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Busca a su hijo, efectivo de la Semar, desde hace siete años

Es un desertor, responden a Gregorio Cano cuando pregunta por el joven

 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de junio de 2018, p. 14

Es un desertor. Esa ha sido la única respuesta que los mandos de la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar) han dado a Gregorio Cano Uribe desde hace más de siete años, luego de que su hijo (efectivo de esa dependencia) desapareciera en Lázaro Cárdenas, Michoacán.

El 25 de octubre de 2010, en el contexto de la guerra contra el narcotráfico, Paolo César Antonio Cano Montero –hoy de 32 años de edad– fue comisionado a esa ciudad michoacana, después de estar varios meses en Monterrey. Cuatro días después, explica su padre, desapareció.

Ha sido un largo proceso para Cano Uribe, quien festejó este Día del Padre con la ausencia de su vástago, a la cual, confía, él y sus parientes se han ido acostumbrando, incluidos los dos hijos de Paolo, hoy de 13 y 10 años de edad.

La ausencia del marino no se reportó a sus familiares, quienes se dieron cuenta de lo sucedido el 1º de noviembre, cuando intentaron hablar con Paolo para felicitarlo por su cumpleaños.

De inmediato, Gregorio y su hija se trasladaron hasta Michoacán, pero la única respuesta que recibieron por parte del capitán al mando fue que su hijo se había llevado sus pertenencias y había desertado. Tras indagar un poco, se dieron cuenta de que las pertenencias del marino, incluido su celular, estaban en el cuartel, por lo que empezaron sus dudas.

Han hecho de todo. Acudieron con altos mandos de la Marina, a la Procuraduría General de la República, a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Y la respuesta es la misma: la dependencia insiste en que el joven desertó, pese a las contradicciones de dos efectivos, que de acuerdo con los reportes oficiales estuvieron tomando con Paolo en el centro de Lázaro Cárdenas, lejos del cuartel militar, la última noche que se le vio.

Sin embargo, señala Gregorio, uno de los mandos directos del joven le confesó que había desaparecido cuando unos desconocidos lo abordaron en Lázaro Cárdenas y lo subieron a un automóvil amarillo.

Si en verdad es desertor, que lo busquen, lo detengan, lo sancionen y lo apresen. Pero sólo se han lavado las manos para que esta desaparición forzada, porque fueron ellos mismos, no trascienda a nivel nacional. Si fuera desertor, sabríamos dónde está, se hubiera comunicado.

Regularmente, en el país son las madres de los miles de desaparecidos quienes emprenden la lucha por la verdad y la justicia. Pero desde que no se sabe de Paolo, ha sido su padre el que ha estado en esta constante batalla. Le ha costado el trabajo y la salud. A sus 69 años hoy padece de cáncer de pulmón.

Se vio obligado a suspender sus esfuerzos para localizar a su hijo. Hace seis meses está en un intenso tratamiento de quimioterapia. Confía en mejorar para seguir su lucha.

Se queja, además, de que a sus dos nietos les retiraron el apoyo debido a que Paolo fue declarado desertor. La Semar dejó así, lamenta, olvidados a los pequeños de un hombre que se alistó en la armada para servir a su país.