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Dieron el concierto 23 del ciclo Bohemia, un brindis compartido entre amigos y colegas

Mendoza, Haro y Oceransky confirman que la trova no está confinada a bares
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Los trovadores invitaron al público a sentirse como en casa, durante el conciertoFoto cortesía Centro Cultural Roberto Cantoral
 
Periódico La Jornada
Martes 30 de junio de 2015, p. a11

Siéntanse y siéntense como si estuvieran en la sala de su casa con unos amigos, pidió el trovador Rafael Mendoza al público reunido en el Centro Cultural Roberto Cantoral durante el concierto número 23 del ciclo Bohemia, que en esta ocasión presentó a Mendoza, David Haro y Édgar Oceransky, quienes iluminaron el camino a los poetas.

Luz a los poetas/ para que no anden malgastando letras, escribió Marcial Alejandro, autor de Luz, quien con Mendoza y Haro hizo de la vida y la noche una bohemia eterna, tanto como se puede tocar fondo en un vaso.

El foro de Coyoacán concitó a amigos y colegas, como Susana Harp, y a quienes buscan letras y melodías más allá del dial.

La velada fue un brindis compartido. No hay bohemia sin tragos, dijo Mendoza, y algo sabe de los estados báquicos propicios para inspirarse, agarrar vuelo.

Édgar, el más joven, se declara admirador, un humilde escribano, un protoautor, comparado con sus compañeros.

Los músicos pasan de un blues a un son, de una balada a un bossa. David habla de sueños. Rafael pide que dejen abiertos los micrófonos para dialogar.

Mendoza ha dado numerosas canciones a intérpretes como Eugenia León y Lila Downs. Es el caso de su composición ¿De qué te cuidas?, que escribió hace casi 20 años. Las canciones toman su tiempo. Prepara un disco que se llamará Mil años después, título de una historia de amor, de un deseo de que perviva el sentimiento, de que no se apague. “Es un disco muy sincero, de autor, esencial.

“Mil años después es sobre el sueño vano de amor eterno.”

Se arranca con un rap bohemio: Dame de beber, de los días en que colaboraba con Patricia Kelly.

Édgar recordó la vez que un amigo le aconsejó cómo enamorar en un bar: acércate a ella, tómale la mano y pídele que te acompañe a tu casa. Así lo hizo. Fracasó varias veces y recibió ofensas y cachetadas. Insistió y una bella le dijo que sí. Pero yo no tenía casa. Eso es humor negro.

Rafael citó su caso y acotó que él sí tenía casa. Y ahí sigue ella, comentó no sin cierto afán ufano.

Públicos diversos

Édgar platica que a veces hay que ver hacia atrás para tomar perspectiva y hacer memoria. “Esta música –añadió– no está confinada a los bares. El año pasado el Festival Trova Fest, en Querétaro, lo demostró, con miles y miles de asistentes. Ya no dependemos de la radio o de la televisión y podemos difundir lo que hacemos en redes sociales, por ejemplo. Nuestros públicos son diversos y al Trova Fest llegan chavitos que les gusta esta música y que no pueden entrar a los bares, por su edad. Tampoco tienen dinero para un concierto de Milanés en el Auditorio Nacional. Esta música puede ser negocio y hay que cuidarlo.” Prepara un disco con Pedro Guerra y Santiago Cruz.

David Haro prepara un disco con profundo sentido social que se llamará Boca arriba. “Hablo de cómo veo al país. El trovador tiene que vivir su realidad y la canción tiene que platicar esas historias. Eso me motiva ahora a escribir temas sociales. El trovador es parte de una tradición que te lleva, te informa de los sucesos. Es un cronista. Por eso ahora trato de los migrantes, de lo triste que se sienten en esta ciudad, como un recluta voluntario, sin opciones, sin nada.

“Ese es un disco. Otro que está por salir se llama Del amor y otras mentiras, sobre ese sentimiento y lo que resuelve en la vida del hombre; cómo lleva a un comportamiento en lo social, en lo artístico, en la fe.”

Cada uno tiene proyectos y la bohemia se sustenta en el trabajo.