Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de agosto de 2008 Num: 700

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La ciudad y las patrullas
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Dos poemas
MANOLIS ANAGNOSTAKIS

Juan Vicente Melo, crítico de música
RAÚL OLVERA MIJARES

Brasil: el rugido del jaguar
GABRIEL COCIMANO

El Chacal de Nahueltoro sigue vigente
FABIÁN MUÑOZ entrevista con MIGUEL LITTIN

La antimodernidad de Barbey d'Aurevilly
ANDREAS KURZ

Retrato de Finnegan
JAMES JOYCE

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Angélica Abelleyra

Maru de la Garza : indagar en la memoria

Investiga sobre la memoria y ahonda en los múltiples vacíos que la conforman. Hilvana sus recuerdos y amplía el entramado con las evocaciones de los demás. Y, a partir de la fotografía, el video, las instalaciones y los objetos, Maru de la Garza (DF, 1961) da cuerpo a estados de ánimo, a conceptos y formas de asir el mundo como la transparencia, la fragilidad, la enfermedad, la ausencia, la suspensión en el espacio, los deseos, la soledad y la ambigüedad.

Formada en diseño gráfico en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), ejerció el oficio en su despacho por una década, pero al conocer a Maris Bustamante y sus reflexiones sobre las artes no objetuales, muchas preguntas le surgieron y aprehendió algo de lo que aquella artista le recomendaba: a decir las cosas de otra manera. La foto se convirtió entonces en aquel sendero de búsqueda y la memoria sobre su padre ausente, el pivote de exploración. Surgió la serie Raúl y yo (2003-2004) donde vistió la ropa del padre muerto, a sus cortos nueve años, y empezó a ejercer esa labor catártica, terapéutica, de autorevisarse, que el arte le proporciona hasta hoy en ese viaje circular de lo reflexivo y consciente a lo intuitivo y emocional.

La indagación en torno de la enfermedad en el cuerpo femenino fue su interés siguiente y Episodio femenino (2006) el proyecto que encauzó el enfoque de género hacia otros caminos que no sólo eran ella y su memoria, sino la de las mujeres que la han señalizado. Por eso en Mitocondria (2007) registró los nexos y desencuentros generacionales entre ella, su hija, su madre y su abuela.

Más allá de la veta familiar, Maru socializó la red memoriosa y, en Hilvanar (2008), su obra más reciente, indagó en las vivencias y los anhelos de diecisiete mujeres y hombres de la tercera edad, cuya condición afín no es sólo la suma de años sino la de vivir en la Unidad Nonoalco Tlatelolco. Maru entrevistó a viudas, a antiguos excursionistas en el Popo, a jubilados, a un mexicanista… y todos ellos le ayudaron a continuar aquella exploración emocional que había iniciado tiempo atrás con su abuela materna de noventa años.

Les preguntó sobre su cotidianidad, sus necesidades económicas, su soledad, su nexo con los vecinos y el vecindario, y si aquella memoria personal conectaba en algo con la memoria colectiva de un entorno tan emblemático como Tlatelolco, desde el '68 hasta los sismos del '85, más lo que se acumulara.

Aquella decena de encuentros, conformados en el proyecto Peatonal, fueron presentados monumentalmente como video en algunos muros de la unidad habitacional, y muchos asistentes se llevaron como recuerdito unas postales donde Maru retrató pertenencias y entornos vitales de los participantes.

En Hilvanar, De la Garza experimentó su rol de “interfase”, es decir, ese papel del artista como agente que se encuentra en una realidad y se interesa por que “los otros” sean sujetos activos y colaboradores en el proceso de la obra.

Entre sus planes futuros, la artista prepara exposiciones en las galerías Emilia Cohen y del Laboratorio Mexicano de Imágenes (LMI) donde reunirá instalación, video, performance y objetos en La piel de la memoria, un ejercicio que viene haciendo de rescate de aquellos recuerdos y mucha carga de vacío que experimentó durante y después de una reclusión hospitalaria de sesenta días, hace dos años (un extracto puede verse en la sección de video del Museo de Mujeres Artistas Mexicanas, MUMA, en www.museodemujeres.com).

Como una forma de sanación, De la Garza reelaboró aquella experiencia de múltiples maneras: por una parte, recogió los testimonios de las veinte amigas (dos de sus hermanas entre ellas) que la acompañaron alternadamente durante la estancia; reunió los libros regalados en ese lapso, los releyó y extrajo con una cinta adhesiva algunos párrafos que construyó después como nuevas imágenes; con plastilina rehizo algunos objetos del entorno hospitalario: la charola de la comida, los frascos de pastillas, etcétera; finalmente, retrató aquellas manos femeninas (sólo podían cuidarla mujeres) que la apoyaron en esos dos meses de silencio y agujeros profundos en la memoria, pero también de cariño y solidaridad.

Por lo pronto, la autora, marcada por creadoras como Cindy Sherman, Sophie Calle y Ana Casas Broda, continúa desarrollando ese eje temático ligado al recuerdo. Pero cada vez más involucra y se involucra con otras personas que la ayudan a profundizar y profundizarse, e indagar en su condición dual de ser humana y creadora.