Sociedad y Justicia
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Desconocen su potencial y se han centrado en elaborar estadísticas: expertos

La juventud, gran olvidada en las políticas gubernamentales desde hace 30 años

Su atención exige abordar temas como educación, empleo digno y reforzamiento de la familia

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No se puede hablar de un solo tipo de jóvenes, ya que es la suma de muchos grupos diferenciados. Un pequeño porcentaje son hijos de los más ricos del país, otro es de clase media alta; otro pertenece a sectores populares, y finalmente están los que vienen de familias en pobreza extremaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de abril de 2014, p. 41

La juventud ha sido la gran olvidada de las políticas gubernamentales en las pasadas tres décadas. Por ello, en México ya hay dos generaciones perdidas, señalaron académicos universitarios especializados en el estudio de temas relacionados con los jóvenes. Las políticas públicas para ellos son inexistentes o están desarticuladas, agregaron.

Hoy los jóvenes son uno de los sectores más vulnerables en el país por la falta de oportunidades de desarrollo escolar, profesional, cultural y recreativo. Enfrentan violencia, desempleo o empleos mal pagados y en condiciones precarias y bajas posibilidades de ingresar a la educación media superior y superior, lo que ha provocado que manifiesten desesperanza hacia el futuro.

Cifras oficiales indican que en México hay 38 millones de jóvenes de entre 12 y 29 años; de éstos, 47.1 por ciento tiene un trabajo, 3.3 por ciento busca empleo, 26.7 por ciento estudia y más de 20 por ciento no estudia ni trabaja (los llamados ninis). Con base en datos recientes se había estimado que la cifra de ninis era de 7.5 millones, sin embargo, hace un par de semanas el titular del Instituto Mexicano de la Juventud, José Manuel Romero Coello, indicó que el número de jóvenes que se encuentran en esa situación es de 6.2 millones y la mayoría son mujeres que se dedican a las labores del hogar.

Indicadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señalan que México tiene el tercer porcentaje más alto de jóvenes que no estudian ni trabajan (24.7 por ciento tienen entre 15 y 29 años) entre las 34 naciones que integran ese organismo, sólo debajo de Turquía e Israel. La cifra se ha mantenido durante la década anterior, lo que, de acuerdo con la OCDE, representa una falla estructural.

Para Héctor Castillo Berthier, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y director del Circo Volador (foro cultural para las expresiones juveniles), el origen de la problemática juvenil es que cuando las políticas públicas se elaboran de manera vertical, sin tomar en cuenta a los chicos, y de una manera homogénea, cuando una característica de la juventud es su heterogeneidad.

El gobierno, en sus tres niveles, y los poderes de la Unión no conocen a los jóvenes. Desconoce sus potencialidades y su vida cotidiana. Todo se centra en elaborar estadísticas que arrojan información cuantitativa, pero no profundizan en la investigación cualitativa para conocer su cultura, su visión, explicó

El investigador asegura que no se puede hablar de un solo tipo de joven, sino que este grupo es la suma de muchos grupos diferenciados: “Un pequeño porcentaje son hijos de los más ricos del país, éstos ni siquiera viven o conocen México; 14 por ciento son de clase media alta: pueden ir a clubes, al antro, a fiestas, viajan, tienen educación, están a la moda, consumen, lo tienen todo, a ellos no los apañan en la calle y cuando los detienen es porque no pasaron el alcoholímetro.

“Existe 58 por ciento que pertenece a los sectores populares: son de las clases medias bajas y bajas, los pobretones, son la banda, los que quedan fuera de las universidades, a los que la policía sigue deteniendo por el delito –que no está en ninguna ley– de portación de cara: si les parecen ‘sospechosos’ son detenidos y se les extorsiona para dejarlos ir.

Finalmente, 25 por ciento de los jóvenes son muy pobres, los que vienen de las familias en pobreza extrema y/o de comunidades indígenas. Todos son jóvenes y son muy distintos, cada uno tiene potencialidades y realidades distintas.

De ahí, agregó Castillo Berthier, que las políticas para el sector tengan que ser diferenciadas y enfocadas a temas como educación, empleos dignos (para evitar que recurran a la criminalidad) y reforzamiento de la familia, sobre todo para la reconstrucción de referentes como los proyectos de futuro, la esperanza, el nacionalismo, el respeto, la honradez, la amistad, entre otros.

Los indicadores en materia de educación muestran que sólo seis de cada 10 jóvenes en edad de asistir a la educación media superior puede hacerlo, en tanto que el número para el nivel licenciatura es de menos de tres de cada 10.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2013 muestra que en México la tasa de desempleo entre los jóvenes es de alrededor de 8 por ciento, cifra que duplica la media nacional de desocupación.

La precarización del empleo, ejercicio de violencia

La investigación titulada La precarización del empleo como ejercicio de violencia hacia los jóvenes, del Observatorio del Empleo de la Universidad Iberoamericana de Puebla, señala que hay 14.7 millones de mexicanos entre 14 y 19 años que laboran en el país, de éstos, 26 por ciento recibe un salario mínimo o menos como remuneración y 24 por ciento no tiene sueldo (son propineros o laboran a destajo), eventualmente, o en un negocio familiar. Es decir, casi 50 por ciento del total vive con cinco dólares o menos al día.

El estudio El empleo, el ingreso y el actual gobierno, elaborado por académicos del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, asienta que 66 por ciento de los jóvenes de 12 a 29 años labora en la informalidad, lo cual los convierte en más pobres y vulnerables.

Además, 71.2 por ciento del total de desempleados en el país cuenta con estudios completos de secundaria y preparación media superior o superior, y 40 por ciento de quienes tienen entre 15 y 24 años y labora en empresas formales no tiene seguridad social ni prestaciones.

Herlinda Suárez, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, con sede en Cuernavaca, Morelos, indicó que más allá de intentar invisibilizar los problemas de la juventud –como generar estrategias para reducir el número de ninis–, se debe entrar a fondo en la solución del problema.

Para ello, la académica planteó la necesidad de que las políticas públicas dirigidas a este sector impulsen proyectos individuales y sociales que les permitan participar en el ámbito público y tener expectativas de futuro.

Se debe evitar, dijo, que la única opción para la juventud sea formar una familia o cuidar a familiares enfermos. Para ello las autoridades deben crear espacios tanto para el cuidado de niños (guarderías) y ancianos o personas enfermas, pues los jóvenes no tienen por qué realizar la función del Estado.

Los jóvenes son el principal capital social de este país, si el Estado no apoya en la construcción de ciudadanía con base en ellos, no está apostando a la nación, sino a venderla, finalizó Castillo Berthier.