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La hora del vulgar ladrón // Meade aprieta contra panista //

Anaya: Casa Blanca de EPN // Acción u omisión de PGR, la clave

S

iendo, como es, el candidato del gobierno federal en turno, José Antonio Meade Kuribreña quedaría exhibido como un fanfarrón sin poder, o sin conexión con el centro real de poder, si la muy fuerte subida de tono que ha dado contra su adversario por el segundo lugar de la contienda presidencial, Ricardo Anaya Cortés, no deviene en expresa acción de la Procuraduría General de la República contra el abanderado del frente PAN-PRD-MC.

Ayer mismo, en una espiral avinagrada que arrancó en Tijuana en el segundo debate entre candidatos presidenciales, ya con la presencia del controlador ejecutivo de la imagen y los disparos propagandísticos de Meade, el publicista Carlos Alazraki (usando el caso de Nestora Salgado para sacar al candidato cuasipriísta de su estancamiento) el mencionado Meade tachó abiertamente a Anaya de ser un vulgar ladrón. Palabras duras, propicias para una querella judicial del queretano si no se da la mínima base de acción judicial contra Anaya, como lo está solicitando abiertamente quien fue cinco veces secretario de Estado.

La evolución del choque entre antiguos aliados retomó un lugar preferente en la agenda política de estos días a partir de la difusión de imágenes y audio en que un hermano del empresario Manuel Barreiro apuntala la versión del lavado de dinero que involucraría a Anaya. Con ese material, el PRI-Gobierno sentó las bases para justificar la probabilidad de que el candidato panista sea involucrado oficialmente en la presunción de delitos en el caso de la nave industrial queretana. Los cuatro días de extraño paréntesis en las actividades públicas y viajeras de Meade podrían estar relacionados justamente con la operación coordinada de ese golpe por venir contra Anaya.

Desde luego, todo podría quedar en fuego de artificio. La histórica alianza de intereses entre PRI y PAN podría nombrar embajadores que negociaran un armisticio, para no seguir peleando entre hermanos distanciados mientras se les cuelan tan campantes los adversarios sustanciales del prianismo, que son López Obrador y Morena.

Pero el panista Anaya ha respondido con dureza. Aparte de insistir en que, a su juicio, Enrique Peña Nieto ha sido un corrupto ocupante de Los Pinos, y de insistir en la postura de una eventual búsqueda de cárcel para el priísta, ahora ha repuesto en escena el tema de la Casa Blanca, no la estadunidense sino la de las Lomas de Chapultepec, adquirida por Angélica Rivera, la esposa de quien cumple sus últimos meses como habitante de Los Pinos. Anaya, en un video que está por ser pautado en medios electrónicos, propone incluso crear una fiscalía especial para investigar el caso de la alba residencia y otros escándalos peñistas.

La clave en este cruce de excrecencias habrá de darla en las próximas horas la PGR, órgano absolutamente dependiente de Los Pinos. Si se abre cualquier línea de investigación que expresamente afecte a Ricardo Anaya, se confirmará la plena disposición del PRI-Gobierno para derrumbar a cualquier costo al panista e intentar, también a cualquier costo, la imposición de Meade como supuesto ganador en hazaña de última hora. Suficientes evidencias hay del tendido nacional de una red de defraudación electoral y de la existencia de condiciones institucionales propicias (INE, tribunal electoral federal y fiscalía electoral) para ignorar hechos delictivos y permitir la distorsión de la voluntad popular.

Un giro distinto tendría esta historia si las denuncias y exigencias de Meade quedan en la nada y Ricardo Anaya llega al tercer debate con la aureola de político antisistema que es perseguido por el actual gobierno y que es el único dispuesto a encarcelar a corruptos si llega a Los Pinos. En esta hipótesis, se estaría en presencia de un armado tramposo para fortalecer al opositor, Anaya, necesario para que el sistema siga adelante. ¡Hasta mañana!

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