Usted está aquí: martes 22 de enero de 2008 Política Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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¿Más del mismo perredismo?

Mescolanzas significativas

Presuntas cuñas negociadas

Guiños y engaños programados

A pesar del intenso fuego, sobre todo indirecto, habido entre los dos principales aspirantes a dirigir el comité nacional perredista (Alejandro Encinas y Jesús Ortega, citados en orden alfabético), pocos indicios de cambio profundo parece haber en el horizonte del partido que más crecimiento numérico tuvo en 2006 y que más división y desplome ha tenido en la etapa postelectoral en la que, irónicamente, más fuerte y unida debería estar la izquierda ante los planes políticos y económicos de una derecha decidida a jugarse como última carta de apuntalamiento la recurrencia (apertura y entrega) a factores extranjeros.

Como en los tiempos de siempre –y no tendría por qué ser de otra manera, pues las reglas, procedimientos y premios siguen siendo los mismos– las corrientes y su peso aniquilador siguen definiendo planillas y expectativas. El jefe Chucho ha corrido con el papel de malo de la película, pero finalmente, si se hace un análisis frío y serio, sus acciones concretas y el desempeño político de su bando sólo han recibido castigo retórico y satanización sonora, pero hasta ahora no se han producido verdaderos deslindes o acusaciones irreversibles desde las alturas tabasqueñas divinas (en realidad, el crecimiento general del chuchismo y su gran cosecha actual de diputados y senadores se deben a tolerancias, entendimientos y necesidades compartidas con el lopezobradorismo: el voto en favor de AMLO en 2006 terminó sirviendo a las fórmulas legislativas dominadas por Nueva Izquierda). Las palabras ácidas hasta ahora pronunciadas contra los chuchos no sentarán plaza para impedir que, llegado el momento, los grupos hasta ahora aparentemente antagónicos a muerte se muestren en público como felices co celebrantes de misas democráticas llegadas a feliz término: “Hermanos, pueden ir en paz: la elección ha terminado”.

Basta ver la manera en que los dos principales contendientes se han hecho acompañar en sus fórmulas electorales para entender que en el PRD hay un gran riesgo de seguir con más de lo mismo: Encinas colocó como candidata a la secretaría general a Hortensia Aragón, una chihuahuense que tiene como etiqueta la del Foro Nuevo Sol, es decir, la corriente dirigida por la gobernadora Amalia García, cuya gestión ha generado amplio desencanto entre zacatecanos que creían llegado a su entidad el tiempo de verdaderos cambios (bueno, cuando menos, modales y estilos de verdadera izquierda y no complejos de nuevos ricos políticos). Peor habría sido, seguramente, si Encinas hubiese cedido a las presiones del bejaranismo, que buscaba hacerse de la segunda posición a cambio de votos cautivos. Pero hoy como ayer (2006), el diseño político concreto de las presuntas ofertas de cambio pide confianzas a futuro y decepciones presentes: Encinas seguirá siendo rehén de grupos, corrientes, intereses, pragmatismo y “realismo”, si se atiende el mensaje enviado al entregar la candidatura mencionada a una militante que, además de su tinte amalista, es acusada de correr siempre por senderos similares a los del presunto adversario absoluto, el chuchismo.

Jesús Ortega también envía un mensaje de mediatización convenida por conducto de su candidato a secretario general. Lleva ni más ni menos que al hombre en quien López Obrador depositó tanta confianza que tuvo a su cargo el manejo jurídico de la elección de 2006 (manejo tan deficiente como impune: ¿qué se hizo mal en esa materia?, ¿quién o quiénes fueron responsables?). Horacio Duarte cierra las negociaciones de Nueva Izquierda con el segmento de perredismo del estado de México que alienta y aceita Enrique Peña Nieto y, además, tiende presuntos puentes pacificadores con el lopezobradorismo que en caso de perder, con Encinas, tendría una supuesta cuña en el chuchismo con el personaje que llevó buena parte de la argumentación de la película de Luis Mandoki sobre el fraude electoral.

Mezclas e intercambios. Guiños y engaños. Ortega con un estrecho colaborador de AMLO y Encinas con una enviada de Amalia que no es seguidora de AMLO sino, en todo caso, más cercana a los Cárdenas. Encinas con un programa de trabajo que promete continuidad y sujeción a los planteamientos generales del general en jefe. Ortega haciendo como que trata de rebasar verbalmente por la izquierda para disimular arreglos viales con la derecha. Alfonso Ramírez Cuéllar y Camilo Valenzuela haciendo ronchita para posteriores canjes. Ricardo Monreal haciéndose a un lado porque ya lo habían hecho. Más de lo mismo. Historias de siempre en una realidad que ya no es la misma.

Astillero

Norberto Rivera no encontró mejor manera de hacerse presente en un simposio sobre delitos imputables a clérigos que mediante la ausencia y el razonamiento enviado por escrito. Así fue que, a distancia, sin interlocutores y mucho menos manifestantes en contra, el acusado de proteger a curas pederastas se permitió el lujo del discernimiento profundo e incluso el consejo sabio: “es muy conveniente que esta materia, especialmente delicada por las repercusiones que tiene, no sólo en relación con la disciplina interna de la Iglesia, sino por las consecuencias que de algunas de estas conductas se derivan ante la autoridad civil, sea materia de estudio sereno, desapasionado y con altura académica”. ¡Oh, cuánta sensibilidad y altura de miras de quien no se atrevió a tocar el tema personalmente y de viva voz en el mencionado simposio!... Feliz de la vida ha de estar el intrépido Calderón al ver los primeros indicadores de turbulencias económicas que, según ha dicho en días pasados, le gustan y excitan especialmente porque, dice, él y su equipo están hechos para la adversidad y porque esos vaivenes, que asustarían a otros capitanes, a él nada más le confirman que llevará su barco a puerto seguro. ¡Oh, lo fácil que es ser valiente con bienestares ajenos! Y mientras el Embajador de la Corona, Tony Garza, continúa asumiéndose como emisor oficial de criterios favorables o críticos de los esfuerzos calderónicos en materia de “lucha” contra el narcotráfico, ¡hasta mañana, en esta columna sin acciones desplomadas!

 
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