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El maestro Charlie Haden
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Charlie Haden en Los Ángeles, 1958Foto Chuck Beach
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Portada del disco
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Charlie Haden y Carla Bley
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de junio de 2018, p. a16

Charlie Haden, dice Ruth Cameron, no sólo estaba profundamente apasionado por crear música y armonías hermosas, le importaba igualmente la justicia social.

Cuando Barack Obama llegó al poder, abunda Carla Bley, Charlie Haden creyó que las protestas de la Liberation Music Orchestra ya serían innecesarias, pero los ataques sistemáticos en el mundo contra el medio ambiente, lo llevaron a grabar otro disco, a manera de lucha.

El resultado es el álbum Time/Life (Song for the whales and other beings) (impulse!), una joya.

Charles Edward Haden (1937-2014) es uno de los grandes héroes de la música contemporánea.

Su vida fue una novela.

Nació en una familia que se juntaba en la sala a hacer música y se presentaban en público y tuvo una familia que hacía lo mismo: amar la música.

Hizo su debut a los dos años de edad, como cantante de la orquesta familiar, en un programa de radio, y fue un cantante de éxito hasta que cumplió 15 años y contrajo polio.

Vivió la misma tragedia de Marin Marais, quien al mudar de voz, niño aún, dejó de ser el poderoso ángel canoro hasta que su maestro, Monsieur de Saint-Colombe, señaló con el índice hacia una viola da gamba en un rincón de su estudio: allí yacía la voz que había perdido y ambos, Marais y Saint-Colombe, fueron colocados en el imaginario colectivo desde una novela de Pascal Quignard.

La diferencia es que Charlie Haden jamás perdió el piso. El daño de la polio en sus oídos derivó en fenómenos acústicos que aprovechó para crear una técnica instrumental única y revolucionaria.

El sonido que llegaba a sus oídos en realidad eran estruendos ensordecedores. Desarrolló entonces un sentido del oído hipersensible, tan exquisito y fino que alguien de entre sus colegas músicos dijo: Charlie tiene oídos de cristal.

Suyo era el reino de las sutilezas.

Luego de brillar en el Cuarteto de Ornette Coleman y el de Keith Jarrett, en 1969 fundó un trabuco: la Liberation Music Orchestra, con la clara intención de hacer música política, en protesta contra las atrocidades que sucedían en ese momento, particularmente la guerra en Vietnam, pero también la pobreza, el desempleo, la falta de atención a los que menos tienen.

La Liberation Music Orchestra fue un trabuco como no ha habido otro en la historia. Una docena de músicos de muy elevado nivel, comandados por Charlie Haden y su gran amiga Carla Bley; en las filas de la orquesta figuraban astros como Don Cherry, Dewey Redman, Paul Motian, Gato Barbieri, Sam Brown…

Los discos y las obras de la Liberation tenían temáticas determinadas. The Ballad of the Fallen aludía a la intromisión de Estados Unidos en la guerra civil en El Salvador, Dream Keeper se manifestaba contra el racismo, mientras Not in our name se refería a la invasión de Irak.

La Liberation Music Orchestra grabó cuatro álbumes en estudio y uno en vivo.

Para honrar la memoria de Charlie Haden, su viuda, Ruth Cameron, se asoció recientemente con Carla Bley, amiga íntima del fallecido, y con el productor francés Jean-Philippe Allard. Reorganizaron la Liberation Music Orchestra con algunos sobrevivientes y nuevos músicos (Steve Swallow ocupó el lugar de Charlie Haden, según designio de éste, sabedor de que su enfermedad era progresiva y mortal) y grabaron el disco que hoy nos ocupa.

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Time/Life es un álbum de música muy fina. Preñado de armonías de índole variopinta, recorre atmósferas cambiantes como arenas movedizas pero la sensación es de vuelo, sueño, ascensión.

Contiene cinco piezas: en la primera y la última escuchamos a Charlie Haden entonar su bajo y el resto son obras de Carla Bley, en especial la que da título al disco: Time/Life, escrita ex profeso para este hermoso homenaje.

Time/Life es treno, pira, ungüento. El pasaje de tarola y tambor doliente estriba en despedida a su amigo y compañero de batallas, emprende ascenso en tejidos armónicos de filigrana y culmina como termina una sinfonía sublime, en coda calma, serenidad y paz interior. Ni el pretencioso Gustav Mahler ni el diestro Johannes Brahms alcanzaron sutileza tan hermosa. Anton Bruckner sí. De tal genealogía es la calidad musical de ese pasaje y de este disco.

La pieza inicial, Blue in Green, original de Miles Davis, es una de las creaciones clásicas de la Liberation. Incluye un pasaje solista de Charlie Haden que refrenda, tres años antes de morir, su originalidad, vigor, la poderosa energía de sus sutilezas.

El tercer track, Silent Spring, es un poema en sonidos. Carla Bley al piano dirige al mismo tiempo a la orquesta con la mirada, la melena, el cuerpo magro. Los versos instrumentales en la banda corren de un pasaje inicial en guitarra hacia una cantinela en alientos-metal que corta el aliento. Música bella.

El track cuarto, Utviklingssang, también de Carla Bley, retoma los afanes de protesta política de la Liberation Music Orchestra, ahora en duelo frente a la matanza de 77 ciudadanos suecos a manos de un desequilibrado, y una protesta contra la construcción de presas en el norte de Noruega, en detrimento de la vida de los indígenas lapones.

En estos tres tracks intermedios vemos con claridad un puente entre las bandas originales y sus consecuencias: la formación original de la Liberation Music Orchestra y la Carla Bley Band.

La resultante: la orquesta que escuchamos en este disco se parece, en coherencia de estilo e ideas, a las dos orquestas anteriores. Es la música de Carla Bley con su banda, como en los viejos tiempos, como el disco de Carla Bley favorito del Disquero: Social Studies y en particular Reactionary Tango; aquí les convido el link, que lo disfruten:

https://goo.gl/dY69v4

El track final del disco que hoy nos ocupa es una maravilla: Song for the whales, en una de las últimas apariciones en vivo de Charlie Haden, quien al final, con mucha dificultad al hablar debido a los efectos de la polio que contrajo a los 15 años, emite un mensaje de esperanza y pide, en gesto budista, que todos los seres estén bien.

Hazaña: con su contrabajo acústico imita el canto de ballenas, esos sonidos preñados de ternura, magia, ensueño que solemos escuchar en grabaciones realizadas por oceanógrafos o bien por compositores como Paul Winter. La magia del canto de las ballenas queda flotando como un signo de esperanza y amor incondicional, a manera de testamento.

Loor, maestro Charlie Haden.

[email protected]