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Mediante la historia del asesinato de Daní, aborda el de otras 4 personas: Luisa Riley

Flor en otomí rescata el espíritu de lucha de los jóvenes de los años 70

Creo que el documental refleja el dolor de cualquier persona que haya vivido la desaparición política de un hijo, dice la realizadora

Se proyectará mañana en el Multiforo Alicia

Foto
Luisa Riley durante la entrevista con La JornadaFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de mayo de 2012, p. 8

Mañana se proyectará el documental Flor en otomí, dirigido por Luisa Riley, en el Multiforo Alicia a las 18:30 horas. Al finalizar la función habrá una charla con la participación de Hermann Bellinghausen, Alberto Cortés y Luis Prieto. En entrevista con La Jornada, la directora menciona: “Los comentarios que ha recibido la película han sido buenos, le ha ido bien con la prensa y el público también la ha recibido bien; uno que me gustó fue el que dice que era una historia muy intimista, que abordaba un tema muy importante en la historia del país; por un lado, el de los jóvenes que en los años 70 se integraron a las organizaciones guerrilleras por sus convicciones e ideales y, por otro, la impunidad y la represión durante la llamada guerra sucia”.

Flor en otomí aborda el asesinato de Dení Prieto Stock, de 19 años, junto a cuatro de sus compañeros del grupo guerrillero Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), ocurrido el 14 de febrero de 1974 en la casa donde nació Sor Juana Inés de la Cruz, en Nepantla, estado de México.

La película se estrenó en el reciente Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Después ganó el premio en la categoría movimiento social del Festival Contra el Silencio Todas las Voces. Tuvo su corrida comercial en Cinemanía y en las salas de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde le fue “más o menos –informa Riley–; ya sabes que la exhibición de documentales no es fácil, pero no estuvo mal, le fue mejor de lo que esperaba”.

No quería crear un mito

En su juventud, Riley fue amiga de Dení (nombre que significa flor en otomí). A la pregunta de por qué esta historia tan cercana a ella llegó más de 40 años después, la cineasta responde: Nunca pensé hacer un documental sobre Dení Prieto, quizás porque no tenía la distancia suficiente (del hecho) o porque no quería hacer de ella una heroína o convertirla en mito. Sin embargo, un día me di cuenta de que tenía una historia que contar y empecé a reconstruirla. Deseaba huir un poco del personaje contando lo que había pasado con su familia después de que la asesinaron, y no tenía certeza de nada, porque en los primeros años no habían entregado el cadáver. Fui descubriendo que tenía un personaje fortísimo y que podía contar acerca de él desde diferentes capas y, cuando descubrí sus cartas, todo cobró forma y así se fue construyendo.

Riley menciona que para realizar el documental “al principio tomé lo que sabía de Dení, de cuando éramos chicas, porque la decisión de unirse a una organización guerrillera sólo se la confesó a poca gente, la que estaba en ese mismo cauce. Tuve una relación diferente con ella, aunque siempre estuve al lado de su familia. La historia que yo conocía era muy diferente, se mantuvo en silencio por años. Sus padres, su hermana y yo nunca hablamos de lo que sucedió, no se tocaba el tema porque causaba mucho dolor, y yo no preguntaba. Lo poco que hablaba Carlos, su padre, era muy distinto de lo que le sucedió. La verdad sobre su muerte, sobre su decisión de meterse a las FLN, la supe cuando en 1995 el subcomandante Marcos la mencionó en uno de sus comunicados. Sin embargo, desconocía la historia de la organización; esa la descubrí con la investigación que hice para el documental”.

Durante la realización de Flor en otomí –continúa Riley–, cuando comencé a hacer el documental, me di cuenta de que la muerte de Daní me había impactado mucho, que había sido brutal para su familia y para sus amigos, que me había dejado una huella profunda. Cuando fui a la hemeroteca a consultar los periódicos, en los que leí la noticia de su asesinato, pegué un grito; no pensé que el recuerdo fuera tan real que, finalmente, estuviera su nombre en un periódico, que la habían matado. Esto fue en 2000 o 2001, cuando se abrieron los archivos del Archivo General de la Nación (AGN); obviamente la certeza de su muerte estaba asumida, pero nunca habíamos visto nada, fue entonces cuando nos enseñaron la primera foto de Dení muerta.

La cineasta considera que “si bien Flor en otomí está centrada en Dení, también aborda el asesinato de cinco personas y contribuye a hacer memoria, a recordar eso, y quizá metiéndome en un personaje lo hago mucho más cercano. Creo que refleja el dolor que siente cualquier familiar que haya vivido la desaparición política de un hijo. Tal vez en el caso de Dení una de las cosas que –espero– haya tranquilizado a sus familiares es que no presentó señales de tortura, que murió en forma inmediata. El documental contribuye, porque hace memoria sobre la muerte y espíritu de lucha de Dení. Además, está el tema de las FLN, la organización madre del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); tan es así que, junto con Nepantla, cae a la par el Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata que operaba en Ocosingo, Chiapas, donde estaba César Yáñez con 12 compañeros. Cuando cae Nepantla se descubren los documentos del rancho, y dos días después el Ejército ataca el rancho en Ocosingo”.

La también periodista menciona: Me preocupé mucho para que el documental se ciñera a ese momento, para tratar de recrear claramente lo que vivió Dení y lo que supo de la organización... Contar esta historia no sé si me exorcizó, porque también me atrapó de manera muy fuerte. Descubrí cosas de Dení que no conocía, que estuvimos más cerca una de la otra de lo que pensaba; hallé una organización político-militar muy impresionante, como eran las FLN; un personaje como Elisa Benavides Guevara, quien era muy valiente, que al igual que Dení y muchos otras personas tuvo la fuerza para abandonar su familia, su carrera, dejar todo su mundo e irse a perseguir el sueño de vivir en un país mejor; personas que vivieron los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, que estaban inspirados por las guerrillas asiáticas y, obviamente, en la revolución cubana.

Flor en otomí se proyectará mañana a las 18:30 horas en el Multiforo Cultural Alicia, ubicado en avenida Cuauhtémoc 91-A, colonia Roma, con la participación de Luisa Riley, Hermann Bellinghausen, Alberto Cortés y Luis Prieto. La entrada es libre.