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Asistió a la presentación de Argentina como país invitado en la Feria del Libro de Francfort

Lo que sigo amando de Borges es que nunca se traicionó a sí mismo: Kodama

El escritor tenía una alegría de vivir y una curiosidad permanente, asegura su viuda

Dice que el poeta no quiso regresar a su país natal porque no han aprendido a respetar a los muertos

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Borges no quiso corregir su poesía Ein Traum porque decía que se la había dictado Kafka en un sueño y yo no puedo corregirla hasta que él me diga en otro sueño que la corrija, relata divertida María Kodama durante su entrevista con La JornadaFoto Eva Usi
Especial
Periódico La Jornada
Lunes 19 de octubre de 2009, p. a11

Francfort, 18 de octubre. “Él decía que yo tenía una relación lúdica con la vida y para mí era él quien la tenía. ‘No, es usted’, le decía; ‘no, es usted’, me respondía. ‘Bueno, no discutamos; somos los dos’.” María Kodama, viuda del escritor argentino Jorge Luis Borges, recuerda las conversaciones con el autor de El Aleph como si hubieran ocurrido hace poco, y refleja esa devoción incondicional que le tenía al gran escritor. Borges tenía una alegría de vivir y una curiosidad permanente por las cosas y yo por eso nunca pude sentirlo como una persona muy mayor y tampoco como una persona que no veía, dice. Jamás lo traté así, insiste, aludiendo a que no lo sobreprotegía a pesar de su ceguera, pues es imposible vivir sin riesgo.

María Kodama estuvo en la Feria del Libro de Francfort con motivo de la presentación de Argentina como invitada especial en el máximo encuentro editorial en 2010 y dio una muestra sin proponérselo del carácter sencillo y generoso, pero también guerrero e implacable, de quien ha heredado un honor y una cruz, de quien fue elegida por el escritor como heredera universal de su obra, y con ello heredó también las envidias y celos que persiguieron en vida a Borges mismo.

De aspecto aniñado y edad incalculable, Kodama empezó la conversación en tono exaltado. Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que los restos mortales de Borges sean trasladados desde Ginebra, donde murió, al cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires, según propuso recientemente una diputada argentina, respondió quejándose de que los periodistas hagan las mismas preguntas desde que murió el escritor, hace 23 años, y recordó que no volver a Argentina fue la voluntad expresa de Borges. No es que yo lo prefiera, es que Borges no quiso porque estaba harto de haber sido maltratado como fue durante años por la izquierda argentina, dice resuelta. Borges decía que el continuo tráfico de cadáveres hacía mal al país y que la suerte cambiará cuando aprendan a respetar a los muertos, afirma. En Argentina desde la época de la Colonia cambian los cadáveres de lugar todo el tiempo.

Kodama cree que quien está detrás de las gestiones de repatriar los restos de Borges es Alejandro Vaccaro, al que no llama por su nombre, pero le recrimina que vaya a España a decir que llevará el legado del autor de El libro de arena, cuando ni siquiera lo conoció. Le echa en cara que haya dicho que Borges y su madre escribían con i latina en lugar de y, argumentando un código secreto que tenía la familia Borges para escribir la lengua fonéticamente, cuando eso ya ha sido refutado por Sarmiento y por Salvat. Es una vergüenza que sea presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), cuando está imputado y procesado penalmente por haber falsificado junto con Roberto Alifano 25 textos de Borges y haberlos vendido como inéditos a diarios y revistas en el exterior, exclama.

A lo largo de la conversación que se desarrolla mientras recorre los interminables pabellones de la feria para saludar al agente literario de Borges –el temido Andrew Wylie, conocido en el mundo editorial como El chacal–, Kodama recuerda una y otra vez lo terrible que ha sido tener que contestar las mismas cosas desagradables durante 23 años, pero no suspende la conversación. Al llegar al espacio donde se encuentra la Wylie Agency, advierte que a los agentes de Borges no les gusta tomarse fotografías. Pero en cuanto Andrew Wylie la ve, la abraza efusivamente y se deja fotografiar a su lado.

De regreso al estand argentino, María Kodama se transforma. Está más relajada y risueña y recuerda con devoción las conversaciones con el hombre al que acompañó durante innumerables viajes alrededor del mundo, al que le leía y le tomaba dictados. Nunca fui su asistente, ésos son inventos de periodistas. Borges nunca tuvo secretarios. Relata que conoció a Borges a los 12 años, cuando un amigo de su padre la llevó a escuchar una ponencia del escritor, dadas las inquietudes literarias de la niña. Fue su discípula a partir de los 16 y comenzaron a ser pareja poco después de que ella cumpliera 18 años; entonces Borges tenía casi 60 años.

Hija de una uruguaya de origen alemán y padre japonés, María Kodama señala que el legado personal que le dejó Borges fue su ética. Lo que más amé y seguiré amando hasta el último día de mi vida es que fue un ser totalmente ético, que no se dejó sobornar y nunca se traicionó a sí mismo, dice.

Y recuerda que sus fuentes de inspiración fueron los sueños. Así fue como escribió Ein Traum (Un sueño), al que le puso título en alemán. “Él siempre corregía todo y ese poema no lo corregía, así que le pregunté: ‘Borges, ¿por qué no corrige ese poema?’ Y él respondió: ‘esa poesía me la dictó Kafka en un sueño y yo no puedo corregirla hasta que él me diga en otro sueño que la corrija,’… fue algo muy divertido. Ese poema me lo dictó justamente en Estados Unidos; él se despertó y me dijo que quería dictarme algo, bueno, y yo tomé lo que él me dictaba”, recuerda, y añade que sobre esto tratará la Bienal de Kafka en Buenos Aires el año próximo.