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Economía moral

Recordar el 68. Época de mejoría en la distribución del ingreso

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a distribución del ingreso puede medirse y analizarse de dos maneras. Por una parte, la distribución del producto interno bruto (PIB) o del ingreso nacional disponible entre los factores de la producción, el capital y el trabajo, conocida como distribución funcional del ingreso. Por la otra, la distribución del ingreso entre hogares, conocida como distribución personal del ingreso. La fuente para el primer tipo de análisis son las cuentas nacionales (CN). Para el segundo, son las encuestas de ingresos y gastos de los hogares.

En cuanto a la distribución funcional del ingreso, en una economía formada sólo por unidades económicas capitalistas, los agregados de CN (PIB e ingreso nacional, entre otros) se dividirían sólo en ingresos del capital (y de la propiedad), que en CN se denominan excedente de explotación (bruto o neto), por un lado, e ingresos de los asalariados por el otro (remuneración de asalariados en CN). Pero en la realidad hay muchas unidades económicas no capitalistas (familiares y trabajadores por cuenta propia), cuyos ingresos, en CN, se incluyen en el excedente de operación. Estas unidades tendían a disminuir y su producción a perder importancia en el total de la economía, en el periodo que aquí me interesa, a medida que las relaciones capitalistas de producción se generalizaban. En consecuencia, como bien señala Enrique Hernández Laos (EHL): Una mayor participación de los ingresos salariales en el ingreso nacional resulta indicativo, además de la distribución del ingreso, de la evolución de la importancia del trabajo asalariado y sus remuneraciones en términos reales (página 82, obra citada al pie de la gráfica). Entre 1950 y 1970, según Óscar Altimir, citado por Francisco Alba (La población de México, Cicred Series, 1974, página 80), los asalariados de ser sólo 53 por ciento de la población económicamente activa remunerada [PEAR] en 1950, constituyó ya 66.5 por ciento en 1970. Por tanto, el enorme aumento en la participación de la remuneración de asalariados en el Ingreso Nacional (18 puntos porcentuales) que se aprecia en la gráfica entre 1952 y 1976 se explica tanto por el aumento de los salarios reales, como por el incremento en la proporción de asalariados. Entre 1975 y 1982, esta participación se mantiene estable con fluctuaciones, para derrumbarse después de 1982 con la crisis de la deuda. Los años 70 y la primera mitad de los 80 son años de cambios en la distribución funcional del ingreso favorables para los asalariados. Como se trata también de un periodo de crecimiento económico rápido, como mostré en la entrega del 29/6/18, debe haberse traducido en aumentos del nivel de vida de una parte de significativa de los hogares.

Veamos ahora la distribución del ingreso entre los hogares. Como señala EHL, refiriéndose al periodo que aquí interesa, los numerosos estudios no han llegado a conclusiones muy claras respecto de las tendencias de largo plazo. Ello obedece a que las distintas encuestas de ingresos de los hogares de que se dispone no son comparables. Para integrar una serie 1963-1989 comparable, EHL ajustó los datos de dos encuestas (1984 y 1989) a los agregados de cuentas nacionales (CN), que aunados a la serie que Óscar Altimir había calculado para 1963, 1968 y 1977, permite visualizar la evolución de la distribución del ingreso de los hogares en México entre 1963 y 1989.

De dicha serie se desprende que, entre 1963 y 1984 la tendencia es a la reducción de la desigualdad. Tanto el coeficiente de Gini, como el cociente entre el ingreso del 10 por ciento más ricos entre el 40 por ciento más pobre, se reducen sustancialmente. El cambio más fuerte es entre 1968 y 1977, mientras entre 1977 y 1984 se desacelera la tendencia. El periodo 1977-1984 es un periodo mixto que incluye cuatro años de auge (77-81) y tres de crisis (81-84), mientras el periodo 1977-84 es de crecimiento, como mostré en la entrega de 29/6/18. En el periodo 1984-1989, como consecuencia de la crisis de la deuda y de la implantación en el país de las políticas de ajuste estructural, apertura y privatización de la economía, y de la inflación enorme así producida mientras se dejaban caer los salarios reales, en pocas palabras del paquete neoliberal completo, cambia drásticamente la tendencia y empieza el largo periodo de desigualdad creciente en el que vivimos hasta ahora. Un aspecto notable es el aumento gigantesco de la participación en el ingreso total de los hogares del decil más rico (10 puntos porcentuales) entre 1984 y 1989, en el cual casi recupera el nivel de participación que tenía en 1963. En conclusión, el análisis de la distribución del ingreso de los hogares ratifica lo encontrado en la distribución funcional: en los años 60, cuando estalla el movimiento estudiantil, disminuía la desigualdad en el país.

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