Opinión
Ver día anteriorLunes 17 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Le pesó la México
D

iego Ventura el rejoneador portugués que se presentó en la Plaza México la tarde de ayer y que al conjuro de su nombre casi se llena, no respondió a lo que se esperaba de él. Independientemente de que es mi impresión, le pesó la plaza, tiene en su torear la más pura, clásica, bien hecha y bien rematada tradición de torear a caballo. Tal maestría lo hace verse frío y con dificultades para transmitir al tendido la emoción de su quehacer en el ruedo. Eso sí, recreaba lo inasible de la torería al girar los toros hacia adentro, en suaves cadencias, mágicas prolongaciones en las que se traía toreados a los torillos de Rancho Seco imantados al estribo en sus cabalgaduras.

Don Diego el torero portugués criado en Andalucía penetró la luz brillante de la tarde invernal de colores fluidos y el ambiente del coso mexicano que le llevaba a darle más suavidad a su torear y lo dispuso al hondo gozo del baile equino. Todo reflejaba en el rejoneador portugués una palpitación exquisita, expresada en el juego de sus muñecas de una fulgurante hechicería que no encontraba la respuesta por él esperada. Cada cite cruzado a pitón contrario, cada recorte, cada giro, cada lance tenía un aroma distinto. El que poseen los grandes del toreo y que próximas actuaciones seguramente le permitirán voltear la plaza al revés. Tan no las traía todas consigo que a sus tres toros tuvo serias dificultades para despacharlos. Hechizado, dominador, muy relajado, dueño de una profunda sugestión inasible, lo imprevisto de sus lances pese a repetir el mismo toreo le dan el secreto de su concentrada elegancia en la danza con los toros. En los tres que mató, dos de Rancho Seco y uno de Garfias de regalo, ideales para el rejoneo; codiciosos, fijos y con los problemas de los toros de hoy día; se pararon al final acusando cierta debilidad y dificultando la suerte suprema.

Sólo El Zapata se levantó con un triunfo de dos orejas por una estocada a toma y daca por encima de la debilidad de su segundo enemigo del que salió cogido. Al mismo que le había puesto un par de Calafia temerario que lo llevó a dar una vuelta al ruedo en plena lidia. Habrá que volver a ver a Diego Ventura más adaptado a nuestra forma de ser.