Enrique Calderón

La renuncia de Rosario Robles

La lectura de los resultados de las elecciones del pasado domingo es clara: el nivel de abstencionismo es directamente proporcional al grado de saturación mediática, visual y sonora, lograda por los partidos a falta de ideas y compromisos reales con la sociedad.

De todo el mar de carteles, pendones, mantas y anuncios espectaculares que llenaban las calles y vías rápidas al final de la campaña había dos anuncios que llamaban especialmente la atención, aunque su mensaje no fue superior ni esencialmente distinto a los demás. Uno de ellos era de Wonderbra, el otro de Vicky Form. Afortunadamente ninguno de los dos llamaban a votar.

Los partidos políticos principales parecen no haber entendido el mensaje de la sociedad, inventándose avances truculentos que a nadie convencen o construyendo explicaciones innecesarias a sus fracasos. A la falta de oficio político del Presidente y a la incapacidad para resolver los graves problemas económicos y sociales correspondió un desplome del voto para el PAN, mientras que el descrédito y la corrupción siguen presentes en la imagen ciudadana del PRI.

El caso del PRD resulta patético, con reducciones significativas en el número de votos respecto a la anterior elección "intermedia" (1997) en 25 de las 32 entidades y su virtual desaparición en otras cuatro, de manera que sólo en tres estados la votación de 1997; pudo ser superada: Baja California Sur, Tlaxcala y Zacatecas. En los casos del DF y Michoacán, el extraordinario trabajo de López Obrador y la imagen de Cárdenas Batel no fueron suficientes para mantener los resultados electorales de 1997, sólo en el DF, la reducción fue de cerca de 500 mil votos.

Interesada más en obtener puestos y beneficios personales que en contribuir a la solución de los graves problemas nacionales, la dirigencia del partido parece haber perdido el rumbo que en su momento marcó Cuauhtémoc Cárdenas. Las denuncias de las prácticas de corrupción y entreguismo que estaban hundiendo el país han sido sustituidas por el silencio y la búsqueda de alianzas poco claras. La convocatoria de Cárdenas a construir un país distinto ha sido cambiada por lemas publicitarios de rápido desgaste.

Para el PRD, las elecciones del domingo pasado produjeron los resultados predecibles de una estrategia de escasa visión basada en los elementos siguientes:

1. Identificación de posibles migajas electorales dejadas por el PRI y el PAN, a partir de posibles desgajamientos internos, como esquema natural para atraer votantes.

2. Realización de alianzas con líderes políticos y grupos que le permitieran asegurar números importantes de votos locales con poco esfuerzo, sin que importara mayormente el descrédito y desdibujamiento político que esas alianzas pudiesen significar.

3. No perder el tiempo en estados, municipios y regiones del país en los que la presencia del partido es baja con objeto de concentrar los esfuerzos y recursos donde es posible obtener mejores resultados.

La estrategia, mala y limitada de por sí, generó ausencias, restringió acciones, disoció al partido de la sociedad, y lo colocó en una posición anodina de centro, poco atractiva para la izquierda en estas condiciones la renuncia de Rosario Robles, planteada durante la campaña, puede interpretarse como una inquietud ante los probables resultados, o bien como un indicador de honestidad intelectual, pero sea lo que fuere, resulta insuficiente para enfrentar el reto que el PRD deberá afrontar en el futuro, el cual incluye la reconstrucción del partido como un ente nacional, capaz de responder a los grandes retos y problemas en el país.