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México pierde y avanza como segundo

Suecia propina golpe de realidad al Tri

La selección nacional presenta su peor versión y es goleada por los suecos, que finalizan líderes

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▲ Hirving Chucky Lozano nada pudo hacer ayer en contra de la gran muralla que representó la defensa de Suecia, que controló todos los ataques del equipo triccolor.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Jueves 28 de junio de 2018, p. 2

El peor de los miedos se respiraba en el ambiente y nadie se atrevía a evocarlo. El de volver a ese Tri que es capaz de tocar los extremos de un partido a otro. El que juega sublime un día y otro es una punta de despistados. Pero del equipo que derrotó a Alemania no quedaba nada. Fue goleado 3-0 por Suecia y con todo está en octavos de final gracias a los seis puntos que cosechó en los dos juegos previos que lo dejan en segundo lugar de grupo. Ahora queda una última oportunidad para volver al otro extremo ante Brasil el próximo lunes.

Avanzó por lo que hizo antes de hoy, nadie puede escamotearlo, pero también gracias a lo impredecible de este Mundial donde Corea del Sur eliminó a la campeona Alemania por un agónico 2-0, el primero cayó al 93 y el segundo al 96; durante los minutos previos, México bordeó el precipicio del fracaso. Mientras el Tri sacaba el agua de la barcaza repleta de agujeros en los últimos minutos, todos los ojos estaban puestos en la proeza oriental. La dolorosa derrota contrastó con el júbilo de los mexicanos en la Arena Ekaterimburgo que celebraron el primer gol coreano como si fuera propio. Y en cierta media lo fue.

Nadie condicionó el apoyo a la selección mexicana, pero vaya que padecieron, sufrieron y gozaron al final la victoria ajena. La afición era la misma. El equipo también, y ahí radicaba parte del asombro, pues después de tantas rotaciones, Juan Carlos Osorio se repetía. Pero el desenlace fue tan distinto.

Suecia no fue un equipo fino que desplegara un futbol de degustación. Fue tosco y a veces tan impreciso, que asombra el resultado. Lo suyo era cortar el juego que pretendían los mexicanos. Perturbarlos con algunos trazos largos y el repliegue inmediato e impenetrable, impidiendo que la pelota rodara sobre el césped. Y les funcionó. El Tricolor se vio más perdido que nunca y fue incapaz de bajar el balón para hacer lo que seguramente planearon a lo largo de estos días.

A veces basta una señal para anticipar todo lo que se viene. Apenas a unos segundos del inicio del partido, en una disputa área de rutina, Jesús Gallardo recibió una inmerecida tarjeta amarilla del árbitro argentino Néstor Pitana. El rostro de azoro del todo el equipo mexicano dejó entrever el nerviosismo con el que empezaban el partido clave del grupo.

De ahí en adelante, Suecia se dedicó a incomodar al Tricolor, sin dejarlo tocar la pelota, dominando con el ritmo cortado, y con las vías saboteadas. El entrenador Janne Andersson demostró tener más estudiado al rival de lo que suponía Osorio.

Los mexicanos se quebraron pronto con jugadas marcadas por el descontrol. Guillermo Ochoa, bien templado en los juegos previos, salió por una pelota hasta el borde del área y Pitana de nuevo castigó al tricolor. Un tiro libre y ahí ya vibraba el peligro como una cuerda tensa. El disparo iba adentro, pero Ochoa logró sacarla. Otra advertencia severa.

Javier Chicharito Hernández se notaba apresurado. Si contra Alemania funcionó el contragolpe, por qué contra estos nórdicos no serviría. Y en el contragolpe el atacante del West Ham no tuvo compañía y los fogonazos que comandó terminaron en nada.

En medio de la confusión, como si de pronto ellos mismos estuvieran sorprendidos de no ser los que fueron, Carlos Vela intentó salvar desde el prodigio de su toque. Desde la media luna disparó con una elegancia que debería haber impresionado a los suecos, pero para desgracia del Tri, se fue desviado. Y más tarde recortó en el área, pero la fortuna no volteó a mirar del lado mexicano.

Para agregar dosis innecesarias de dramatismo, en la defensa un poco maltrecha de los mexicanos, Chicharito bajó una pelota con el brazo que era un evidente penal. Los suecos reclamaron y el árbitro lo negó. Dejó correr unos segundos hasta que recibió una indicación por auricular. Hizo la seña maligna de un cuadro en el aire. Al VAR y Chicharito levantó la cara al cielo pero esta vez para maldecir.

Durante segundos elásticos como la angustia, Pitana volvió. Todos a la expectativa de un penal inevitable. Y el árbitro más terco que al inicio volvió a negar el castigo.

Malos presagios

Fue casi al final del primer tiempo cuando México empezó a recobrar el control del juego y empezó a imprimir lo que mejor le sale. Así se fueron al descanso, y los aficionados mexicanos esperaban con fe que algo operara en los vestidores para corregir.

Pero al volver, lo que Suecia anticipó se hizo realidad. Los malos presagios cobraron forma de pesadilla. Una jugada envuelta en el caos, México empezaba a controlar, pero en un descuido dejó hacer a los nórdicos. Varios toques sin gracia pusieron en jaque a los mexicanos. En el área, Ola Toivonen remató horrible y le salió un pase hacia atrás, que pescó Ludwig Agustinsson para anotar el primero que aterró al Tri.

El equipo mexicano empezó a resquebrajarse. Pocos minutos más tarde, Héctor Moreno se barrió sobre Marcus Berg, no lo agredió pero Pitana marcó un penal justiciero, como si quisiera enmendar algún error no concedido antes. El capitán Andreas Granqvist, un rubio que no lucía en su mejor forma, tiró tranquilo y preciso para convertir el segundo e iniciar la tragedia tricolor.

Ni la entrada de Marco Fabián ni de Oribe Peralta cambió el semblante mexicano. Como si el azar tratara de mostrar que también juega en contra, y además puede ser cruel, Édson Álvarez encajó un autogol cuando la pelota le rebotó en una mano.

Sobrevino entonces el calvario. El regresar a los momentos más terroríficos de la memoria mundialista. A implorar a las divinidades del futbol… y a los coreanos, que ya con el tiempo encima lograron meter un par de goles y con eso a México a los octavos de final.

Mientras unos celebraban la hazaña coreana, Osorio, muy atribulado cerraba con lentitud su libreta.