Opinión
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Isocronías

Cercanía de dos sures

N

o creo en lo inmediato. Pienso que sólo la distancia da verdad. Una verdad poética por lo menos, que no es poco. Lo distante –considero– crea verdad.

Con algunos amigos de manera íntima comentábamos que ni interpretar ni transformar sino generar debiera ser el quid. Una distancia adecuada, no más no menos, propiciaría tal acción. ¿Y qué distancia debo yo guardar de la distancia para en efecto dar con la distancia adecuada?, sonreíamos. Que la distancia lo diga. Cuando la distancia habla poesía, comienza a hablarla…, entonces. Y claro que no pensamos exclusivamente en poesía hablada. Lo poético, lo efectivamente poético, genera siempre lenguaje, comunicación –aun sin palabras habla.

Cuando la poesía habla mundo se genera –y ojalá que universo.

Todo esto para decir que vengo de dos aventuras sureñas, en Chiapas primero y en Costa Rica después, ambas colectivas. La del país un festival que nació literario y se extendió a otras artes, el Balún Canán, nombre no sólo de la novela de Rosario Castellanos sino antiguamente de Comitán, centro cordial y cerebral de la organización. La segunda, que abarcó muy diferentes receptores (secundarianos de zonas conflictivas, mujeres temporalmente residentes en la ex Casa del Buen Pastor, un taller interdisciplinario de la Universidad, pacientes y enfermeras del San Juan de Dios, y poetas y lectores de poesía).

Los dos casos tienen también en común que aun contando con la colaboración, que no el apoyo económico, de instituciones, constituyen iniciativas de la gente. Pilar irrebatible del Festival Balún Canán es el respecto de mí bastante joven Arbey Rivera. De lo acontecido en San José y otros lugares, no todos zona metropolitana, fueron y suelen ser general motor Paola Valverde y Dennis Ávila, pareja cuyas edades sumadas tal vez alcancen la mía.

Todo esto para decir que, imitando entre otros al bardo Acuña, no hablaré de lo que no acabo de hablar, simplemente apunté (por ahora, conste). Uno agradece a gente así no sólo lo que por uno hace, que sin demeritar esfuerzo alguno no es lo importante, sino lo que hace por la poesía, por el arte, por su entorno social, por la cultura y en fin por el espíritu de (cuando muy menos) su comunidad. Gracias, Paola, Dennis, Arbey, Alejandra, Caleb, César, y todos los amigos, nuevos o viejos (toda amistad profunda tiene algo de viejísima). Salud, poetas, generadores todos de contundente, dolida o suave (¿dulce?) realidad.