Ciencias
Ver día anteriorMartes 13 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

La sonda buscará señales químicas de vida; arribará en una montaña de varios estratos geológicos

El descenso en Marte, la parte más difícil del proyecto Curiosity

Del tamaño de un Mini Cooper, caerá a una velocidad de casi 15 mil kilómetros por hora, y hay que bajar con suavidad en menos de seis segundos, señala especialista de la Nasa

The Independent
Periódico La Jornada
Martes 13 de marzo de 2012, p. 2

Londres. El 6 de agosto, 13 segundos exactos después de las 6:30 de la mañana hora de Greenwich, científicos de la Nasa deben recibir un mensaje de Marte, que les dirá si su apuesta de 2 mil 500 millones de dólares a tres líneas de nailon tuvo éxito.

Será el momento en que, por primera vez, se usarán cadenas para hacer descender con suavidad un vehículo robótico de seis ruedas, del tamaño de un Mini Cooper, en la superficie de otro planeta, desde una nave que gravitará precariamente unos metros arriba.

Una vez que el vehículo Curiosity de la Nasa toque la superficie del planeta rojo, dentro de seis meses, se cortará el cordón umbilical de 8 metros de largo que lo une a la nave transportadora, la cual usará entonces su reserva de retrocohetes para estrellarse en el suelo, muy lejos del sitio donde el explorador comenzará su misión de búsqueda de señales químicas de vida marciana.

Estaremos muy nerviosos. Descender en otro planeta no es como caminar en un parque. Es un desafío, y en el pasado hemos tenido una mezcla de éxitos y fracasos, comentó Charles Elachi, director del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa, situado en Pasadena, California, donde la sonda fue diseñada y construida.

Los seis minutos de terror

Varias misiones marcianas anteriores han terminado en fracaso durante la fase de acercamiento y descenso. La sonda Beagle 2 de Gran Bretaña desapareció durante su descenso, amortiguado por bolsas de aire, en 2003.

La razón de nuestro nerviosismo es que son unas 3 toneladas de masa cayendo a una velocidad de casi 15 mil kilómetros por hora, y tenemos que descender con suavidad en menos de seis segundos, señaló el doctor Elachi, de visita en Londres.

Les llamamos los seis minutos de terror. Cuando uno va a esa velocidad con un peso semejante, equivale en términos de energía a 25 trenes ultrarrápidos avanzando a toda máquina, puntualizó.

Esa es la cantidad de energía que tenemos que disipar en esos seis minutos para poder descender con suavidad en la superficie. Además, la precisión con la que tenemos que apuntar al punto preciso equivale a estar en Los Ángeles y darle a una pelota de golf para que entre en un hoyo en el campo de San Andrés, en Escocia, añadió.

Gran parte de la inmensa energía cinética de la nave será secada por el escudo de calor de la sonda cuando entre en la atmósfera marciana, lo cual reducirá 10 veces su velocidad para permitir que los paracaídas la frenen aún más, explicó el doctor Elachi.

Pero los momentos críticos llegarán hacia el final de los seis minutos, cuando la nave transportadora se acerque al punto de descenso. Será entonces cuando se tendrá que disparar los retrocohetes con precisión, para permitir que se liberen las cadenas de la grúa celeste.

Los retrocohetes nos desacelerarán, y cuando estemos flotando a unos 10 metros arriba de la superficie, la grúa bajará el vehículo explorador. Es un poco diferente de ocasiones anteriores, cuando hemos usado bolsas de aire, porque este vehículo es mucho más grande y las bolsas no serían funcionales, añadió Elachi.

La sonda Curiosity descenderá al pie de una montaña que tiene varios estratos geológicos, dentro de un cráter llamado Gale. El sitio se eligió por ser accesible y porque está cerca de lo que los geólogos llaman un abanico aluvial de sedimentos, que podría haberse formado por agua corriente en un tiempo en el que tal vez existió vida en Marte.

Al preguntarle si Curiosity podrá dar respuesta final a la pregunta de si hubo vida en Marte, el doctor Elachi respondió: Sí, podría ser. Si la hubo.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya