Opinión
Ver día anteriorLunes 18 de junio de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Balance de la jornada

El Tri de Osorio sorprendió a todos

O

sorio nos engañó a todos. El colombiano, que sólo había dado señales desalentadoras, lanzó a su mejor baraja a la cancha del estadio Luzhniki en un día afortunado. Los tricolores fueron un puñado de jugadores bendecidos, iluminados, que brindaron un excelso y sublime partido, en el que se graduaron con honores Hugo Ayala y Jesús Gallardo, y en el que Chucky Lozano le dio la razón a Joachim Löw, porque después del gol tuvieron que marcarlo hasta tres teutones.

Alemania terminó con la corona abollada y se fue sumida en un mar de incógnitas y reproches. Estuvo irreconocible desde el comienzo, y conforme avanzó el reloj la desesperación la hizo perder su esencia, esa sangre fría que la saca a flote de todo tipo de adversidades. A la aceitada maquinaria de forma increíble se le trabaron los engranes ante un Tri que fue toda inspiración, que transpiró hasta terminar exahusto, pero victorioso.

El Míster por fin dio una respuesta sólida a sus críticos. En el máximo escenario sepultó para siempre el 7-0 ante Chile y la derrota en la Confederaciones ante la misma Mannschaft (4-1). Sin embargo, el temor estuvo latente a la hora de los cambios, acaso se extrañó al Tecatito Corona en lugar de un Raúl Jiménez sin oficio defensivo. De cualquier forma, es la hora de Osorio –de carácter parco y demasiado serio–, quien salió airoso del primer gran examen en Rusia.

El propio técnico debe estar sorprendido. Sus palabras del sábado tenían tinte de despedida cuando pidió ser calificado por todo el proceso y remarcó: No somos Alemania ¡Claro que no fuimos Alemania!, al menos este domingo México se encargó de herir el orgullo teutón y recordarle que no hay enemigo pequeño... Pero fiel a sí mismo, el colombiano recurrirá al carrusel para el siguiente compromiso, eso es seguro, se avecina su habitual tanda de cambios. Ojalá sea certero.

El portero Guillermo Ochoa fue pieza clave. Se nota que sacó el máximo provecho a las largas horas de reflexión en el banquillo de suplentes, a su fatigoso devenir por equipos europeos de media tabla hacia abajo, al desaire de la liga francesa –que tras su paso por el Ajaccio le negó un contrato más y con ello la nacionalidad gala. A las tundidas de cuero en el Granada que le dieron la marca del más goleado. La vida es así, de luces y sombras. Hoy Ochoa refulgió.

Otro laureado por la historia será Rafael Márquez, quien inscribió su nombre a la reducida lista de Cinco Copas. Su presencia en la cancha no fue ornamental ni tuvo fines estadísticos. El Káiser michoacano tomó la batuta para meter orden en los minutos de agobio, cuando los panzers amenazaban desbocados y furiosos. Hubo que sacar la experiencia en la línea de contención y poner orden.

El Mundial ruso por ahora tiene una gran figura: Cristiano Ronaldo. El ariete luso se echó al hombro a Portugal y la convulsionada España no pudo contra el monstruo que destella en la liga. Los de Fernando Santos juegan todos para CR7, quien se mueve en la cancha a placer, con total libertad. En contraste, Lionel Messi se ahogó en el pantano de una Argentina que no logra reconstruirse, que vive entre el paredón y una hinchada que le exige al límite. La albiceleste envejece con una generación que se niega a morir en el oprobio.

Brasil decepcionó con un gris empate ante Suiza, donde el silbante mexicano César Ramos cumplió. El convaleciente Neymar tuvo únicamente destellos, pero no los suficientes para conducir a la Selecao a la victoria. La verdeamarela padece del mismo mal que Argentina, la presión de su torcida la consume. Las expectativas puestas en ellos son demasiado altas y cualquier resultado corto, incluso una victoria deslucida, no merece más que críticas.

No importa que sea en calidad de pajecitos de Estados Unidos, pero México se hincha de orgullo por estar en vías de convertirse en el único país sede de tres Copas del Mundo. Más todavía: ninguna otra selección tiene dos jugadores Cinco Copas. Además, la afición tricolor se ufana de rivalizar con Brasil en cuanto a bullanguera y colorida, con la ventaja de que jamás se hunde en la saudade.

Para Decio de María valió la pena dejar botada a la Federación Mexicana para lanzarse al mundo a cabildear y cumplir con los supremos deberes impuestos por su patrón televisivo: trabajar para lograr la sede 2026. Fue del todo comprensible su festejo con explosivo salto, Roqueseñal y lágrimas de emoción incluidas. Demasiados motivos para celebrar.