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No sólo de pan...
E

n estas páginas, el pasado 13, Gustavo Esteva escribió muchas ideas atendibles: abrigar esperanzas es hacer cosas que tienen sentido, no cultivar expectativas, “La esperanza es la esencia de los movimientos populares (…) porque la gente (…) confía en que su acción producirá el resultado que busca”. Ideas que me permiten insistir: una institución que resuelva algunas expectativas no es igual a una que reconozca, proteja y encauce respetuosamente las reivindicaciones seculares de supervivencia material y cultural, que la colonia y el neocolonialismo pisotearon pero no destruyeron. Pues, eso que ahora llaman resiliencia (término de las ciencias naturales) y que prefiero llamar resistencia por la connotación humana de acción consciente y voluntaria, es lo que el pueblo mexicano manifestó al votar por AMLO y que debe saber leerse so pena de fallarle dolorosamente.

Por ello insisto: una institución acorde con el neoliberalismo que, en el tablero económico político actual es necesaria para la producción-exportación-ingreso de divisas, en la lógica del mercado internacional (Sagarpa) es lo opuesto a una institución creada para reponer el daño histórico hecho al pueblo productor de alimentos y herbolaria para la salud. Imponer al campesinado tecnologías supuestamente más eficaces y condicionar capitales es contrario a la preservación de saberes ancestrales, que durante milenios probaron una eficacia que ni siquiera por la fuerza se han podido aniquilar.

Pero la cuarta transformación puede ir a fondo para enderezar el rumbo torcido del colonialismo, en cuanto a la autosuficiencia alimentaria con abastecimiento del mercado interno y sin imposición de tecnologías suicidas, reconociendo el valor de los conocimientos del pueblo al garantizarle las premisas para la producción de alimentos, como son la tenencia social de la tierra, el acceso a recursos materiales, financieros y legales, y los medios para la conservación y distribución de los productos.

La producción neoliberal de mercancías y la de alimentos que garanticen el derecho a la vida de todos representan un contrasentido, pero confiemos en que el nuevo gobierno tenga la visión y sabiduría para hacerlos convivir, dando así un paso hacia la auténtica modernidad. En lo que la humanidad encuentra su futuro antineoliberal.