.. | México D.F. Lunes 21 de julio de 2003
TOROS
Además del monumental coso destaca el museo,
a pesar de su obsoleta museografía
Enfrentada a un antitaurinismo creciente, la plaza
de Barcelona mantiene su vigencia
El Parlamento de Cataluña aprobó que se
prohibiera la entrada a menores de 14 años
LEONARDO PAEZ ENVIADO
Barcelona, 20 de julio. Mientras en el subdesarrollo
taurino de México los metidos a empresarios se sienten "excesivamente
regulados" porque el incumplido reglamento exige toros con cuatro años
y sus astas íntegras, en Barcelona el Parlamento de Cataluña
aprobó el pasado junio la Ley de Protección de los Animales
y, aprovechando el viaje, introdujo un artículo que prohíbe
a los menores de 14 años la entrada a espectáculos taurinos,
incluso acompañados de un adulto.
Si
bien esta politizada prohibición obedece al clima prelectoral ante
la renovación del Parlamento en octubre próximo y no obstante
que en 1999 fue anulado otro decreto similar de proteccionismo demagógico
a los menores antes que a los animales, ello da una idea del antitaurinismo
imperante en la suntuosa ciudad condal, donde en las guías turísticas
con trabajos aparecen la plaza de toros y su museo.
Pero europeizaciones disparatadas al margen, Barcelona
posee una fuerte tradición taurina que en la época moderna
se remonta a 1834, con la desaparecida plaza El Torín, en el barrio
de La Barceloneta. Posteriormente, en 1900 fue edificada la plaza de Las
Arenas, magnífica construcción de estilo mudéjar con
15 mil localidades que, tras 25 años cerrada y luego de haber servido
para concentraciones políticas o cuartel del ejército republicano,
próximamente será convertida en centro comercial, como parece
ser el destino de los principales cosos del mundo, dada la pobre imaginación
de los taurinos.
Unas 30 cuadras adelante, sobre la misma Gran Vía
de las Cortes Catalanas, se halla la plaza Monumental de Barcelona, inaugurada
en 1914 con el nombre de El Sport y reinaugurada en 1916 con su nombre
actual. De estilo mudéjar y bizantino, tiene cupo para 19 mil 600
espectadores y es manejada por la empresa Pedro Balañá SA,
sucesora del imaginativo empresario que en los años cuarenta convirtió
a esa monumental en el coso más importante de España.
Con impecables baños de mármol, propios
de hotel de lujo, espaciosos corredores, dos tiendas de chucherías
en su interior y unos tendidos que conservan la escala humana en contraste
con la desmesura del embudo de Insurgentes, emociona imaginar, desde su
ruedo, las tardes apoteósicas de maestros mexicanos de luces como
Armilla, Solórzano, Carnicerito y, sobre todo,
Arruza, quien en 1945, en las cuatro corridas de las fiestas de la Merced,
alternó con Manolete en legendarios duelos.
Como empresario taurino profesional, don Pedro Balañá
entendió la conveniencia de un museo de tauromaquia para el grueso
del público, por lo que a finales de la década de los sesenta
construyó en un costado de la plaza dos salones contiguos, uno de
27 por 6.5 metros y otro de 15 por 10, destinados a un bien intencionado
museo taurino.
Transcurridos 34 años, el concepto museográfico
utilizado resulta obsoleto y su acervo taurino, valioso en varios sentidos,
ininteligible para el visitante no familiarizado siquiera con la historia
del toreo.
Es tan nutrida la afluencia de turistas a Barcelona -para
agridulce beneplácito de los barceloneses-, que lo mismo suecos
que rusos, coreanos o alemanes acuden al museo taurino, donde por cuatro
euros -47 pesos- pueden visitar también tendidos, callejón
y ruedo del histórico inmueble, llamado por los protectores plaza
de "toroturas".
Así, descoloridos carteles de Ballestar, Ruano
y Reus, varios repetidos y en ninguno de los cuales aparece plasmado Arruza;
fotografías; empolvados ternos de diferentes épocas; cabezas
de toro; hierros de ganaderías; barajas de Ruano Llopis y Martínez
de León, y dos pequeños óleos de éste y uno
de Antonio Casero, son amontonados en muros, vitrinas y mamparas, mientras
en un busto el rostro de Manolete luce más compungido que
de costumbre.
En medio de este colgadero destacan el hermoso terno de
luto -negro con bordados en negro- en que se enfundara Gallito tras
la muerte de su madre, las repeticiones de que era objeto Carnicerito
luego de sus escalofriantes triunfos en la Monumental, las 91 tardes
de Gallito en 1919, en que sólo alterna con Gaona en cuatro
ocasiones, y un revelador cartel de la plaza Nuevo Circo de Caracas que
anuncia, sin decirlo, el autohomenaje al presidente de la república,
Marcos Pérez Jiménez, con toros españoles de Galache
obsequiados por ¡Francisco Franco!
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