Opinión
Ver día anteriorViernes 12 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El Foro

El limonero

C

uando un ministro de la defensa israelí decide construir su residencia a unos pasos de la frontera con los territorios ocupados en Cisjordania, los servicios de inteligencia de su país determinan que el jardín de limoneros en la casa de una viuda palestina, situado al otro lado de la línea divisoria, representa alto peligro para la seguridad nacional. Se alega que ahí podrían esconderse terroristas, quienes lo utilizarían de trinchera ideal para atacar con misiles el territorio israelí.

El limonero, segundo largometraje de Eran Riklis (La novia siria, 2004), es una comedia de situaciones irrisorias y absurdas, una alegoría más sobre el conflicto árabe-israelí, pero también un cuestionamiento jocoso sobre los alcances de la paranoia oficial. En pocos días, la viuda Salma Zidane (Hiam Abbas, estupenda actriz palestina) ve levantarse, frente a sus ojos y a unos metros de su casa, una torre de vigilancia, así como un operativo militar dispuesto a talar en su jardín todos los limoneros (su única fuente de ingresos), con el fin de ganar visibilidad. Lo que sigue es la respuesta indignada de la mujer, quien al lado de un abogado palestino hace llegar su causa hasta el Tribunal Supremo israelí, volviéndola escándalo político instantáneo para los medios de comunicación locales e internacionales.

La lucha de un solo individuo contra una estrategia de seguridad nacional (no por absurda menos perniciosa), adquiere dimensiones culturales más significativas al tratarse de una mujer, que inclusive se expone a la condena moral pública, cuando comienza una relación amorosa con su abogado defensor. Del lado palestino, Salma es un peligro para el honor patriarcal, pues ofende la memoria del marido muerto; del lado israelí, es –de modo desproporcionado– un peligro para la seguridad del Estado. El realizador reúne así los ingredientes de una alegoría política y de una farsa satírica.

El director israelí no toma un partido abierto en este conflicto de intereses, y se limita a exponer los absurdos de la intolerancia moral palestina y del discurso de seguridad extrema que ve surgir terroristas por todas partes, incluso en un espacio doméstico palestino perfectamente bajo control y severamente vigilado. La actuación de Hiam Abbas brilla en la cinta, y consigue elaborar, a partir de una anécdota muy elemental, un comentario atinado y mordaz sobre la condición de la mujer en Medio Oriente y la irresoluble confrontación histórica de dos pueblos.

Se exhibe hoy en la Cineteca, a las 12, 16, 18:15 y 20:30 horas, y mañana, a las 13, 16:30, 18:45 y 21.