Cultura
Ver día anteriorSábado 26 de mayo de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El acervo perteneciente a la biblioteca pública de NY incluye manuscritos, cartas y dibujos

Una pila de 219 cajas resguarda todo el legado del estadunidense Tom Wolfe

De lunes a sábado se pueden leer los Tom Wolfe papers en una pequeña sala en la tercera planta

Foto
Tom Wolfe captado en julio de 2016, en la sala de su casa, durante una entrevista sobre su libro El reino del habla, en Nueva York. Wolfe murió el pasado 14 de mayo en un hospital de esa ciudadFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 26 de mayo de 2018, p. 4

Nueva York.

Tom Wolfe lo guardó todo. Los manuscritos, los artículos, las cartas, correos electrónicos impresos, los dibujos y las invitaciones del escritor estadunidense fallecido el 14 de mayo a los 88 años llenan 219 cajas apiladas en el almacén de la biblioteca pública de Nueva York, en Manhattan.

Esta institución compró en 2013 el archivo del autor, con documentos que abarcan de 1930 a 2013, por más de 2 millones de dólares. He pasado tanto tiempo en la biblioteca pública desde el día en que llegué a Nueva York en 1962, que no lo siento como si mi archivo se trasladara. Viene a casa, dijo Wolfe entonces.

Desde la muerte del autor, la biblioteca expone algunos documentos de las numerosas cajas, entre ellos partes del manuscrito de su libro más famoso: La hoguera de las vanidades. Quien quiera ahondar más debe solicitarlo a la biblioteca, indicando las cajas que desea examinar.

De lunes a sábado se pueden leer los Tom Wolfe papers en una pequeña sala en la tercera planta de la biblioteca a la que sólo se puede acceder con lapiceros. El documento más antiguo no está escrito por el propio Wolfe, sino por su tía Ruth: Querido Thomas, felicidades por tu llegada a esta esfera terrestre, escribió el 5 de marzo de 1930, tres días después de que Wolfe nació en el seno de una familia adinerada de profesores y dueños de plantaciones en Virginia. “Ahora bien, mi alteza real, debes cumplir con muchas expectativas –o ignorarlas– y debes aguantar de alguna manera los chistes de tu padre”.

Faceta de pintor

Wolfe también pintaba mucho: un oso en patines, o a sí mismo pescando un pez enorme –mi sueño escribió al lado–. Además redactó numerosas cartas a sus padres y a su hermana Helen, también a Papa Noel en el Polo Norte, primero con letra grande y torcida, y después más estrecha y puntiaguda.

Poco a poco me acostumbro a la leche y bebo unos dos vasos por comida, escribió en 1943, cuando tenía sólo 13 años. Por favor, no os preocupéis, pronto me lo pasaré bien. Por aquel entonces Wolfe ya llevaba sombrero, según demuestra una etiqueta con su nombre. Décadas después, siempre luciría en Nueva York un traje a medida blanco y sombrero.

A su infancia le siguen en la caja uno sus años de estudiante en la Universidad de Yale. Contiene invitaciones a bodas, bailes y actos deportivos, unas cartas a sus padres y su hermana cada vez más escasas y finalmente un trabajo sobre la influencia del comunismo en los autores estadunidenses que fue rechazado. Creo que el autor podría transformar este trabajo final en uno excelente si adaptara su resumen y eliminara las conclusiones probadas y las insinuaciones, comentó un profesor. Wolfe rescribió el trabajo y se graduó. Mientras tanto, solicitó decenas de trabajos. Escribí más de un centenar de solicitudes a periódicos, contó una vez a Paris Review. Recibí tres respuestas y dos negativas.

Decenas de estas solicitudes están en el archivo. Tras no tener éxito con los periódicos, Wolfe escribió a agencias de publicidad y a la aerolínea American Airlines.

Sus padres y amigos lo ayudaron en el proceso de búsqueda de empleo enviándole, por ejemplo, una lista de periódicos en Texas. Finalmente el Springfield Union contrató a Wolfe. Más tarde pasó de un trabajo a otro en varios periódicos hasta llegar a Nueva York y finalmente se pasó a la literatura.

Meteórico ascenso en las letras

Las siguientes cajas documentan el meteórico ascenso de Wolfe como escritor: manuscritos de libros, correspondencia con redacciones y editoriales, solicitudes de ponencias y cartas de seguidores. Las detalladas listas de tareas muestran cómo el autor se organizaba para manejar el gran volumen de trabajo. Entre todos estos documentos se encuentra la correspondencia diaria.

Las consultas son cada vez más abundantes y a partir de 2007 llegan por correo electrónico, pero Wolfe las imprimió para incluirlas en su archivo. Querido Tom, hurra, conquistas las portadas, escribió por ejemplo una trabajadora de la agencia Afp. Y el director del Evening Standard escribió: Querido Tom, deberías recibir cada día una carta que te diga lo genial que eres. Pues lo eres.

Lynn Nesbitt, quien fue su agente hasta el final, le envió en diciembre de 1963 el siguiente mensaje por telégrafo: ¿Dónde estás? - ¿Cómo estás? - ¿Por qué no sé nada de ti? Te quiero proteger urgentemente de todos estos codiciosos editores que quieren salir ahora contigo.

Sin embargo, Nesbitt no pudo evitar que la fama se le subiera algo a la cabeza con tanta correspondencia de sus fans. En un fragmento de la revista Esquire que está en la caja 39 se ven las caras de numerosos escritores, artistas y científicos famosos. Sobre la cabeza de Wolfe se lee en grandes letras rojas: Dios.