, p. 25

Nueva York.

El presidente Donald Trump libró dos ataques, uno externo al cancelar la cumbre con Corea del Norte (incluida una amenaza de guerra nuclear), y otro interno, contra los investigadores de su Departamento de Justicia.

Trump notificó a su contraparte norcoreana, Kim Jong-un, en una carta, la cancelación de la cumbre programada para el 12 de junio, y advirtió que las fuerzas militares estadunidenses están listas, si es necesario.

En la carta afirmó que como resultado de la tremenda ira y hostilidad abierta en recientes declaraciones del régimen norcoreano, es inapropiado sostener la reunión. Aparentemente, esto es en referencia a críticas norcoreanas por comentarios del vicepresidente Mike Pence y de otros funcionarios que advierten que Corea del Norte podría convertirse en la próxima Libia (donde después de ceder su programa nuclear, ese régimen fue derrocado, y su líder, Muammar Kadafi, asesinado en una intervención apoyada por Estados Unidos y otros países).

La decisión de Trump, que algunos calificaron de impulsiva, anuló el tono mesurado que había inyectado optimismo sobre un posible acuerdo y marcó un retorno a la retórica agresiva del año pasado, junto con la interrogante dentro y fuera de Estados Unidos sobre si existe o no una estrategia, o por lo menos un próximo paso.

Trump indicó que aún tiene esperanzas de programar otra cumbre y dejó claro que eso estaba en manos de los norcoreanos, si es que deseaban proceder hacia un diálogo constructivo, mientras informó que se impondrán las más severas sanciones a ese país en los próximos días.

Y aunque comentó que nadie debería estar ansioso, amenazó, en su carta dirigida a Kim: tú hablas de tus capacidades nucleares, pero las nuestras son tan masivas y poderosas que rezo ante Dios que nunca tengan que ser empleadas.

En el flanco doméstico, Trump ha desatado un feroz ataque para descarrilar y descalificar las investigaciones que se desarrollan en torno a la Casa Blanca. Esta semana exigió una contrainvestigación sobre la que realiza el Departamento de Justicia respecto de la injerencia rusa en las elecciones y la posible colusión de su campaña. Según las reglas tradicionales, un presidente no debe entrometerse personalmente en ninguna investigación federal para no dañar la autonomía de indagaciones federales y evitar que sean politizadas.

De hecho, legisladores republicanos han advertido a la Casa Blanca que el presidente debería evitar interferir personalmente en la investigación, ya que eso provoca comparaciones con Watergate, cuando Nixon atacó a los investigadores e intentó obligar al Departamento de Justicia a frenar las pesquisas.

En el transcurso de esta semana, Trump reiteró que esta investigación es una cacería de brujas llevada a cabo por el estado profundo criminal y acusó –sin ninguna evidencia– que al inicio de ésta, la FBI infiltró un espía en su campaña electoral con fines políticos; o sea, en su contra. Con ello, bautizó el escándalo que está intentando crear con esta acusación para descalificar la investigación como Spygate0.

Este jueves, en un tuit, el presidente acusó que esa investigación está empezando a parecer uno de los escándalos políticos más grandes de la historia.

Este jueves, en un acto que algunos califican de desastre, el Departamento de Justicia, la FBI y oficiales de inteligencia cedieron ante la demanda del presidente y mostraron a un grupo de legisladores federales documentos clasificados sobre los contactos de un informante secreto de la FBI con oficiales de la campaña electoral de Trump.

El uso de un informante –en este caso un académico experto en inteligencia– es común en este tipo de investigaciones, y expertos han señalado que de hecho la intención de la FBI era la opuesta justo de lo que ahora acusa el presidente, y que se trataba de no dañar la campaña de Trump al mantener todo esto secreto.

Trump aseguró el miércoles que los legisladores averiguarán por estos documentos que sucedieron muchas cosas malas y que si aparece lo que él sospecha, nunca habrá habido algo como esto en la historia de nuestro país.

Mientras tanto, todo indica que el equipo del fiscal especial Robert Mueller está procediendo rápidamente con la investigación, en la cual 19 personas y tres empresas rusas han sido acusadas de cargos criminales y/o han admitido ser culpables hasta la fecha, entre ellos encargados y altos asesores de su campaña. Peor aún, en días recientes se han revelado otros actos potencialmente más dañinos para el presidente y sus allegados, que incluyen revelaciones de otras reuniones entre el hijo, el yerno y asesores del entonces candidato en la Torre Trump durante la campaña presidencial de 2016 ya no sólo con figuras vinculadas con Rusia, sino ahora con actores clave que representaban a gobernantes de Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos y Ucrania.

Todo esto continúa nutriendo la especulación respecto de si el presidente llegará a despedir no sólo al fiscal especial Mueller, quien encabeza la investigación que fue iniciada por la FBI, sino también al subprocurador general Rod Rosenstein, entre otros.

Al mismo tiempo, procede otra investigación por separado en Nueva York –pero cada vez más interrelacionada con la de Mueller– contra el ex abogado privado de Trump, Michael Cohen. No sólo se reveló que Cohen recibió pagos de varias empresas a cambio –pensaban– de tener acceso a Trump, sino que a finales de esta semana también se reveló que le pagaron para lograr una reunión entre su jefe y el régimen ucraniano. Y ahora, el ex socio de negocios del abogado, Evgeny Freidman, conocido como el rey de los taxis en esta ciudad, ha llegado a un acuerdo con fiscales para cooperar con las investigaciones contra Cohen.

Este abogado fue el intermediario que pagó 130 mil dólares a la actriz de pornografía Stormy Daniels a cambio de su silencio sobre una supuesta aventura sexual con Trump. Hay apuestas sobre si Cohen llegará a un punto en el que también decidirá abandonar la lealtad hacia su ex jefe y cooperar con las investigaciones, a cambio de evitar condenas penales.

Aún no se sabe si la ofensiva presidencial en estos dos frentes podría dañar sus posibilidades de ganar el Premio Nobel.