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Trocan cine porno en recinto para el arte

El teatro de las siete vidas
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La Scala-Paris, rescatada por Melanie y Frédéric Biessy, reabrirá el 11 de septiembre luego de 20 años de silencio. El recinto cultural fue remozado con una inversión de 3.8 millones de euros. En las imágenes, vista de los trabajos en el inmueble y maqueta del proyecto. Además, fotografías con aspectos de la sala de conciertos con Melanie Biessy (de vestido rojo) y la asesora de arte Aline Vidal (con indumentaria oscura). La serie de 45 capturas, de la agencia , muestra artistas y directivos que participarán en sus actividades, como la actriz Catherine Frot, Frederic Biessy, Olivier Schmitt, el director de escena Thomas Jolly, el pianista Bertrand Chamayou, y el compositor y director musical Julien LeroyFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de junio de 2018, p. 7

París.

Ha sido por igual el más bello café-concert parisino de fin de siglo, un teatro de bulevar, un multicinema porno, un lugar de ligue para luego consagrarse como sede de una iglesia brasileña.

Es la extraordinaria biografía de la Scala-París, que renacerá de sus cenizas el 11 de septiembre luego de 20 años de mutismo. Su ambición: convertirse en el teatro más moderno de París, donde los artistas tendrán carta blanca para hacer la programación.

Su nombre podría hacer creer que se trata de una franquicia de la Scala de Milán, pero nada que ver: era un music-hall celebérrimo creado en 1873 por una viuda rica que se enamoró del teatro italiano.

Lo prodigioso de la historia de este lugar consiste en que en cada ocasión alguien ha destruido totalmente lo que había, e inventado algo a la vanguardia de la innovación, explica Fréderic Biessy, su director general.

Es el sueño loco de él, y de su esposa Mélanie, dar nueva vida al inmueble ubicado en Bulevar de Estrasburgo número 13, frente a la Comedia y al Teatro Antoine.

Lo que menos me interesa es un teatro más, advierte la señora Biessy, quien se enamoró del lugar que la hizo descubrir al artista James Thierrée, nieto de Charles Chaplin.

El primer multicinema porno

Finales del siglo XIX: la Scala era el lugar donde uno debía estar si quería consagrarse como supervedete en París, dice Olivier Schmitt, consejero artístico del proyecto.

Mistinguett, Mayol, Fréhel o Yvette Guibert son algunas de esas grandes estrellas.

Con la Primera Guerra Mundial vino la primera ola de destrucciones y reconversiones parisinas, y la Scala devino en 1915 teatro de bulevar donde se reproducían todos los éxitos de Feydeau, según apunta el señor Schmitt, quien va a publicar en septiembre un libro sobre el tema.

Con la llegada del cine sonoro en los años 30 del siglo pasado, el teatro se reconvirtió para ofrecer en el transcurso de los siguientes años las mejores películas francesas y estadunidenses, en exclusiva.

Hacia finales de los años 60, debido a que el corazón de la economía de París se desplazó hacia el oeste, el barrio del placer decayó.

Diez años después, la Scala se convirtió en el primer multicinema porno con cinco salas y 800 sillones, pero su gran éxito terminó con la llegada del VIH, además de que la zona se había llenado de prostitución y droga.

En 1999, el último propietario cimbró al ayuntamiento de París cuando permitió que allí se estableciera la más grande iglesia bautista brasileña, la Iglesia Universal del Reino de Dios, que tiró la toalla cuando la Scala fue clasificada como un lugar de cultura.

El recinto permaneció cerrado hasta su rescate, en 2016, por la pareja Biessy, en 3.8 millones de euros.

Efímero, camaleónico

“Este teatro tiene alma… reconstruir una sala como ésta en pleno París no sucede desde el siglo XIX”, se entusiasma Frédéric Biessy, productor independiente.

A pesar del requerimiento de un presupuesto de inversión de 19 millones de euros, los Biessy nunca dudaron. Es un riesgo elevado pero también una posibilidad de tener un éxito loco, ríe la pareja.

Al reunir todas las disciplinas artísticas, desde las artes plásticas hasta la música contemporánea, el teatro será único en París con sus 220 paneles acústicos variables, un graderío retráctil y un aforo modular de 550 lugares, que pueden llegar hasta 750.

El juglar y acróbata Yoann Bourgeois, el director de teatro Thomas Jolly y la dramaturga Yasmina Reza figuran entre las decenas de artistas citados para la temporada inaugural.

Existe el malestar causado porque el sistema actual esté monopolizado por los directores de teatro, que lo deciden todo, dice Biessy. Aquí son los artistas quienes han diseñado artísticamente el lugar.

La arquitectura interior fue diseñada por Richard Peduzzi, colaborador fetiche de Patrice Chéreau, y el diseño acústico es de Philippe Manoury.

El señor Biessy gusta de llamar a su proyecto así: efímero, camaleónico.

No será la misma Scala de hace 50 años, pues uno no lo desarma todo si no es para hacer algo diferente.