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El compositor fue Premio Nacional 2006 y el año pasado el INBA le otorgó la Medalla de Oro

Murió Joaquín Gutiérrez Heras, su obra nunca buscó aplausos

Se fue muy contento, sobre todo después del homenaje del año pasado en Bellas Artes, comentó la prima del músico poblano

Diversas orquestas le dedicarán sus presentaciones

 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de marzo de 2012, p. 2

El compositor Joaquín Gutiérrez Heras, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2006, y a quien el pasado septiembre le fue otorgada la Medalla de Oro de Bellas Artes, falleció este sábado por la mañana a los 84 años, en la ciudad de México, como consecuencia de una neumonía, según confirmó su prima, Margarita Eugenia Gutiérrez Ruiz.

Los restos mortales del autor, reconocido sobre todo por su trabajo en el ámbito cinematográfico, fueron velados ayer en una agencia funeraria en el sur de la capital de la República.

Nacido en Tehuacán, Puebla, el 28 de noviembre de 1927, Gutiérrez Heras estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), carrera que abandonó para dedicarse por completo a la música.

Comenzó su formación como autodidacta, y en 1950 ingresó al Conservatorio Nacional de Música, bajo la guía de Irme Hartman, así como de los compositores Rodolfo Haffter y Blas Galindo.

Posteriormente, estudió en el Conservatorio de París con el compositor Oliver Messiaen y la directora de orquesta Nadia Boulanger, además de la Escuela Juilliard, en Nueva York, donde se graduó como músico.

Fue director de Radio UNAM, de 1966 a 1978; impartió la materia de Análisis en el Conservatorio Nacional, entre 1969 a 1970, y se desempeñó como maestro de composición en el taller del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), de 1974 a 1977.

Aunque desde hace 15 años dejó de tocar el piano y de componer por motivos de salud, para Gutiérrez Heras la música era su vida y el reconocimiento a su trabajo era parte de ella, aseguró ayer Eugenia Gutiérrez.

Se fue muy contento, sobre todo después del homenaje del año pasado en Bellas Artes, cuando le dieron la Medalla de Oro, agregó la prima del músico, quien informó que el INBA ofreció realizarle un homenaje este domingo en el Palacio de Bellas Artes, propuesta que la familia decidió posponer para fecha aún por definir.

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El maestro al recibir la Medalla de Oro del INBA, el 9 de septiembre de 2011Foto Carlos Cisneros

Baluarte de la música mexicana, entre los reconocimientos que también recibió Gutiérrez Heras destacan la Diosa de Plata, el Ariel y la Medalla Salvador Toscano.

Su catálogo incluye más de 70 obras, entre ellas Divertimento para piano y orquesta, Sinfonía breve, Trópicos, Cuarteto de cuerdas, Variaciones sobre una canción francesa y Postludio, ésta última es una de sus piezas más interpretadas.

El pianista Raúl Herrera destacó que el músico poblano se caracterizó siempre por su independencia de pensamiento artístico: Nunca formó parte de un grupo estético. Escribía música tonal y completamente atonal, según lo que considerara adecuado para el momento.

En cine, por ejemplo, hizo obra “muy tradicional y otra muy de avanzada, en la que por ejemplo llegaba a jugar con discos de acetato, como después lo harían los diyéis”, agregó.

Quizás durante un tiempo fue visto como un músico marginal, pero después fue adquiriendo la posición que merecía en la historia de la cultura en México. Jamás compuso para ganar aplausos: siempre lo hizo en términos de su necesidad creativa, y en el caso de la música para cine, de lo que requiriera la película.

Herrera informó que las orquestas dependientes del INBA dedicarán todas sus presentaciones de este fin de semana a la memoria del compositor, además del homenaje que le rindió la tarde de este sábado la Filarmónica de la Ciudad de México en su concierto en el Centro Cultural Ollin Yoliztli.

Lo anterior se suma a un recital con su obra, como parte del próximo Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, que ya estaba programado.

La actriz y directora teatral Martha Verduzco, vecina y amiga de Gutiérrez Heras, recordó que una conocida común lo describía así: Era adorablemente insoportable. Su personalidad accesible y fría era sólo una apariencia defensiva.