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México D.F. Miércoles 24 de septiembre de 2003

Los caracoles zapatistas se han extendido por todo el país, afirma Ramón Vera

Las juntas de buen gobierno, ejemplo de democracia con justicia y dignidad: Villoro

PATRICIA MUÑOZ RIOS

Con la inauguración de las juntas de buen gobierno en Chiapas, el movimiento zapatista marcó una nueva etapa en su lucha, en la que plantea una forma renovada de organización de la sociedad y a la vez marca su paso de lo militar a lo civil, señaló el escritor Luis Villoro al participar en el foro de Casa Lamm, que el pasado lunes tocó el tema de la autonomía y los caracoles zapatistas.

En el encuentro, Ramón Vera, editor del suplemento Ojarasca de este periódico, aseguró que paralelo al modelo de resistencia de los caracoles, se han diseminado por todo el país acciones de autonomía con otros formatos y otras estructuras, pero con el mismo sentido. "Hay resistencia social en la zona norte de Veracruz, en Oaxaca, en Guerrero y muchos otros estados, y a la vez se está generalizando el establecimiento de consejos populares y de asambleas", indicó.

En un auditorio lleno que congregó a asistentes de diversos sectores, corrientes y edades, Luis Villoro afirmó que el territorio zapatista establece su autonomía basado en una "democracia con justicia y dignidad".

En la sociedad real, añadió, el pueblo ha sido suplantado por senadores y diputados, reunidos en sectores de fuerzas políticas que compiten entre sí. El ciudadano coloca una boleta en una urna cada tres o seis años y luego se ausenta; el poder lo ejercen otros. Las cámaras, las asambleas, los políticos, ejercen el verdadero poder en ausencia del pueblo.

Frente a esta realidad, el escritor propuso que el pueblo retome el poder mediante un nuevo modelo, en el que se elijan delegados del pueblo, que no serían representantes de partidos, ya que no serían determinados por éstos sino por las comunidades. "Podríamos resumir las características de este nuevo proyecto de nación así: elección de delegados que obedezcan a la comunidad, dirigida por un bien común que se acerque lo más posible a un consenso, siguiendo criterios que guardan el respeto a las diferencias de los pueblos", comentó Villoro.

Se preguntó si no sería el proyecto zapatista el de una sociedad liberada del afán de poder.

El primer ponente del foro fue Ramón Vera, quien hizo ver que la decisión que llevó a instaurar los caracoles tiene el mismo fundamento que la autogestión barrial, campesina o popular y que las asamblea indígenas y otras organizaciones de comunidades libres que se están dando en todo el país y en el continente.

El impulso autogestionario que recorre el mundo, dijo, se nacionalizó en la tierra de los zapatistas, pero también en todo el país, ya que hay intentos muy serios por darle la vuelta al aparato de gobierno y entrar a la resistencia civil. A distinto ritmo, con grados diferentes de conciencia, pero estos casos se están dando en la Montaña de Guerrero, con organizaciones como "los comunitarios", que llevan a cabo un proceso de impartición de justicia y seguridad en la zona; en el municipio autónomo de Xochistlahuaca, donde se trabaja para fortalecer la asamblea a contrapelo de caciques; en la Sierra Norte de Puebla, con la Organización Independiente Totonaca; en la Sierra Norte de Veracruz; en Unión Hidalgo; en el Istmo y en la región mixteca con todo el proceso popular indígena Ricardo Flores Magón.

Esos movimientos de resistencia son el germen de autonomía real indígena que siguen su curso y que buscan asumir los asuntos de gobierno de municipios, comunidades y regiones; romper el control de caciques y coyotes del comercio local, así como defenderse de las invasiones y de la depredación de sus tierras, añadió el editor del suplemento Ojarasca.

A su vez, el director de la revista Rebeldía, Sergio Rodríguez, expuso que la resistencia que plantea ahora el movimiento zapatista es "el ya basta" al gobierno, en el "no en mi nombre"; es el deslinde de la izquierda tradicional; es la reorganización del pacto social; es demostrar que los de abajo también pueden gobernar y que lo hacen mejor, porque no ven por sus intereses personales, sino los de todos. La formación de las juntas de buen gobierno es un modo nuevo de rescatar la voz del pueblo y de que éste realmente tome el poder y mande. Es, dijo, "hacer del sueño la vida".

Antes, Adriana López, subdirectora de la misma publicación, llamó al foro a "contener el zapatólogo que todos llevamos dentro" y ver que al instaurar los caracoles ellos hacen de su pobreza una acción de dignidad y obligan a asombrarse de cómo han venido construyendo una ética y, sobre todo, una comunidad fuera de su comunidad, porque también pertenecen a ella "los zapatistas desterritorializados, que son los rebeldes e insurrectos que viven en la ciudad".

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