Sociedad y Justicia
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Pierde más de 310 mil años de vida saludable de su población, según estudio

México, el mayor consumidor de alcohol por persona, dice la OMS

Mujeres y jóvenes, los más afectados

La ingesta promedio anual por hombre adulto es de 32 litros

 
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de diciembre de 2013, p. 44

El consumo per cápita de alcohol en las naciones del continente americano es superior al promedio mundial, pero el de México es el más alto de todos, y se distingue por la excesiva cantidad que se ingiere en cada ocasión, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Un análisis del organismo advierte que a causa del consumo nocivo de bebidas embriagantes, el país pierde más de 310 mil años de vida saludable de su población. De hecho, esta práctica representa la cuarta causa de discapacidad por lesiones y hechos de violencia.

También resalta que entre los hombres bebedores de la región, se tiene la tasa más alta de ingesta de alcohol por habitante adulto, con un promedio anual de 32 litros de alcohol puro, y de 18 litros en las mujeres.

El dato contrasta con que 52 por ciento de los varones y 82 por ciento de la población femenina no toman bebidas alcohólicas, lo que significa que quienes sí lo hacen abusan en el consumo.

El documento refiere los resultados de diversas investigaciones, una de las cualas advierte que en 2010 el alcohol estuvo presente en 51 por ciento de todas las lesiones asociadas con violencia en México.

Otro trabajo da cuenta de que las bebidas embriagantes fueron un factor de riesgo en 78 por ciento de los casos de muerte y discapacidad asociados con lesiones traumáticas a escala nacional.

A su vez, la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2011 reveló que la dependencia al alcohol se duplicó entre 2002 y 2011, al pasar de 3.5 a 6.2 por ciento en los hombres, y en las mujeres se triplicó, pues subió de 0.6 a 2 por ciento.

Por esta condición, México aparece en el mapa de América como uno de los países más peligrosos por su patrón de consumo de productos etílicos, el cual tiene una relación directa con las lesiones traumáticas (accidentes o hechos de violencia).

De acuerdo con el reporte de la OMS, la ingesta de alcohol es uno de los principales factores de riesgo de enfermedad y discapacidad en el continente. En 2010, 15 por ciento de los decesos y discapacidades relacionados con accidentes en la región se debieron al abuso del alcohol.

De igual forma, es responsable de 23 por ciento de los accidentes y de poco más de la mitad de las lesiones relacionadas con la violencia. Estos fenómenos son más frecuentes en las naciones que carecen de políticas de control de acceso a bebidas embriagantes.

Advierte que el tipo de consumo que entraña mayor riesgo para la salud y la vida de las personas es el que se realiza por ocasión y en grandes cantidades, como ocurre en México, pues favorece los accidentes y hechos violentos.

También destaca que los jóvenes de entre 15 y 34 años y las mujeres son el grupo de población más afectado por este problema de salud.

La evaluación realizada por el organismo muncial arroja que nuestro país se ubica entre los más peligrosos del continente por su patrón de consumo excesivo, es decir, mayor a cinco copas por ocasión en los hombres y cuatro para las mujeres. Este fenómeno está presente en alrededor de 26 millones de mexicanos, de acuerdo con la ENA 2011.

Asimismo, la ingesta de bebidas embriagantes es el principal factor de riesgo de enfermedades en personas jóvenes (15 a 49 años), y en 2010 contribuyó con 13 por ciento de las defunciones y la discapacidad; esta última fue medida como años de vida saludable perdidos, los cuales fueron equivalentes a 310 mil 684.

En su análisis, la OMS también se refiere a las políticas que son útiles para abatir el nivel de consumo de alcohol, como limitar su disponibilidad, aumentar el precio mediante impuestos, reglamentar la publicidad y aplicación de estrategias para evitar que los bebedores conduzcan vehículos automotor, entre otras.

En México, señala, ha habido algunas medidas efectivas encaminadas a disminuir los accidentes y las muertes. Sin embargo, dice, se requieren nuevos esfuerzos que disminuyan la disponibilidad de productos etílicos y refuercen la aplicación de las políticas existentes.