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Nuevo museo, vieja historia
E

n la esquina de las calles de Moneda y Seminario se levanta una hermosa casona virreinal color ocre, con balcones de hierro forjado y marcos de cantera. Aquí estuvo la primera universidad del continente americano. La fachada muestra el escudo original.

El 3 de junio de 1553 comenzó actividades la Real y Pontificia Universidad de México, antecedente primigenio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La primera clase fue de retórica y la impartió Francisco Cervantes de Salazar, quien años más tarde habría de ser nombrado primer cronista oficial de la Ciudad de México.

En varios textos describe la universidad, lo que ha permitido, entre otras investigaciones recientes, confirmar que efectivamente aquí estuvo la primera sede. También se sabe que este inmueble era parte de un gran conjunto de casas que la institución ocupó a lo largo de los años. Se dice que llegaban hasta la calle que hoy se llama Guatemala y la plaza Manuel Gamio, que se encuentra frente al Templo Mayor.

Las clases comenzaron con 15 alumnos, entre los que había hijos de conquistadores que aspiraban a ser frailes y jóvenes laicos que confiaban en obtener un trabajo en la monarquía. En 1575 ya estaban matriculados 115 estudiantes, cifra que aumentó año con año. En el siglo XVIII ya era una gran universidad que poseía casas en renta. Esto le permitió construir un amplio y hermoso edificio barroco, en el sitio donde hoy se encuentra la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La antigua casona de la calle de Moneda recientemente tuvo una profunda restauración debido a que padecía daños estructurales. Una vez salvada y embellecida se decidió instalar ahí el Museo de la UNAM.

De los mayores atractivos es una ventana arqueológica que nos permite ver vestigios de un templo prehispánico, pisos, muros coloniales, un tramo de escalones, así como objetos encontrados durante la restauración.

Ahí mismo se muestra una reproducción del Mapa de Uppsala, uno de los primeros que se realizaron, el cual muestra a detalle la Ciudad de México del siglo XVI, donde se distingue la sede universitaria; un video muy bien ilustrado nos cuenta la descripción de Cervantes de Salazar y nos ubica en la época.

El resto del recinto nos muestra el desarrollo de la universidad a partir de recursos tecnológicos que incluyen maquetas interactivas, videos y pantallas digitales. Se advierte el crecimiento de la institución y cómo el Centro se convirtió en el barrio universitario.

Hay videos que muestran momentos significativos, como la lucha de los estudiantes por la autonomía y cómo se tomó la decisión de construir Ciudad Universitaria. Se destaca que el campus central de ésta fue catalogado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

También podemos conocer dónde están los universitarios hoy. Una línea de tiempo ubica el devenir de la universidad en el contexto nacional y mundial.

Además de su historia universitaria, la casona también guarda la memoria de dos templos del buen beber y comer: en 1872 en la planta baja se inauguró la primera cantina con registro oficial, que tristemente desapareció hace una década. Se le bautizó como El Nivel, porque casi enfrente se encontraba un monumento que marcaba los niveles de la ciudad. A lo largo de 156 años dio sustento etílico y botana a decenas de generaciones de estudiantes, periodistas, burócratas, académicos, artistas, escritores y uno que otro presidente.

En la planta alta nació El Cardenal en los años 70 del siglo XX, como una sencilla fonda de comida casera que había iniciado como taquería en el zaguán. Ante el éxito del pequeño negocio, sus dueños, Jesús Briz y Oliva Garizurieta, alquilaron la parte alta y ampliaron el menú con comida sencilla pero deliciosa que preparaba doña Oliva.

De ahí pasaron a la calle de Palma, a la bella casona que aún ocupan y de la cual nacieron cinco Cardenales que son el deleite de los capitalinos. En estas fechas ofrecen de los mejores chiles en nogada de la ciudad.