Cultura
Ver día anteriorViernes 28 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Más de 60 mil personas han visto La lengua de Ernesto: obras 1987-2011, informan

Alargan muestra en San Ildefonso por afluencia masiva de visitantes

Los espectadores interactúan con las obras del escultor brasileño Ernesto Neto

Nos interesa hacer patente cómo el arte puede revelar aspectos del público, indica el especialista Ery Camara

Foto
Humanoides, obra de Ernesto Neto incluida en la muestra que concluye este domingo en el Antiguo Palacio de San Ildefonso, ubicado en Justo Sierra 16, Centro HistóricoFoto cortesía del recinto
 
Periódico La Jornada
Viernes 28 de septiembre de 2012, p. 3

Una oportunidad para desinhibirse y romper tabúes, como el consabido no tocar, es la propuesta de La lengua de Ernesto: obras 1987-2011, exposición del escultor brasileño Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), curada por Adriano Pedroza, montada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Debido a la respuesta del público –la afluencia en el recinto de Justo Sierra 16, Centro Histórico supera las 60 mil personas– y ante la posibilidad de interacción que propone la muestra de más de un centenar de obras, entre esculturas, instalaciones, dibujos y fotografías, se decidió extenderla hasta el domingo 30 de septiembre.

Desde la primera sala el visitante advierte que la escultura no es en realidad el bulto voluminoso, a veces monolítico, que encontramos, sino asociaciones de dos cuerpos; uno frágil y otro sólido, siempre en tensión y en equilibrio. Es como simplificar o ponernos a revisar la idea de la escultura, expresa Ery Camara, curador de San Ildefonso.

Deconstruir las definiciones que ya no le sirven a la escultura es una constante en la obra de Neto.

Siguen salas con esculturas penetrables que invitan al espectador a ver el museo desde la obra de arte, objetos de los cuales emanan olores exóticos y contrastantes con el ambiente aséptico de la mayoría de los espacios museísticos, así como esculturas flexibles y translúcidas, hasta llegar al área de la pieza Humanoides, consistente en una serie de cuerpos sin rostro con los que el público puede vestirse y sentarse.

“Muchas veces tenemos una fila que llega al patio de personas que quieren probarlos y acostarse. Ha sido un éxito. Ya hemos cambiado un juego (de Humanoides) por el uso rudo del público. Es como esa necesidad que se tiene de apropiarse de algo que tal vez nunca se entendió por la explicación de las cédulas, pero al vestirlo y jugar con ello se siente que ahora sí se puede comprender un uso útil de esta obra.

Foto
Nave obra de Ernesto Neto incluida en la muestra que concluye este domingo en el Antiguo Palacio de San Ildefonso, ubicado en Justo Sierra 16, Centro HistóricoFoto cortesía del recinto

“En el campo de la escultura contemporánea –prosigue Camara– son pasos que poco a poco desinhiben al público, tanto el que entiende de arte como el que no, y le dan esta oportunidad de acercarse a una manifestación artística de otro modo, más que la complejidad escrita.”

Para el entrevistado, de esta manera “San Ildefonso rompe ese hermetismo que le adjudican a los curadores que sólo hablan entre sí, o echan rollos muy sofisticados. Por un lado, la interacción abre la puerta al público para desinhibirse, pero también nos demuestra algunas expectativas que los museos, o los curadores, no toman en cuenta. Son experimentaciones que hoy día se deben llevar a cabo para ver cuáles son realmente las respuestas públicas hacia la obra de arte y no lo que el museo instruye, porque la institución siempre tiene un peso. En ese campo siempre debe haber fisuras, las cuales son atravesadas por el artista o el público”.

Agrega que ese proceso algo animista libera “unas inquietudes que obviamente los historiadores no han de tomar en cuenta, pero hay que hacerlo. Nos interesa cómo el arte puede mostrar aspectos del público que de otra manera no se detectarían. No todos los artistas experimentan el arte de este modo, sin embargo, toca al museo dar las herramientas para que el espectador se pueda acercar rompiendo ciertos temores que el museo también debe aclarar, porque no todo el mundo tiene acceso al arte contemporáneo.

No le es dado a todo mundo entenderlo sin estudiarlo. Lo que tratamos de hacer en San Ildefonso es precisamente abrir caminos para que esas dudas se vayan eliminando, no mediante seminarios, sino con experiencias interactivas de esta naturaleza.