Opinión
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Tumbando Caña

El Gran Combo en México

L

a legendaria agrupación boricua llegó y demostró una vez más que ni el tiempo ni los miles de kilómetros recorridos han mellado su frescura y enjundia musical.

Antes de una gira por el lejano oriente que lo llevará por primera vez a China, El Gran Combo de Puerto Rico se presentó en la ciudad de México, reafirmando el gusto por el género y una larga relación de amor con el público bailador desde los años 70, cuando pisaron por primera vez suelo patrio.

A una edad en la que muchos están pensando en el retiro y con un público entregado de antemano, los 12 boricuas hicieron de las suyas mediante un repertorio en el que sobresalieron éxitos de su larga carrera, como Vagabundo y Un verano en Nueva York, a los que integraron su más reciente grabación, Sin salsa no hay paraíso.

La noche del sábado, El Gran Combo tocó largo, variado y muy bien, como siempre; encantó como nunca. Desde las primeras notas, quienes acudieron en masa al Vive Cuervo de Polanco gozaron el juego del baile y el jugo de la vida.

La pista destinada para el baile se atestó de personas que de pie, casi sin moverse, contemplaban/atestiguaban el milagro de la gerontocracia musical. Mientras, por los alrededores se bailaba sin parar.

Noche de gozo pleno en la que el caribe antillano y el caribe chilango combinaron el ron con el son, al son del corazón.

Hay quien me dijo que El Gran Combo, cada que viene, toca los mismo. Yo respondo que puede darse el lujo de hacerlo, de repetirse, de tocar una y mil veces la misma canción, ya que uno vuelve a escucharla con el mismo gusto y entusiasmo. Claro, a veces los hemos visto y escuchado algo mecánicos. Es inevitable que les ocurra a quienes llevan más de 50 años actuando y viajando sin respiro por todo el mundo.

Pero esta no iba a ser, precisamente, una noche rutinaria. De antemano se habían planteado complacer en todo. Eso dijo el jefe Ithier, y lo cumplieron. Esa declaración de amor profesada desde la primera vez que tocaron suelo patrio no podía ser afectada por el cansancio y el desvelo. Amada, Esos ojitos, Achilipu… se dejaban escuchar en la magnificencia de un audio distorsionado. Y todavía más: Brujería, Ámame, Mujer celosa… ¡Salsa buena pa’ gozá!

Así, hasta llegar a Falsaria, aquel bolerazo que Pepe Arévalo diera a conocer como Oye Salomé y que con el Combo se tornó súper éxito desde que lo grabaron, hace ya cuatro décadas y media, para la voz original de Pellín Rodríguez...

Escuchamos, escuchemos

Suenan las primeras notas del tema a cargo del saxofón de Freddie Miranda (quien suple al clásico Eddie Pérez, fallecido el año pasado) y entran, al unísono, las voces bien timbradas de Jerry Rivas, Charlie Aponte y Luis Papo Rosario: “Cuán falso fue tu amor, me has engañado; el juramento aquel era fingido…” Y el público coreaba, como si fuera un himno. Y así son muchos de los temas que la agrupación puertorriqueña recreó esa noche.

Es lo que es: salsa puertorriqueña, la mismita que ha sobrevivido a la dictadura del merengue y al sometimiento del pernicioso reggaetón, la del Gran Combo de Puerto Rico. La de estos 12 mulatones que mantienen el concepto de baile y alegría al que se someten millones en el mundo

En el camerino

Cincuenta y dos años después de haberse separado del Combo de Cortijo para formar su propia agrupación, Rafael Ithier reflexiona sobre la importancia que su gestor tuvo en el desarrollo de su carrera y de la música borinqueña: “Cortijo fue un hombre generoso y un músico intuitivo que universalizó nuestros ritmos autóctonos. Fue la piedra de toque de lo que ahora conocemos como salsa borinqueña. Tamborero, timbalero, compositor, originario del mismo pueblo donde yo nací (Río Piedras). Fue el primero en llevar la bomba y plena fuera de Puerto Rico; la presentó en los cabarets y en las sociedades blancas, dignificando nuestra raza. Hoy, sus conceptos y criterios musicales son estudiados en los colegios de música de Puerto Rico y el mundo. A él debemos el camino y la prosperidad de nuestra música. Lo que hice yo al formar esta agrupación fue poner en práctica mis criterios y darle otros valores.

“Nos llaman La universidad de la salsa, quizá por lo que hemos logrado (…) Yo considero que lo que hemos aportado a la música popular es el respeto y la seriedad que prodigamos a nuestro quehacer. Sabemos que así debe de ser para bregar por un camino que no es nada fácil. Otro aspecto que consideramos como ejemplo a seguir es la organización. Somos una familia, una familia musical, pero sabemos manejarnos como empresa, y es ahí donde se consolida el éxito.”

En el escenario, don Rafa se divierte; se decanta por el lado feliz, pues dirige, impulsa, saluda y baila… Este hombre parece que no tiene los 88 años que nos dijo. ¿De donde tanta energía, don Rafa? De la música y de mis vitaminas de salsa, dice con voz ronqueta mientras ríe a carcajadas

Con el deseo de que el Combo perviva, hay quienes le han pedido que duren 25 años más.

“Yo cuando escucho eso –comenta don Rafa–, me quedo calladito, pues mi padre murió de 113, y yo tengo 88 años, así que creo posible cumplir ese deseo.”