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El argumento de Trump no tiene sustento, dicen analistas

Aranceles a autos, táctica de presión en la mesa del TLCAN
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Línea de producción de vehiculos Chevy de la planta General Motors en CoahuilaFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de mayo de 2018, p. 21

Washington.

La investigación de las importaciones de autos anunciada la semana pasada por el gobierno estadunidense, con miras a una imposición de aranceles de 25 por ciento con el argumento de la seguridad nacional, es considerada una táctica para presionar a México y Canadá en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), señalan analistas.

Esas negociaciones comenzaron en agosto y están empantanadas, en parte por la insistencia de Estados Unidos en aplicar medidas para que los fabricantes estadunidenses de autos trasladen sus operaciones de México a su país.

Canadá y México podrían cansarse de las incesantes presiones del gobierno de Estados Unidos para hacer concesiones, sobre todo si determinan que el argumento de la seguridad nacional al que apeló el presidente Donald Trump es débil y vulnerable en los tribunales.

El argumento sobre seguridad nacional no tiene ningún sustento, aseguró Gary Hufbauer, analista del Instituto Peterson para la Economía Internacional. Es un chiste malo o, lo más probable, una táctica para persuadir a Europa, México y Canadá de que hagan más concesiones comerciales.

La industria automotriz se ha recuperado de la recesión de 2007 a 2009 y no depende de la importación de autos de naciones a veces antagonistas, como China. Casi 90 por ciento de los 8.3 millones de vehículos importados por Estados Unidos vienen de países aliados: México, Canadá, Japón, Corea del Sur y Alemania.

Cuesta detectar una amenaza a la seguridad nacional en los Prius de Japón, comentó Rod Hunter, de Baker McKenzie y ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional.

Trump ordenó la noche del pasado miércoles al Departamento de Comercio una investigación al amparo de la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, una norma poco usada, por la cual el presidente puede restringir las importaciones y fijar tarifas si el Departamento de Comercio considera que un producto compromete la seguridad nacional.

Es la misma ley que invocó para fijar tarifas a las importaciones de acero y aluminio en marzo pasado. Hasta ahora había sido invocada sólo dos veces: en 1999, con el petróleo, y en 2001, con el acero y el mineral de hierro.

Es una ridiculez, afirmó Philip Levy, del Consejo de Asuntos Mundiales de Chicago y ex asesor comercial de la Casa Blanca. Hasta donde yo sé no vamos a la guerra con los Escort de Ford, señaló.

Trump dice que los impuestos a las importaciones de vehículos y partes para auto harán que haya más trabajo para los estadunidenses en las fábricas de automóviles. Los economistas, sin embargo, se muestran escépticos. En estos momentos hay desempleo de apenas 3.9 por ciento, el más bajo en 17 años, y cuesta conseguir trabajadores calificados. Las fábricas de hoy están muy automatizadas y emplean cada vez menos gente. Además, las tarifas afectarán a los repuestos importados y aumentarán los costos.

Subir los impuestos de los estadunidenses que deciden comprar autos o camiones importados es una mala idea, aseveró el senador republicano Pat Toomey. Hacerlo con el falso argumento de la seguridad nacional es peor todavía, porque invita a tomar medidas de represalia y disminuye nuestra credibilidad en las disputas comerciales reales.

Creemos que la importación de vehículos no representa un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos, señaló la Alianza de Fabricantes de Automóviles en un comunicado.