La Jornada 21 de noviembre de 1998

Murió Mario Orozco Rivera, discípulo de Siqueiros

El pintor mexicano Mario Orozco Rivera falleció ayer, a los 68 años, víctima de complicaciones cardiorrespiratorias.

Colaborador y discípulo de David Alfaro Siqueiros, el artista presentaba desde hace tiempo problemas de salud, no obstante se mantuvo activo hasta sus últimos momentos, pues continuaba con la creación de obra pictórica, si bien exploró otras vetas artísticas, como la poesía, el ensayo y la composición musical.

Militante durante 30 años del Partido Comunista Mexicano y posteriormente del Socialista Unificado de México, Orozco Rivera -sobrino nieto de José Clemente Orozco- consideraba que la pintura debía tener un compromiso social y que ``el muralismo tiene un futuro mejor que el de las pinturas de caballete que se venden en las galerías como mercancía''.

Desde 1959 y por espacio de cinco años, pintó varios murales en la Universidad Veracruzana, donde impartía clases.

En 1964 se convirtió en ayudante de Siqueiros y, dos años después, el maestro lo nombró jefe de ayudantes de su taller en Cuernavaca, donde se realizó una parte sustancial de los murales del Polifórum Cultural Siqueiros. En mérito a su labor, una de las salas de ese recinto lleva su nombre.

Parte de la extensa obra pictórica, muralística y de caballete de Orozco Rivera se exhibe en los museos de Arte Moderno del DF; Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad; Iconográfico del Quijote, en Guanajuato, y Nacional de Praga. También hay pinturas suyas en la Casa de las Américas, de Cuba, y en colecciones de Venezuela, Argentina, Estados Unidos, China, la ex URSS y otros países.

Los gobiernos de Bulgaria, Francia y Checoslovaquia reconocieron y premiaron su obra.

Rafael López Jiménez, amigo de Orozco Rivera, recuerda en un texto las reflexiones y certezas que el pintor le confiaba: ``las galerías de arte no me pudieron apresar, ni los coleccionistas ni los críticos de arte al servicio de la cultura oficial''.

¿Eres pariente de dos grandes?, solía preguntársele -evoca López Jiménez- y él respondía: ``Orozco es mi papá y Rivera mi mamá''.

El arte por el arte no existe, opinaba. ``Es eminentemente social, comunicativo. Es diálogo no monólogo. Podría ganar buen dinero pintando marinas, paisajes y bodegones, pero prefiero pintar instintivamente, según el dictado de los testículos, el corazón y el cerebro, en ese orden. Pinto por desahogo, no por satisfacción''.

Orozco Rivera compuso e interpretó canciones (grabó cuatro discos en la Unión Soviética) y fue amigo de Víctor Jara. Hizo caricaturas en los bares de Garibaldi.

``La pintura es la amante más celosa: la abandonas tantito y te traiciona'', sostenía.

Sus amigos, encabezados por López Jiménez, preparan una edición de sus memorias, en las que Orozco Rivera trabajó entusiastamente.

A partir de las 10 horas, el pintor recibirá un homenaje de cuerpo presente en el Foro Cultural Coyoacanense, en Allende 36, colonia Del Carmen. (Yanireth Israde)