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Política de ciencia en Morena
E

l tercer debate permitió que afloraran algunas ideas de los candidatos a la Presidencia de la República sobre el papel de la ciencia y la tecnología en el desarrollo nacional. La inclusión de este tema en el acto realizado la semana pasada en Mérida es relevante pues muestra que el futuro de estas actividades en nuestro país ya forma parte de las preocupaciones de la sociedad y es un aspecto sobre el que se esperan definiciones claras de quienes aspiran a gobernar a México a partir del próximo primero de diciembre.

Dos de los contendientes, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, ya habían atendido este tema en encuentros anteriores, como el organizado semanas atrás por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, al que ya me he referido aquí (La Jornada 8/15/18 y 15/5/18). Durante el debate añadieron muy pocas cosas nuevas y reiteraron sus concepciones principales: Anaya, quien no entiende la diferencia entre hacer uso de la tecnología y crearla, y Meade, responsable como secretario de Hacienda de los recortes al presupuesto para la ciencia más importantes en el actual sexenio, quien, por supuesto, puso en duda nuevamente que el avance pase por el aumento en los recursos. Así, la mayor expectativa radicaba en conocer los planteamientos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El programa de la coalición Juntos Haremos Historia, que encabeza el tabasqueño, es muy poco claro en este sentido, al igual que el programa del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en el que sólo pueden encontrarse aspectos muy generales. Los planteamientos más sólidos se encuentran en el documento titulado Proyecto de Nación 2018-2024, presentado el 20 de noviembre de 2017, en el que el tema de la ciencia y tecnología se vincula estrechamente con la política de desarrollo industrial. Se abordan aspectos como el desarrollo de la tecnología en las grandes industrias mexicanas y en las empresas extranjeras maquiladoras, la creación de centros de investigación y desarrollo que incorporen talento nacional y extranjero, la integración de la comunidad científica con la industria y el fomento al desarrollo de alta tecnología. Se definen además sectores preferentes, entre ellos los de industria digital, mecatrónica, robótica, medicina aeroespacial, automotriz, nanotecnología y biotecnología. Para impulsar lo anterior, se propone crear la Secretaría de Fomento y Desarrollo Industrial y Tecnológico, que sería el resultado de una escisión en la actual Secretaría de Economía.

Hay en el documento citado, un apartado sobre educación ciencia y valores, el cual, desafortunadamente, no desarrolla el papel de la ciencia vista desde un ángulo distinto o complementario a la política industrial. En síntesis, si bien los documentos de Morena contienen planteamientos importantes relacionados principalmente con el desarrollo tecnológico, realmente este movimiento no cuenta aún con una política estructurada de ciencia y tecnología.

A diferencia de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, que han gobernado en varias ocasiones a escala federal, desarrollando sus propias políticas públicas en ciencia y tecnología (con avances que en mi opinión han sido muy lentos y muy pobres), Morena es un partido de muy reciente creación, con gran respaldo social, que coloca hoy a AMLO en la antesala de la Presidencia de la República sin contar todavía, como hemos visto, con una política bien estructurada en este campo, por lo que puede afirmarse que su programa de ciencia y tecnología está apenas en construcción.

Regresamos así al tercer debate, que fue escenario del diseño progresivo y contra reloj de esa política. Curiosamente, aquí AMLO tuvo la mejor participación respecto de sus adversarios, con mucha claridad frente a las preguntas que se plantearon, pues rechazó la creación de una secretaría de ciencia, tecnología y educación y en su lugar propuso el fortalecimiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); frente a la fuga de cerebros llamó a fortalecer al Sistema Nacional de Investigadores, y el anuncio estelar fue el nombramiento de la doctora Elena Álvarez-Buylla Roces, Premio Nacional de Ciencia 2017, como directora del Conacyt.

De obtener AMLO la presidencia, la doctora Álvarez-Buylla sería la primera mujer en la historia en dirigir el consejo y la primera científica proveniente de las ciencias naturales en ocupar ese cargo. Desde luego, aquí hay mensajes y definiciones importantes que habrá que ir analizando en los próximos días, aunque la tarea más urgente, en mi opinión, es la integración en ese movimiento de una política coherente a partir de múltiples elementos dispersos.