Sociedad y Justicia
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Hubo sede alterna para Festejar

El día en que todos nos volvimos coreanos
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▲ Cambian el Ángel; van a celebrar a embajada de Corea el pase de los seleccionados mexicanos a octavos de final en el Mundial de Rusia.Foto Xinhua
 
Periódico La Jornada
Jueves 28 de junio de 2018, p. 36

En el Zócalo la gente corea Corea cuando el alma les vuelve al cuerpo. Ayer, los goles en la portería alemana fueron los únicos celebrados por los aficionados mexicanos. Y sin pensarlo dos veces, confirmada la derrota germana ante el seleccionado asiático y con ello el pase de México al cuarto partido en el Mundial de Rusia, agradecen y rubrican una insólita hermandad con aquel país.

Ya chingamos, se dicen unos a otros, aunque sin superar la estocada de la derrota 3-0 frente a Suecia.

Tras el silbatazo final del partido Corea-Alemania, de inmediato descubren entre la multitud a un coreano. No se requiere más: lo alzan en vilo, al tiempo de aventarlo jubilosos al aire y pasearlo durante buen rato, como pleno tributo, por la plaza: coreano, hermano, ya eres mexicano.

Entre tímido y complacido, este joven al que identifican como Kim, pero que en realidad pudo ser de cualquier país oriental –nadie se atreve a dudarlo, basta con que tenga los ojos rasgados–, se ve como esos novios a quien en la boda sus amigos le juegan la última broma antes de los rigores maritales.

Con su camiseta verde con el número 14, del Chicharito, sus zapatos de futbol en la mano y una bandera mexicana, él se convierte en el símbolo de esa muchedumbre que si bien no se ciega por la pasión y ve las cosas con realismo, sabe cuánto pesa en esta ocasión, y sólo para ésta, la combinación de puntos, goles anotados y recibidos, los hados de la fortuna y los rezos.

Porque México cayó. Corea le ganó a Alemania y de paso hizo un gran favor a la causa nacional para ayudar a la estabilidad emocional y colectiva, tan necesaria de cara a la elección presidencial del domingo.

¿Cómo entonces, no ser agradecidos y no sólo zarandear a Kim, sino también acatar a todo pulmón el llamado de Merenglass (sensibilidad mexicana y sabor dominicano) a vitorear a los coreanos que se acercaron al Ángel, porque además numerosos integrantes de esa comunidad viven y trabajan por esa zona de la capital mexicana?

¿De quién fue la idea, secundada de inmediato, de irse hasta ser centenares a la propia representación de Corea del Sur en Lomas Virreyes para festejar y agradecer su hazaña?

Sabe, pero aquello se volvió una sede alterna del emblemático monumento, y hasta un funcionario de la embajada salió a cantar el Cielito lindo con los aficionados mexicanos, ahí sí que en mero gesto diplomático porque a su vez su selección con todo y los dos goles a los germanos, quedó eliminada de la competencia.

El embajador de Corea felicita a México

No obstante, y pese a que seguramente tendrá que correr otras cortesías con sus vecinos enojados por tan peculiar visita, vía su cuenta de Twitter, el embajador Sang-il Kim escribió: “El pueblo #Coreano felicita a la selección mexicana @miseleccionmx y a su afición por el pase a octavos de final #MundialDeRusia2018. Siempre estaremos unidos. Y los apoyaremos desde nuestra trinchera”.

La Ciudad de México había vivido las horas previas al crucial partido de la “verde'' con la carga de una mañana caprichosa: el sol no se atrevía a mostrarse en plenitud y la lluvia tampoco se animaba a caer.

El chilango trabaja, estudia. Se mueve siempre por una programación previa. Y a casi nadie el día le llega para ocurrencias.

Por eso, cada cual sabía si le interesaba el futbol, dónde instalarse para ver el partido.

Las circulación en las calles, la entrada a las escuelas, la llegada desde el Metro a las oficinas, en fin, el cronómetro que unificaba los tiempos en torno a un balón en Rusia y en México se sincronizó.

La radio jugó un papel importante para seguir el partido ante Suecia para quienes debían circular en automóviles. Los teléfonos celulares permitían, a su vez, seguir el juego desde una aplicación de Internet, sin descuidar la venta de los tamales o las chacharas de toda especie afuera de las estaciones del Metro.

Adentro de éste no se veían los habituales grupos de ruidosos estudiantes ni se escuchaban esas conversaciones que por fragmentadas e incompletas, dejan picada la curiosidad y estimulan la imaginación.

Ayer se compartía frente a las pantallotas la emoción ante la posibilidad de clasificar, el desencanto ante el gol en contra o el tener el alma en vilo cuando se fallaba ante la portería rival, se creó una atmósfera de colectividad apabullante...

Aunque con todo y el pase, se siente feo la derrota, como que no disfruta uno venir al Ángel, resumía don José el día en que “todos nos volvimos coreanos''.